lunes, 28 de febrero de 2011

El barranco.

Ella estaba casada. Desde hacía demasiado tiempo. Por eso él, le propuso ir hacer senderismo. Por parajes bellos y difíciles. Excitantes. Olvidando la familia en casa; toda.

A primera hora de la mañana quedaron en tierra neutra. Él la pasaba a buscar con su auto y ella le esperaba sentada en el mismo banco de siempre. La sorpresa, fue al ver que ella, traía a uno de sus dos hijos. –No he podido hacer otra cosa. Explico al subir. Él, no cambio los planes, solo y quizás, el final. Pero se resignaba.

Al llegar, explicó, que era una senda un poco compleja. Pero con cautela y tranquilidad, no tenía porque pasar nada. Empezaron a andar y todo iba maravillosamente. Él, como macho alfa, ella, lo seguía y el niño feliz, por hacer lo que nunca haría con su padre. No obstante, cuando todo va bien, lo único que puede pasar es, que algo falle. Y falló. En un descuido, el niño perdió el equilibrio y cayó por el barranco. Lo justo e injusto, para morir. Él, la miro a ella.

viernes, 25 de febrero de 2011

Otra genialidad de Juan José Millás.

http://www.elpais.com/articulo/ultima/marcha/elpepuopi/20110225elpepiult_2/Tes

Pompas.


                Recuerdo de pequeño, estando de compras con mí madre en un mercadillo cutre, de esos de verano, de turistas, de arena y polvo. Con remolques comedor, repletos de frituras y mugrientas barras, cervezas frías y gitanos chillones, espacios pequeños, olores fuertes y sudores. Tan curioso para el olfato como desagradable para el estomago. Con paradas de camisas, de chándals, de música; con música a todo volumen, con voces de oferta por todos lados, calcetines, pañuelos, chales de imitación, bolsos y monederos. Regentadas todas, por primos, hermanos, madres, mujeres, niños; calé.
Cuando casi al salir, una de las últimas paradas, era de juguetes horribles. Y allí, mí madre, para aliviar la desastrosa mañana que me había dado, me compro, un aparatito, que soplándolo, salían, burbujas de jabón. Pero el trasto, iba vació. Y hasta llegar a casa tuve la desilusión de tener algo, que no servia para nada. Con prisas para llenarlo puse poco jabón y demasiado agua. Luego, demasiado jabón y poco agua. No conseguía buenas pompas. Al cabo de un largo rato de intentar combinaciones, logré, una excelente mezcla. Pero duraban en el aire, apenas, unos segundos. Se esfumaban. Explotaban, sin saber el porqué.
              ¿Y por qué lo recuerdo? Preguntas.
              Porqué te conocí en esa inmunda discoteca. Casi en la puerta, cuando me iba. Después de una mala noche. Con demasiado whisky. Desmesuradamente borracho. Sin conseguir seducirte, engatusarte y, mucho menos galantearte hasta al alba. Y cuando logro, una buena mezcla entre el atrevimiento del alcohol y la sensatez del atento, para regalarte mis mejores besos, se esfuman, en unos segundos, igual que las pompas de jabón. Y todavía desconozco, si es que se acabó mí amalgama o la combinación.               

martes, 22 de febrero de 2011

Me invita a soñar.

He colgado este cuadro en la pared de mi habitación, pues creo, me invita a soñar. Es de Ikea. ¡Viva la publicidad subliminal! O no. 


Árbol.

Sabe dios mis dudas sobre él. Pero ante la pregunta del millón: ¿Existe dios? No puedo más, que confirmar su existencia. Aunque solo como una idea, creada, por y para los humanos.  Seguramente, por causas de nuestro egoísmo extremo. Pocos, quieren abandonar esto a lo que llamamos vida, por propia voluntad. La fe, es un sentimiento, algo no contrastado. No es entonces, conocimiento.

En casi todas las religiones encontramos un libro sacro. Donde hay la sagrada escritura. Libros canónicos escritos por humanos. Quizás hace mil quinientos años, o más, pero salieron de un cerebro igual al de cualquier persona. Lleno de pensamientos e ideas, reales e inventadas. También superman esta en los libros y no por eso creemos más en él, que en dios. No, no creo que sea una mentira. Sólo una invención.

Pero yo, si imagino a un árbol, en mi mente extracto un árbol. Tú, seguramente también, aunque sea distinto al mío al pintarlo. Todos lo hemos contrastado con la realidad. Con la fe, no es posible hacerlo. Se que puede haber en este mundo, personas que necesiten tener este sentimiento, pero también hay otras, que no lo requerimos. Sabe dios, lo que ha evolucionado la ciencia y lo poco que lo ha hecho cualquier religión. “Sabe dios” todo lo que con esta frase, excusamos, desconocemos y queremos ignorar. Por eso, quizás, tanto utilizamos. Como con todo, para expeler los casposos residuos de la culpa.

Sabe dios, porqué habré escrito esto.      

viernes, 18 de febrero de 2011

Scrabble.

-¿Quieres conmigo jugara al scrabble?
-Depende.
-¿De qué?
-De quién ponga las reglas.
-Tú. Por su puesto.
La primera es que utilizaremos de tablero tu paladar. La segunda; que mí lengua ara de fichas. Te dejo, que empieces tú a construir palabras. Y, sobre todo, intenta hacer cruzar alguna. Sabes que siempre me gustaron los besos de tornillo.    

miércoles, 16 de febrero de 2011

Si esto es vida.

Soy un sentimental. Hoy me he dado cuenta. Ya hacía tiempo que me lo olía, pero no ha sido hasta ahora, que lo he descubierto. Por dos razones.
La primera, pasó hace unos días, mi mujer se puso cariñosa y entre susurros me dijo que quería una chimenea. No pude negárselo. En una casa tan bonita y con esas vistas, en este enero frío, que mejor que poder ver la escarcha invadiendo el espacio libre y ocupado, acompañados, de un ardiente fuego. En el calor del hogar. Hoy han empezado los trabajos de montaje.
La segunda, ha sido al charlar con el montador. Es un hombre rellenito, de cara afable y de ojos claros. Tímido, silencioso incluso. Extremadamente correcto y trabajador. Yo, que llevaba ya una hora encerrado en la cocina, mientras él llenaba el comedor de polvo, no he podido hacer otra cosa mientras saboreaba el café, desde que abandoné el tabaco me siento solo en esos momentos, qué, acercarme para indagar sobre cualquier cosa. Y claro es, que lo que me tocaba a mí la moral, por no mencionar otras partes, es, que el hombre plegara hoy a la cuatro de la tarde, dejándome allí, en mí comedor, todo el marrón. Y por eso le he preguntado. ¡Maldito el momento! Y ¡Maldito ser un sentimental!
Me ha explicado que debía acompañar a su hija al dentista. Tenían que ponerle un aparato de esos que cualquier niño y mayor, odia llevar. Pero con siete años que tiene la muchacha, es mejor arreglarlo ahora, porque después será más complicado. Yo, afirmaba o confirmaba con la cabeza mientras daba sorbitos al café. ¡Son muy caros! Ha dicho en un tono más grueso. Sí, he exclamado yo medio asustado. He preguntado a ver si su niña iba al mismo colegio que mi hija; aún no sé porqué. Y allí ha empezado el descalabro. Sabiendo que él era del mismo pueblo que yo, su respuesta me ha sorprendido: No, va en otro. Es que vive con su madre. De allí he deducido que estaba separado. Pero ya no hacían falta suposiciones, el hombre estaba lanzado ha explicarlo todo. Y ha mí, aún me quedaba café. Se separo de su mujer cuatro años atrás. Alquilo un piso y vivó durante un tiempo solo. Pero con esta maldita crisis, se quedó también sin trabajo. Tuvo, entonces, lleno de vergüenza, que volver a vivir con sus padres. ¡Vaya sociedad hemos creado! Pensaba yo mientras tanto. Pero lo peor estaba por llegar. Resulta que un juez inspirado, le dio la custodia a su exmujer y para él, los miércoles por la tarde. Tres o cuatro horas para estar con tu hija y luego, devolverla, como quién devuelve un objeto, pero con una infinita tristeza para mal vivir esos seis días restantes para retornar a gozar de su felicidad y la tuya, y para más inri, después, regresa, para dormir en casa tus padres. Si esto es vida.
Me quedaba la borra del café. A él, poco rato para tener que ir a buscar a su hija al colegio. En sus ojos ilusión. Y a mí, ninguna otra opción que decirle: Vete, que no se te haga tarde.       

lunes, 14 de febrero de 2011

Viento.

Viento
son mis palabras.
Brisa suave.
Viento de vigor
y de sentimiento.
Aunque también
viento inepto. Casi irritable.
Palabras,
que son un viento.
Entre mí boca
 y tu oído.
Entre mí morada
 y tu nido.
Viento 
inapelable.
Con o sin argumento.
Sin convencimiento
Y con final acerbo.
Viento amargo
Soplo terso.

viernes, 11 de febrero de 2011

World Press Photo.

Esta imagen es la ganadora del premio World Press Photo, foto de Jodi Bieber. Es tan dura como real. Se llama Bibi Aisha. Fue su marido quién le mutiló la nariz i las orejas. La joven afgana de tan solo 18 años, cansada se sufrir violencia doméstica en casa, llena de coraje, abandonó a su marido. Un comandante talibán, ordenó, que se enfrentara a la justicia, y fue entonces, cuando su marido se enseño con esta crueldad. Ahora, vive en EE.UU. y se ha sometido a cirugía reconstructiva.

¡Me cago en todas las religiones! Opio de todas las sociedades. ¡Me cago en todos nuestros miedos! Sobre todo, hacía la muerte. Es oxigeno para que sobrevivan en estos tiempos. ¡Me cago en las injusticias! Todas ellas, y sobre todo, las respaldadas por hijos de puta. ¡Me cago en el machismo! Vomitivo y animal. ¡Me cago con el mundo que hemos construido! Y no sabemos rehacer. ¡Me cago a gusto, aunque no sirva de mucho!
Si por mí fuera, que los colgaran de los cojones: Al marido, y al jefe talibán. Ninguna niña de 18 años debe aguantar ser maltratada, por un ignorante, baldío. Ninguna. Para el sexo masculino, el Islam, es perfecto. Para el femenino, por lo menos, dudoso, irresoluto.

La imagen, tenedlo claro, ha quedado en primer lugar para que todo occidente la vea. Por qué nos llegué a todos esta barbarie. Y podamos criticar, como lo he hecho yo arriba, otra religión y otro sistema. Haciendo de el nuestro algo mejor. Una trampa con fraude. Lo que no quita, la atrocidad del acto. Y eso, que era el marido. Pero aquí en España, mueren a manos de sus maridos unas 70 mujeres al año, la mayoría, católicas. No somos tan buenos. Ni tan distintos. Al nacer, todos somos iguales en distintos lugares. Eso, será guía para nuestro camino; cadena o exención.             

miércoles, 9 de febrero de 2011

Será por carácter.

¡¿A quién no le gusta la música?! La melodía nos gusta a todos. Según el momento y según la persona, nos gustara una u otra. Pero desde las tribus más indígenas a la sociedad más globalizada, cruzando la totalidad, se componen, ritmos armónicos.

Una balada para la soledad. Una canción triste. Un rock suave para enamorarte. O un jazz para cenar acompañado. Eléctrica para desfasar y una romántica para acabar. El pop, para que suene sin escucharlo. Algo metal o heavy metal. Un fado para los malos momentos. O una chirigota para reírse. Sinfín de posibilidades.                   

La música es como el amor. Todos tenemos débito. Algunos les gustará la salsa; cariñosos y pegajosos. A otros el punk; todo rabia y locura. A otros, quizás, la clásica; calma y cordura. El pop, de masas y sin mucho de nada. El reggae, piojoso y con vaivén. O el flamenco; profundo y chillón. Puede, que como el blues, triste y melancólico. Como el funk; rítmico y con unión. O como el tango; urbano y sensual. A saber. Lo claro, es, que en la plenitud del ser humano, nos hacen falta de las dos. Yo, aunque me complace casi toda clase de música, me quedo con el rock & roll y su ritmo marcado. Será por carácter. 

Recomendación musical del día (de hoy) 2.


La rue Kétanou - Les hommes que j'aime

viernes, 4 de febrero de 2011

Tras.

Intenté, anoche, atestiguar que si durante una hora no se hace nada, el tiempo, pasa más despacio. O eso parezca. Estuve, pensativo, mirando a la calle, de las once a las doce. Todo lo que pasó, fue una hora. Poco más. Observé los minutos escaparse uno detrás de otro. Sin tregua. Hacía no sé donde. Desconozco, donde está el cementerio del tiempo perdido.

La conclusión fue solo una: Veinticuatro horas son pocas para un día. Son tan pocas, que el día que te paras a pensar, te das cuenta, que han pasado ya casi treinta años en tu vida. Un segundo detrás de otro, un minuto tras otro, una hora después de otra y un día a continuación de otro. Sumando años gastados, sin saber, si son, enteramente aprovechados, en todos los sentidos. Sepultando trozos de mí y de lo mío.       

miércoles, 2 de febrero de 2011

¿Qué es el valor?


¡Qué más da! Si es Irak, Afganistán o un plató de cine. La escena nos muestra la inocencia en estado puro. La ingenuidad de la niñez y la candidez del ser humano. Ella se entrega y él, queda indefenso. Si nos fijamos unos segundos en las caras, vemos, que los dos son al fin y al cabo unos críos. Ella, la tradicional niña del Islam. Él, el típico adolescente americano, con 50.000 horas de PS3 en las espaldas. Los dos, en un instante de humanidad.

El marine, cumple con la vestimenta y armamento establecido. Botas, rodilleras, pantalones de camuflaje, casco, gafas transparentes, casco, guantes de piel, macuto y reloj cibernético. Aparte, de un arma a la vista considerable y otras, seguramente, escondidas.    

La niña, calza para su comodidad y posiblemente por su poco poder adquisitivo unas chanclas, en las que los dedos como se aprecia, quedan a la intemperie ensuciándose en abundancia. Viste pantalones y traje del mismo estampado con diferentes tonalidades de azul y un pañuelo verde olivo en la cabeza, permitiendo, el flequillo al viento.

Se acerca, como se acerca un domador a sus leones: Con ganas, valentía pero cautela. Dejando una pierna atrás, para una sorpresiva huida. Le trae, al chico, que sugiere con su postura, un rato de descanso en un lugar sombrío, unas flores. Una flores blancas, menudas. Como si fuera, un ramillo de esperanza. Una puerta abierta entre el deseo de paz y su guerra.

Pero dejadme que os cuente mi hipótesis. En versión romántica. Él lleva meses de misión en el pueblo de esta niña, ayudando.  Ella, niña, siente un amor platónico desconocido hasta ahora. Y da un paso valiente, como quizás él, nunca hubiera sido capaz, entregándole ese brote. ¿Qué es el valor?