sábado, 29 de agosto de 2015

¿Dónde está el refugio para los refugiados?





Al despertar. ¿Existe la conciencia social más allá de un par de calles abajo o arriba? He dormido mal y poco. Las imágenes de refugiados ahogados en playas donde aquí tomaríamos el sol, son feroces. La atrocidad de niños ahogados en busca de un futuro es tan dramática como la desesperanza que habita en aquellos países donde la vida se ha hecho un procedimiento imposible. ¿Es culpa de un mal gobernante?

Veo niños de la edad de mis hijos andar y andar por campamentos de refugiados, algunos están en pie, otros, desolados y devastados, Niños que andan igual que los míos yendo al colegio. Y sin embargo, la brutalidad de su situación radica en el egoísmo del ser humano, donde el concepto de propiedad, sobretodo en el primer mundo, nos hace creer capaces de poder gestionar quien entra y quién no en nuestro territorio, nuestro, por obre y gracia de la diosa fortuna, algo casi tan incomprensible cómo el espíritu santo.  Y ellos, intentan cruzar fronteras saltando vallas igual que delincuentes sin serlo.

En una imagen de ayer, hay una multitud que espera con sorprendente calma delante de una frontera a ver si les dejan pasar. Cuantos médicos, ingenieros, universitarios, albañiles, electricistas, mecánicos, doctorados, futuros maestros, artistas, cuantas personas buenas, honradas, personas, que quizás, no hace tanto, tenían una vida no muy alejada a la nuestra y están allí, esperando, si un político o un grupo de ellos les acepta y los deja pasar o, no es así, y deben deshacer el camino para ir en busca de una nueva oportunidad, por quién sabe dónde, sin tener la opción de caer exhaustos pues eso únicamente significaría muerte, por qué no hay nadie con la suficiente capacidad para recogerlos. Y los que si la tenemos, estamos discutiendo si se debe o no levantar la barrera ¿barrera? Aquí, en Cataluña, jugamos a eso, a construir barreras, cómo si hubiera pocas. Qué sin razón.  Y el gobierno de Mariano Rajoy, propone que a los sin papeles (nombre de género tan vergonzoso cómo nuestro presidente) demuestre que no tienen recursos para no tener de pagar la atención sanitaria. Él, que seguro los tiene ¿Paga?

Mientras, unos indeseables, asesinan a 71 persona,  refugiados de Siria. Morían, dentro de un camión frigorífico por asfixia, era una trama de trata de personas, entre ellos, 4 niños. Debemos cambiar la denominación que nos dimos como especie, pues cada vez, somos más inhumanos.  

martes, 18 de agosto de 2015

Iphone99

Noche. Luz de luna. Andamos con una sombra tan tenue que parece que en cualquier momento se va a diluir en la tierra, filtrándose igual que se filtraba antaño la muerte en lo más profundo del subsuelo hasta conseguir desaparecer, eso sí, para toda la eternidad. Por qué ¿Es infinita la muerte? Y ¿acaso importa?
Podría pensar, si fuera un romántico, que morir es algo así como el ocaso. Un paso. Un tránsito asegurado. Sin embargo la parte más racional con la que a menudo me dejo sentir protegido y gobernado y no sé si protegido por ser gobernado, me susurra que es algo mucho más cruel y no me lo dice gritando para no asustarme, creyendo que si me lo introduce con la precaución de algo suave, con la menudencia de lo relativo, el miedo, será, como el vaivén de las olas de un mar tranquilo que empapa la playa sin la virulencia del temporal. Mientras, la aroma del café de media tarde vuelve a mí como vuelven los recuerdos de noches de amor desbocado sin límite. Casi eternos y eternas, cuando la juventud era un valor añadido a la fogosidad, el temperamento y al tiempo de desposesión de lo decente. Y ya duermes exhausta a mi lado.
Nos debemos a ellos. O eso me han enseñado. Así es el florecer. Así son los días que empujan los años, esos años que crean arrugas y destiñan princesas. Que consiguen hacerte creer más o nada. Y empujan con patadas despiadadas la juventud por cada uno de los poros de la piel. Y como quién cree posible retenerla cayendo en un ridículo absoluto, caemos casi todos, en el transcurrir de la descosida rutina loca y sin remordimientos.
Amanece que no es poco. Otra oportunidad para arrastrar otro día con la mejor sonrisa posible. ¿Somos capaces de ser felices únicamente con quererlo? O ¿Es la sociedad del capitalismo tan despiadada que sin un Iphone99 ni eso nos permite?