viernes, 15 de abril de 2011

Cualquiera puede ser Dios.


Era bizco. Por eso, siempre que tenía que meter la llave en el paño, cerraba un ojo, el desviado.  Sino, no había forma de acertar, por sereno que llegase. Las noches que venía borracho dormía en el rellano.  El día que encontraba un ligue, se pasaba el rato con el ojo guiñado. No para seducirla, eso le daba lo mismo, solo, por si en caso de encortar el clímax idóneo, poder acertar. Pues en más de una ocasión se había quedado con las ganas, de tanto intentarlo. Sufres de estrabismo, le contó una vez un medico. Soy bizco, concluyó el. Dios y ayuda le costó hallar una mujer para su vida. Y cuando lo hizo, se dio cuenta, que de lo que él padecía, según le contó su amor, era, de vista panorámica. Toda una suerte. Ella era invidente. Y ya saben, en la tierra de los ciegos el tuero es el rey. Imaginaros él, sólo, estrábico; Era dios.      

6 comentarios:

Lila Biscia dijo...

que buen relato!
me gusto mucho!
besos

Jou McQueen dijo...

Me alegro.

Un beso.

Malena dijo...

Jajajaja.
Acá tuvimos uno que fue presidente. Eso sí, la mujer no era ciega.

Jou McQueen dijo...

Malena, el muerto al hoyo y el vivo al bollo. Ya sabes.

Un saludo.

quimeras dijo...

siempre queda la esperaza de poder reinar en algún sitio no?

Jou McQueen dijo...

Yo, quiemeras, sería feliz reinando tan solo, en mis quimeras. Son todas anarquistas.

Un saludo.