martes, 24 de diciembre de 2013

Felices Fiestas

No soy mucho de Navidad. Ni de Cristo. Ni de todo lo que lo envuelve. No quiero hoy, empezar a cagarme en demasiadas cosas culpando en algo que no creo, como es la religión, todas y los religiosos, todos. La historia nos ha enseñado que para hacer algo es necesario moverse. Unidos. Igual que ya ha pasado anteriormente sin tantas facilidades como las que tenemos ahora y, sin embargo, no somos capaces de emprender nada. Es triste. A mí me parece triste.

Triste, que hoy los comedores sociales estén todos desbordados, con cada día menos ayudas. Triste, que pueda haber una sola persona que no sea nadie, nadie para el resto de la humanidad. Un sin nombre. Triste, que padres no puedan regalar un trozo de pan con chorizo a sus hijos. Triste, que niños mueran de hambre, aunque sea a diez mil kilómetros. Triste, que ancianas que han gastado sus vidas trabajando no tengan con qué sobrevivir. Triste, que retrocedamos en derechos cuarenta años. Triste, que un ser humano no sea capaz de ver que le sobra demasiado. Triste, la avaricia, de muchos ladrones impunes por ser políticos, banqueros o vistan de etiqueta. Triste, que tirar de la manta pueda ser una amenaza y no se haga. Triste, no poder cambiar el mundo en el que vivimos, ni tener intención. Triste, que sea todo tan difícil, porque el poder esté usurpado por viejos dinosaurios acomodados que no ven otro futuro que seguir viviendo como sanguijuelas de una sociedad acostumbrada a que la sangren, porqué os aseguro que yo no he estirado más el brazo que la manga e igual que yo la mayoría. Triste, perder la juventud por no tener el valor a causa de vivir seguramente demasiado acomodados. Triste, un sinfín de acontecimientos, de hechos, de quimeras que quedaran en eso.

A pesar de todo para mí, no puedo negar que serán unas navidades felices. Si nada cambia. Y me debo a ello, a ellos. Debo celebrarlo, festejar que un año más las cosas y nosotros seguimos bien, no más.


Felices Fiestas.             

sábado, 21 de diciembre de 2013

El lavaplatos (refrito)

Mientras tomaba el café de después de comer en el bar del lado de casa, escuché casi por casualidad a un par de amigos que se enzarzaban en una conversación de lo más entretenida.

El más alto y delgado le confesaba a su compañero el problema que tenía para poder acostarse con su mujer después del nacimiento y posterior cuarentena de su segundo hijo:
- No sé, se intentaba exculpar, si debe ser por haber visto durante todo este tiempo tanto porno por Internet, que ahora, cuando estoy follando con mi mujer, a media faena, se me pasa la libido y el aparato se desenchufa. Como si ella no cumpliera con las expectativas o yo, esperara, no sé, más goce, más gemidos, más desenfreno. En fin, que tengo que dejarlo, ir al ordenador, conectarme y acabar la faena sentado enfrente la pantalla. Y mi mujer se agarra unos cabreos de tres pares de cojones.
El otro amigo lo miraba como no entendiendo nada. Y en seguida le dijo:
-Pero si tu mujer estar muy buena. Con todo el entusiasmo.  Mira que a mi me pasa justo al contrario. Voy todo el día con ganas de pillar a la mía por banda y cuando no tiene trabajo, está cansada y cuando no, ocupada en que sé yo y no hay manera en que una noche liquide mi lujuria. ¿Sabes que podríamos hacer?
- ¿Qué?- Pregunto el otro, medio entusiasmado por pensar que tenía la solución a su problema de finalización.
-Un intercambio de pareja.
- ¡Ah! sí, como si estarán de acuerdo o eso sirviera para solucionar mí problema.
-No, pero el mío y el de tu mujer sí, que no es poco, y a más, la mía seguiría como siempre.
-Pero el mío no, a mí esto, antes, no me pasaba ¿Sabes porqué me separé de mi primera mujer?
-¡No!
-Pues porqué después de estar 2 años viviendo de puta madre con ella y teniendo todo el sexo que quería, nos casamos, nos fuimos a vivir juntos y al cabo de poco tiempo para qué nos acostáramos me pedía que le hiciera una serie de tareas del hogar, al final como yo no cumplía con la obligaciones que ella me había mandado y ella tampoco, me acosté con otra.
-¿Y cuando se enteró que le dijiste?
-¡Qué me había cansado de poner el lavaplatos!

En ese momento observé que era hora de volver al trabajo y me fui pensando, que eso era más económico que ir al sexólogo o al psicólogo.    

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Asesino

Soy un asesino de primaveras.
De atardeceres, de segundos, de instantes.
Malbaratamos escenas.
Cuerpos, direcciones, prisas y prosas.
Soy un asesino de otoños.
De hojas secas, de primeros fríos.
Malbaratamos días.
Como si nos sobraran.
Horas, minutos, segundos.
Qué creemos que no importan.
Soy un asesino de veranos.
De moscas, mosquitos y moscardones.
Malbaratamos retales,
Madrugadas eternas y atardeceres tardíos.
Largas tardes y cortas noches.
Soy, sin duda, un asesino de inviernos.
De heladas navidades, de fines de año.
Malbaratamos calor humano.
blancas nieves, gélidos besos y  rabias heredadas.

Soy un asesino, esperando ser asesinado. 
Vivimos para ser vistos y no nos atrevemos.
Vivimos para morir. Para morir un millón de veces.
Un millón y una en concreto.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Zurcido

Todo empieza como un descosido.
Un roto.
Desgastado por el paso imperturbable del tiempo.
Tela desfilada.
Caminando por el desfiladero.
Siempre empieza quebrándose por perder consistencia.
Un desgarro.
Escena del pasado, ilusión de un recuerdo.
Una pequeña brecha carente de clemencia.
Implosión e inmediata, si no se remedia, explosión.
Luego, en seguida, no habrá remiendo ni zurcido
Que lo subsane.  

miércoles, 20 de noviembre de 2013

La muerte

Media mañana. Espero en la consulta del medico los resultados de unos análisis que me hicieron días atrás. Es curioso que a través de la sangre puedan reafirmar mis sensaciones corporales que tantos días llevo arrastrando e intentando,
convencer al medico de que no son normales a mi edad. Siempre he sido un poco hipocondríaco y creo que lo sabe. Mientras, a mi lado una señora mayor, de unos ochenta, espera como yo un propósito para mejorar su disposición, sin embargo, creo que la naturaleza le es más atroz a ella, aunque no siempre sea así. Sólo de pensarlo, me pongo malo. Entre tanto, entra un señor mayor, no sé descubrir si de su edad, un poco más joven o un poco mayor, de 70 arriba el aspecto no justifica la edad o al revés. La señora, con aliento cansado, le dice: -Hola Juan- A lo que el responde, muy correctamente, con un –Buenos días Luisa ¿Cómo está?- Ella, deja pasar una medio sonrisa y contesta:-Ya ves, aquí- cómo resignada de su propio cuerpo. Y añade: - ¿Y Consuelo, como está?- El hombre queda unos segundos callado y contesta:-Falleció el pasado día 6. Se me murió.
Y ese “se me murió” entra en la conciencia de la señora como un puñal. Porqué, supongo, a esas edades, la posesión encarna algo mucho más romántico que cuando uno es joven. Un lazo invisible casi indestructible, que sin saber, te arrastra, a menudo, allí donde el otro va. Quizás por deseo, quizás recelo. Después de darle el pésame de la forma más profunda que se puede dar y excusarse por no asistir al entierro por falta de conocimiento, se levanta y olvida su visita al medico. Echo, que hubiera tenido que hacer yo, después de que los malditos resultados, volvieran a contradecir las sensaciones de mi cuerpo, y el médico con eso, es como algunos con dios. Gracias a la ciencia eso, gracias a la ciencia aquello y aún no ha podido desmontar el catolicismo… Puede, que porqué no haga falta.


Medio día. Después de comer me invade un profundo sueño. Me preocupo por creer que no sea la muerte disfrazada de siesta, sin embargo, es tan dulce igual que los besos al principio de un noviazgo, que me dejo llevar por él. No tengo valor ni de despedirme. Únicamente, espero que la muerte sea algo parecido a esto. Pues en dios no creo.       

jueves, 14 de noviembre de 2013

Auténtica tragedia

Es tan largo el horizonte y tan estrecho el escenario.
Es tan infinito el cielo y tan  abyecto el techo,
Que cualquier intento de semejanza, deriva al final;
En algo temerario.

La realidad desparrama crudeza.
Con tal dureza que lo melodramático
o cualquier tragedia, es un atleta asmático,
 intentando seguir. Tono de pena, 
tan solo queda sufrir.

Lo gritos parecen susurros,
No lamentos ni aullidos.
Voces que nacen muertas,
No muertos que echan voces.  

Ningún drama escénico
Alcanza los niveles de la vida.
La escena más grotesca

Resulta en comparación; Ridícula. 

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Calle 13 - Muti_Viral (Lyric Video)

http://www.youtube.com/v/ooDf1hCJZOc?version=3&autohide=1&showinfo=1&autohide=1&autoplay=1&feature=share&attribution_tag=mKMr-OetOvUYEO0yoqnMWw

martes, 5 de noviembre de 2013

Vino



Despierto. Recuerdo que he soñado mitades. Mitades de todo: de cuerpos, de paisajes, de lugares, de caras, de cielos, de espejos, de ventanas, de pájaros, de palabras, de frases, de hechos, de pasados y de conversaciones. Desconozco el por qué y eso me inquieta. Lo primero que hago es mirar la cara de mi compañera y la observo al completo. Quizás, me pase porqué una parte de mi no quería soñar con eso o por tener la sensación de que me falta la mitad de algo. Sigo con mi rutina.

Media mañana. Le pedio a la camarera un bocadillo de jamón y al traérmelo veo que es un mini, o sea, la mitad de lo que pedí. De repente, recuerdo lo soñado, todas esas mitades. Al dejarme el bocata me dice sin saber yo el por qué -ando buscando nuevos horizontes- cómo quién busca la pareja de ese calcetín que lleva tanto tiempo tan solo en el cajón que casi ya hemos olvidado que una vez, fueron dos. Por unos segundos me imagino de capitán del barco en el que ella intenta en los mares del sur, encontrar esos nuevos horizontes. La culpa de estas fantasías, es de mi padre, pues de pequeño me contó que nuestra familia descendida de unos piratas de los mares del sur y, desde entonces,  la imaginación, a la que puede, carbura disfrazarme de pirata y navegar por fuertes olajes naufragando, a menudo, en pequeños islotes, donde conocer la soledad. Me muerdo la lengua, como señal inequívoca, que estoy de cuerpo presente pero con la mente en otro lugar. ¿Pueden ser esas mitades mías, que siempre viajan a sus anchas, las que ando buscando ensueños? No lo sé.

Medio día. Suena mi teléfono. Descuelgo y la voz de una anciana empieza a llamarme Juan.
-          Disculpe señora, pero creo que se equivoca, no soy Juan. Le digo.
-          Juan ¿me oyes? Ella insiste. Creo que no me escucha.
-          ¡No señora, que no soy Juan, aquí no hay ningún Juan! Alzo la voz, pues creo que es un poco sorda.
-          ¡Bueno, pero no hace falta que me chille! Me dice.
-          Ah! Es que creía que no me oía…
-          Soñé contigo. Me suelta.
-          Lo dudo. Contesto.
-          Que sí hombre, que sí. De cuando éramos jóvenes. De todos esos buenos ratos que pasamos. ¿Te acuerdas Juan?
-          La verdad es que no. No sé bien como actuar.
-          ¿Cómo te vas acordar si estás muerto? Ay Juan, siempre has sido igual.  
-          ¿Y donde me has llamado? Pregunto, sobrecogido.
-          Cada noche vivo una nueva juventud, en cada sueño, una vida distinta a la real, contigo, como antes, un aliciente, para vivir un día más.
-          Pues… hasta esta noche, me despido, como difunto marido. Cuelgo.

Me da miedo ser un difunto marido y me da miedo que vuelva a llamarme. Dudo que pueda soportar otra conversación como esta, porqué casi nunca acaban bien. Abro la nevera y observo una botella de vino a la mitad, por unos segundos, no sé si está medio llena o medio vacía.           

lunes, 21 de octubre de 2013

La felicidad

La manzana se halla tumbada
En el jardín de la odisea.
Los enanos bailan solos
Movidos por los vientos.
La serpiente huye despavorida
Por el brotar de vida.
No hay hierba fresca, ni galantería foral,
Más bien, la vegetación escasea
Y la luz, es artificial.

Los Gnomos son dueños.
Actores de sueños. Propietarios
De instantes fugaces, eternos.
Todos. Sin ser concientes, ellos.
Pequeñas criaturas. Diminutos
Hombrecillos, que van de aquí para allá.
Cómo recogiendo quimeras.
Sin tiempo que perder.
Corretean entre árboles deshojados,
Cursos de ríos enjaulados,
Esquivando peceras vacías
Y pájaros volando en cuadros.

Descomponen el paraíso
Transformándolo en un desbarajuste.
Alterando el horizonte y el convivir:
Paisaje lunar donde pasear.
Mientras, sieguen revoloteando,
Igual que insectos en el fruto podrido,

Por la felicidad. 

Elliott Smith - Between The Bars (Subtitulado en Español)

martes, 8 de octubre de 2013

Mentira, todo es mentira



Media tarde. Me aburro. No sé en qué pensar. Esperaré a que llegue mi compañera para decirle que le he sido infiel. Que le he puesto los cuernos (desconozco porqué esa expresión) con una morena delgada. Por culpa del maldito pasado. Culpa de esa chica del turbante, esa niña de mi juventud que nunca, ya no es que ni siquiera quiso ser mi novia, si no que nunca me dejo tocarle su poco pecho. Y eso, me ha pesado toda la vida, porqué después, en seguida, llegó ella, con sus hermosos pechos, pero bastante más grandes que los de la chica esa, esos que nunca toqué. Y, seguramente, esa añoranza de lo que no conseguí me ha hecho tropezar con una morena que no tenía mucho de nada y nada de todo.

En el ocaso. Debo ensayar. Para conseguir que me crea. Que crea que realmente lo he hecho. Así podré descubrir su reacción. A su vez, desconozco cuanto aguantaré esta mentira. Soy un mal farsante. Se me ve la mentira por debajo de la nariz. Es como una brisa, una sonrisa, leve pero delatora. También mi carácter es fuerte y si lo primero que hace es meterse con mi madre ya la tendremos liada. Si la nombra me cabrearé. Debo seguir ensayando.

De noche. Llega ella, como casi siempre y con razón, cansada de trabajar. Los nervios me comen por dentro. Tanto lo he estado ensayando que casi me lo creo hasta yo. Por unos momentos me caigo mal. Mi moralidad no vale nada, estoy apunto de desmoronarme y pedirle perdón, llorando, por haber hecho algo que nunca hice. Hay que joderse que cabrones son los sentimientos. En fin, le pongo coraje y voy hacía delante.

-Me he acostado con una morena. Le digo.
-¡Hijo de puta! Contesta.


Ya la tenemos liada. ¿Cómo le explico ahora que era únicamente para distraerme?        

viernes, 4 de octubre de 2013

Cada Una De Tus Cosas




Refrito de "Alejarse"

Medio día. Hoy he comido de restaurante o mejor dicho de menú. Con la prensa, solo, y con esa tranquilidad que a veces busco, no para nada. Quizás, para sentir la sensación de falta de actividad a mí alrededor sin ser yo quién procuré instaurar un orden, a veces, casi imposible.

Media tarde. Intento recordar qué he comido que me está dando esta digestión tan pesada. Y después de recapacitarlo mucho, llego a la hipótesis, que no conclusión, de que han sido todas las noticias leídas, tan difíciles de tragar. Si pudiera, igual que con los alimentos, conseguir hacerme venir arcadas para vomitarlas todas, lo haría. Las dejaría perder retrete abajo. Pero no se puede, son más parecidas al frío. Que se mete adentro y cuesta dios y ayuda sacártelo. A veces, incluso, he tardado semanas en recuperarme. El frío, comparte síntomas con el miedo. Sin embargo, con agua caliente, se mejora mucho. El miedo es un mal compañero y el frío también. Si tuviera que elegir a uno no sabría con cual quedarme. Tanto me ha invadido uno como otro, y en ocasiones, sin razón aparente. Y acojona. Algunas madrugadas, después de ducharme, cuando el cristal aún está empañado por el vapor del agua, mientras me seco, me observo y me veo en él, con la boca llena de petróleo, entonces, me apresuro a pasar la mano para retornar ese vapor en gotas de agua y que el cristal vuelva a un reflejo correcto, decapitando la imagen. Sacándome esa idea de la cabeza. Y acojona, acojona el no saber porqué pasa, y acojona el saber que ocurre estando despierto, que no es un sueño. Pero me lavo los dientes, escupo la espumosidad de
la pasta de dientes como si fuera el petróleo, me impregno de desodorante y colonia y me voy desnudo al armario a empezar un nuevo día. Olvidando la imagen desagradable y sin querer saber el por qué.

Ocaso. No cenaré. Tengo aún todas las noticias atravesadas en el estómago. Me es imposible digerir a Rajoy y sus mentiras, a Aguirre y su mierda que le sale por la boca. A Gallardón y su forma de salvar vidas o destruirlas. A Montoro y su chulería pedante desafiando o retando a quien le cuestiona lo mal que lo hace todo. A de Guindos, a Mato, a Pastor o a cualquier otro, a Urdangarin a la Infanta, a el bigotes a todo ese sin fin de banqueros que a parte de engañar a millones de personas, la mayoría gente mayor, se retiran con jubilaciones millonarias, con toda la desvergüenza de los sinvergüenzas.

Media noche. Antes de dormirme, recuerdo esa conversación al despedirnos del día en que nos conocimos. Hay momentos que no se olvidan y sin duda, hay otros que olvidamos demasiado deprisa.
-           
-          Te estoy mirando el culo. Le dije.
-           Lo sé. Contesto.
-          Te lo digo porqué lo sepas. Insistí.
-          Te acabo de decir que lo sé.
-          Si pero así lo sabes más. Seguro te lo estoy mirando. Porqué sé que te gusta.
-          No me conoces de nada. Replicó.
-          Pero lo sé. Volví a insistir.
-          ¿Qué nos queda? Preguntó.
-          Todo o nada. Le grite.


Y se alejo.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Sin respuesta

De madrugada. Tenemos, no he acabado de descubrir nunca el  por qué, la mala costumbre de soñar. A menudo, extrañas vivencias que seguramente, nunca viviremos si no es en ese estado. Yo, los vivo con tal fuerza que no se alejan mucho a la realidad. Si es que la realidad es la realidad. A veces, me gusta más mi existencia mientras duermo que estando despierto ¿Será por eso que me gusta tanto dormir?  Hay madrugadas en los que es como si no acabará de despertar.

El otro día, desayunando con un amigo me contaba, con una actitud entre morbosa y preocupada, que llevaba más de dos semanas soñando que tenía relaciones sexuales con la madre de su pareja. Una mujer de cierta edad, que siempre según él, no estaba del todo mal. Me explicaba, que sufría una atracción similar a la gravedad o que para él era como un imán, supongo el polo negativo. Resulta que soñaba que ella llegaba para ver a su hija, no la encontraba y al cabo de poco ya estaban los dos, en el sofá, dándoselo todo. Nunca, ni de día o ni de noche, los pillaba su pareja esa que dormía tranquilamente a su lado, soñando en vete tú a saber qué. -¿Qué estás peleado con tu pareja?- pregunté yo, un poco a lo Freud. –No- responsó él, medio alterado. –Quizás sea ella quién sabe algo que tú no sepas- le dije. -¿Qué quieres decir? Me dijo preocupado.  –Y yo que sé- Le contesté acorralado por mis propias palabras, es que no aprendo. Y así lo dejamos.

Medio día. Mientras comía con mi mujer me imaginaba que llegaba su madre y ella no estaba. La casa, se me hacía pequeña y empezaba a creer que los dos no cabíamos. En fin, que cómo educación aún me queda un poco, me iba yo, a correr o corriendo. Mi mujer, me miró y me pregunto: -¿Te pasa algo? Tienes mala cara.


¡¿Qué puedo contestar?!       

jueves, 26 de septiembre de 2013

Sin bragas

En el ocaso. Mientras subía las escaleras para llegar a casa me encuentro a la vecina, de pie, en el descansillo, en camisón y cara de circunstancia.

- Buenas noches. Digo.
- Buenas noches. Responde ella.
- ¿Algún problema? Pregunto por cortesía.
- Sí, me he quedado encerrada fuera. Quería sacar la basura al descansillo para cuando llegara mi marido la bajara al container y se me cerró la maldita puerta.
- ¿Quieres esperarlo en mi casa? ¿Sobre a que hora suele llegar?
- Pues sí, la verdad, me haría un favor. Normalmente llega a las 22:30. A veces antes y otras después.
- Venga usted conmigo.

Debo explicar que la vecina tiene 40 i tantos y para mí entender, está muy bien. Tiene ese punto de no sé qué que te pone un poco tonto. Mientras subíamos hacía mi piso,  deseaba que en casa, no sé por qué pues siempre he sido muy fiel, no estuviera mi mujer. Justo antes de dar la primera vuelta en la cerradura se me acercó un poco y susurrando me dijo: -No llevo bragas. Y sonrió. Como me sorprendió y olía a película guarra, intenté no saber muy bien porqué me dijo eso y para aclararme un poco se lo pedí. Respondió que lo decía porque le daba vergüenza y si yo ya lo sabía se le haría más llevadero, a mí, todo lo contrario.
Entramos y mi mujer aún no había llegado. Le dije que se sentara en el sillón y si querría alguna cosa, me pidió, como quien pide un vaso de agua, un cunnilingus. Únicamente pude pensar que eso era una secuencia de peli porno filmada en modo cámara oculta. Eso en la vida real no pasa. La miré, allí, sentada con poca ropa, sola ante el mundo, y le dije: - No tienes tú pinta de muy limpia. Tal fue el cabreo, que agarró la puerta y marchó- como soy un poco sadomasoquista- salí tras suyo para pedirle disculpas y observé como cogía la llave de debajo de su felpudo (el del piso) y entró.

De noche. Antes de dormirme sin explicarle nada a mi mujer ¿Para que´? pienso, que sé que eso no pasa todos los días y seguramente no vuelva a ocurrirme jamás, pero, joder, un cunnilingus de buenas a primeras.

     http://www.youtube.com/watch?v=hLhN__oEHaw

martes, 24 de septiembre de 2013

Pensar

Pienso en no pensar.
Porqué pienso:

Pienso en mutilarme,
Sin embargo, desconozco que me sobra.
Quizás el meñique, quizás una oreja.
Quizás el cerebelo, quizás esa promesa.

Pienso en amputarme,
Sin embargo, no sé que me estorba,
Quizás un brazo, quizás una pierna,
Quizás las alas,  quizás la lengua.

Pienso en segarme,
Sin embargo, ignoro que estrofa,
Quizás el futuro, quizás el pasado,
Quizás el Do alto, quizás el enjambre.

Pienso en no pensar.
En no pensar y pienso.
Pienso, sin querer pensar.
Sin querer pensar;
En lo que pienso.  


miércoles, 18 de septiembre de 2013

Nutrición

Desayunando. La camarera, desconozco como hemos llegado hasta este punto, me cuenta que ayer por la noche hizo el amor con su pareja. No sé que contestarle y en mí una pregunta no para de rondar.
Voy cavilando… ¿Qué postura es la que te gusta más? Aunque, seguramente, está no es la mejor formulación. Quizás, sería: ¿Qué postura te da más gusto? Sin embargo, puede que la postura que le de más gusto no sea la que le gusta o excita más, mientras, ella, sigue explicándome no sé qué y las mesas de alrededor esperan que las sirva. Intento aclararme, si debo, puedo, y creo, que se lo tengo preguntar. Quizás porqué se de cuanta que he perdido un poco de atención, siempre he tenido déficit de atención, ahora se le llama así, cuando era pequeño, mi madre me llamaba despistado, pero crecí y el despiste, por haber hecho buenas migas, no me ha querido abandonar. O por darse cuenta que otros reclaman su presencia me deja allí, con la miel en los labios, con la pregunta deambulando por la boca, tímida de salir, igual que la lengua en los primeros besos de adolescencia.
La verdad es que el sexo me interesa, no tener sexo, si no entenderlo, a menudo hablas de este tema y ya solo creen que es para llevarlo a a cabo, me interesa igual que la soledad y algunos otros sentimientos, no todos, la muerte, y todo esté embrollo de extrañezas que forma nuestra existencia. Sé, que puedo buscar en Google todo, pero la frialdad y la distancia no tiene nada que ver con una buena charla.

Pago y me voy masticando la pregunta que no ha querido o podido salir, si no la digiero de hoy a mañana, tendré que regurgitarla. Por ver, si me ayuda un poco en mi nutrición.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Al atardecer.


Al atardecer. Podría escribir de Madrid 2020; de lo que puedo haber sido y no fue. De la Via per l’independència; de lo que puedo haber no sido y fue o de la mala leche que gastan los ultras por Madrid cuando se topa, a voluntad propia, con algún catalán. Del suicidio ajeno. De las bragas de las mujeres, bragas que deberían llevar las hijas y llevan las madres o al revés ¡Qué curioso! De la cena. Del desayuno igual que siempre. De las quejas de la camarera a mí, por cosas que le hacen el resto de la sociedad y yo, que le puedo o voy hacer. Del deporte que se queda en otra necesidad perdida o de la música que escucho mientras escribo esto, aunque os la podéis imaginar. O del inglés, si es que a eso se le puede llamar inglés, de la alcaldesa de Madrid. Sin embargo, la verdad, es que doy tantas vueltas por qué no sé qué palo tocar.  Quizás de la muerte de Jimmy Fontana y su mundo, este mundo, que como canta, no para por nada ni nadie de girar.  

Al atardecer, espero que la noche se escampe con toda su aroma por todos los rincones, para vivirla a lo opuesto que lo hice años atrás. Aunque haya gente que no se dé cuenta o no quiera hacerlo, puedo jurar que a veces el susto que me dan algunos al girarse es demoledor, no coinciden a mí entender la vestimenta con las arrugas de su rostro, el tiempo pasa sin piedad para ninguno de nosotros. Y en esta ocasión, únicamente tenemos dos caminos a elegir: hacernos viejos o morirnos. Vivimos arrestados por el policía menos benévolo. Vivimos sometidos al conocimiento de que es un tiempo definido. Pero vivimos al fin y al cabo. Estamos vivos. Hasta que no nos demuestren lo contrario. El atardecer se muere. Y este post con él.     

sábado, 7 de septiembre de 2013

viernes, 6 de septiembre de 2013

Un perro como excusa


Al amanecer. Padezco el mal hábito de tener que madrugar. Un hábito del que nunca acabo de acostumbrarme. Salgo de casa cuando el rocío aún es dueño de las cabezas de la mayoría de la vegetación y de la mía. Justo en el momento en qué el día rompe la noche y la luz la oscuridad. En ese momento que casi nada ni nadie se mueve. Sin embargo, cada día, hay una chica que sube la calle con un perro enorme, peludo, de mucha baba, con cara de pocos amigos y con cuerpo de cagar más que una persona adulta. Ella, normalmente viste la parte superior de un chándal y unas mallas (ahora serían leggings) de color negro. Gafas de pasta negras y peinada, como si se hubiera intentado arreglar pero sin acabar de conseguirlo.  Mientras, a su vez, dobla la esquina un chico, con un Chihuahua blanco, pequeño, nervioso e inquieto, igual que el niño que tiene pis y no encuentra un retrete rápido. A menudo sin darse cuenta ellos, nos cruzamos los tres, pero yo no existo en su realidad. Sus miradas se clavan como se clavan las de sus perros, perros que son excusa des de hace mucho tiempo. Y las mismas ganas que tienen los chuchos en empezar un juego que no sabes nunca como acabará es la timidez que en ellos les aleja de ese mismo juego. Y con un tenue -Buen día- dejan morir una oportunidad tras otra un día tras otro. Y yo, me voy pensando, que quizás sea la mejor manera de conseguir que ella al cabo de unos años no le haya querido cambiar, ni él a ella tampoco. Pues a menudo, las particularidades que al principio les hacían tilín (siempre me ha gustado está expresión y nunca he sabido de donde viene) al pasar el tiempo les haga un tostón. Otros días, creo, que él espera (seguramente lo piense yo y no él, ¡eso seguro! Pero quiero decir que quizás él lo piensa, en fin, me estoy liando) que ella le embauca, como la cosa va de perros, a cuatro patas paraa quitarle las penas; como dice la canción. Ella, quizás piense en silencio, por esa extraña educación católica que gracias a dios se va perdiendo, que debe callar por ser él quién cree que tiene que dar el primer paso. Mientras cada amanecer las excusas o los perros únicamente acaba haciendo sus necesidades delante de mi casa, sin que transcurra más nada que un sinfín de contrabandistas sueños mudos entre ellos.


Media mañana. Recuerdo mientras desayuno las vacaciones y doy más significado a esas palabras que unos días atrás escuché en la radio, cuando un profesor de no sé qué universidad explicaba que lo importante del viaje de tus sueños y lo que lo hará maravilloso, sin duda, no es el lugar qué elegir: si no la compañía.          

viernes, 30 de agosto de 2013

Un relación formal.

Al amanecer. Nunca me ha gustado levantarme en cama extraña. Sin embargo, hoy, tropiezo con unas sabanas que no conozco. Con un colchón que me da dolor de espalda, una almohada que me destroza las cervicales y una compañía que casi no recuerdo el por qué duermo a su lado. Dentro de mi cabeza hay una tormenta de nubes negras y chaparrones, de truenos y relámpagos, de cantos de sirena y de acantilados. No me importa que hora es. Ella sigue durmiendo, desnuda, tan ricamente en su cama, porqué supongo, debe de ser su cama. Nunca me ha gustado levantarme en cama extraña: Pues no sé donde está lo necesario para hacer café. No recuerdo su nombre ni creo, que quiera recordarlo. No lo encuentro imprescindible. De vez en cuando, llueve serenidad debajo de la ducha. Con gotas de agua frías que cortan la sensatez como cuchillas. Miedo, no tengo miedo, de decir que no la necesito; Porqué no la necesito. Ella a mi, seguramente, tampoco. No busco una relación humana, ni carnal, no busco nada y ayer no sé que buscaba, pero ahora, no me importa. Debo irme. Si se despierta me despediré, si no, le dejaré una nota. Una nota que diga:

Buenos días.

No soy quien por aconsejarte que lo mejor que puede haberte pasado es que me haya ido. Suelo mentir. Y mentiría si te cuento que me ha gustado, porqué no lo recuerdo. No sé si estuve o no a la altura de tus expectativas, desearía que sí, ya que me has dado cobijo. Pero es que nunca me ha gustado levantarme en cama extraña y si me quedo puede, que vuelva a dormirme y después, ya no sería cama extraña. En fin, si algún día te veo por la calle y no te saludo no lo tomes a mal, será, únicamente, por no recordarte. Espero no haberte dado ningún dato personal; Podrías ser la mujer de mi vida y tener donde encontrarme para recordármelo. Un beso, suave, como mi despedida. Estás muy sexy desnuda, tienes un cuerpo maravilloso, si supiera pintar te pintaría, pero dios no me dio ese don y sí el de la huida. Creo que tengo alergia a sufrir.

Hasta cuando el destino quiera (aunque no creo en el destino).

Un saludo.  


Media mañana. Sentado en un banco de la ciudad observo a las mujeres que pasan por delante de mí, mientras recapacito que ella podría ser cualquiera. No sé si dejar de beber o buscar una relación formal.

martes, 20 de agosto de 2013

¿Que por qué estaba yo con esa mujer?

¿Que por qué estaba yo con esa mujer? Porque me recuerda a ti. De hecho, me recuerda a ti más que tú. Groucho Mar

Lunes. Hace unos años, no he calculado cuantos, que murió Groucho Marx. Leo algunas frases suyas con gracia que se pueden encontrar por Internet, igual que un legado a la humanidad. Desde la ironía. Cómo si nos transfiriera a través de unas oraciones sus experiencias, parecido a los mandamientos, pero sin embargo, me suenan mucho más terrenales.


He seleccionada dicha frase, pues creo que a parte de ser la excusa perfecta podría, esconder a menudo, una gran verdad. El tiempo lo cambia todo y nosotros estamos dentro de ese todo. 


martes, 30 de julio de 2013

Un poco de verdad

Seguramente, conoceréis, que me entusiasma Miguel Hernández, Juan José Millás, Unamuno, la música, la izquierda, o más bien el socialismo, las bicicletas, el rock, el amor, el desamor, escribir, escuchar, leer, conversar, la cerveza fría, una Jack Daniel's de vez en cuando, la poesía, como escribís la mayoría, las mujeres, sus curvas, las montañas, la playa y sobretodo, estar vivo. Intentar deshacer las nubes negras y los entresijos del día a día.

A veces os miento, a menudo no. En fin: Un poco de verdad. Algunos ya lo sabréis: tengo dos hijos. El miedo nació en el mismo segundo en qué mi hija, la mayor, salía desde el vientre de su madre a este mundo a través de un orificio que hasta entonces creía sagrado, iluso. La divinidad ( al orificio), se la otorgue en ese mismo momento de eternidad. Y la vida, la mía, tomó otro sentido. El segundo fue igual de especial, pero no novedoso, es lo que tiene ser el segundo, supongo.
La semana pasada (nunca he sido demasiado temeroso) alquile una auto caravana y tomé rumbo a Paris. Con mi compañera y los peques. La mayor, hacía ya tiempo que tenía la hucha de disneyland llena, ilusa. Conduje no sé cuantas horas ni sé, cuantos quilómetros, pero al fin llegamos. A media tarde, con suficientes horas por delante para conseguir cosechar niervos para ese “mañana” tan especial. Al día siguiente madrugamos, todos, y hasta las diez de la mañana que no abren el parque lo pasamos como pudimos. Al entrar y cruzar por debajo del castillo de no sé yo que princesa os podéis imaginar su cara y la mía. Así, hasta las once de la noche cuando acabo la increíble traca final, de proyecciones, petardos y fuego. Extraordinario. De repente, la masa se levanto e intento salir a la vez, con un carrito de dos, os puedo jurar que es complicadísimo, y en medio de la muchedumbre oí un grito masculino: “NEEENA!!!” Y la nena, que estaba un poco más hacía adelante en seguida respondió; -Aquí. Y desconozco si fue por la tensión, la ilusión, el cansancio o qué sé yo, que en ese instante empecé a reír y no podía parar. La nena, de cuarenta y tantos, de todos esos miles de personas, sabía que era ella, la nena que buscaban, será porqué los españoles somos así, o solo algunos. 
Al día siguiente, más de lo mismo, más Disneyland. Al tercer día visitamos París ¡Qué bonito es París! No me canso de ir y volver. Seguramente, mis hijos no se acordarán, pero yo sí. 
Después, como conducir nunca me ha supuesto un esfuerzo, al ir bajando nos desviamos hacía los Alpes, a Chamonix, un pueblo en la falda del Montblanc. Para acabar de pasar allí los días que nos restaban. Excursiones por la montaña, visitamos un glaciar, subimos en telecabina, en un tren realmente bucólico, y nos alojados en un camping pequeño y muy bonito. Pasamos las horas, viendo el tiempo, como dice la canción: tiempo para jugar, para pensar, para aprender, tiempo para querer. Sin embargo no se detiene.

Y hoy, ya volvemos a estar metidos en esta rutina tan conocida. Para que nos dure un año lo que nos dura un sueño. Hoy, que me he sacado un poco esa mascara que suelo usar para escribir, me pregunto ¿Por qué? Y no lo sé. Jodida calor, ablanda a cualquiera.                

sábado, 13 de julio de 2013

Abismo


A veces, el abismo
es tan profundo, que
únicamente, deseo,
encontrar su final.

miércoles, 3 de julio de 2013

Primera cita

Obra de Joan Mateu
Media noche. Me intento dormir con no sé si el deseo, la quimera, el saberse no posible, de querer ser un intelectual y tener como esposa una bailarina flamenca. ¿Por qué? Lo desconozco.  A veces, me hubiera gustado ser un bandolero, otras un guerrillero en la trinchera. Elvis. Barba negra. Conde duque de Olivares. Fausto Coppi. Johnny Depp. Joe Frazier. Para elegir vidas no tengo demasiados complejos. Me gustaría vivirlo todo y, sin embargo, únicamente podemos vivir una vida. Una bailarina flamenca de esas de pelo color azabache, ondulado, con mecedoras caderas y unos pechos no demasiado grandes ni demasiado pequeños. Ojos del mismo color que su pelo y que al bailar pareciera un yegua de paso elegante. Sensual. Carnal. Como si cada movimiento fuera una insinuación de lo que viniera a continuación. Empieza hacer un desmesurado calor para poder dormir a gusto. Quizás, por esto, no consigo empezar un sueño ni sacar de mi cabeza la añoranza de las vacaciones con olor a olivos.

De madrugada. Entrando en la ducha me pregunto para qué se debe tener que ser más valiente: ¿Para dejar que la vida acabé contigo o para acabar tu con ella?  Las perdidas cercanas son como encontrar una habitación vacía. El dolor más fuerte únicamente se puede sentir por amor. El desamor es una réplica en miniatura. Y la sensación de saber que ya nada ni nadie podrá llenarte ese lugar que ha quedado adentro es tan pesada como el hueco de la ausencia. El agua igual que siempre se va por el desagüe sin más intención que esa. Al hacerte mayor, viejo, vas perdido la verdadera libertad, esa, que es, poder gozar de la presencia de todos a quien quieres. Sin echar de menos a nadie. Eso si es libertad. No sé, si soy un valiente o un cagón, pero creo que prefiero que sea la vida quién acabe conmigo.


Media mañana. Voy a desayunar. Le preguntaré a la camarera si es niño o niña y que nombre le va a poner. Cuando me lo diga, contestaré: -¡Qué bonito! Porqué cuando uno elije un nombre para su hijo es, por un par de razones, o porqué le parece bonito o por qué viene (el nombre) de una historia bonita (para él o ella, por su puesto). Es como en una primera cita con una chica, sin lugar a dudas lo primero que debes decirle al verla es: - ¡Qué guapa estás! Porqué, seguro, se ha estado vistiendo y desvistiendo, durante una hora para acabar poniéndose, lo que para ella le sienta mejor y creer que a él también le gustará. Aunque nunca he acabado follando en una primera cita.        

viernes, 28 de junio de 2013

Ayer no tenía que terminar nunca


                De madrugada. Despertarse, por obligación, cada día a las seis de la mañana es una mierda en el primer momento, luego, cuando vences con perseverancia el sueño, no. Se le da la vuelta a la sensación igual que a un calcetín. Y si puedes, a media mañana, desayunas como un campeón durante media hora, con la prensa delante ya es, casi, un placer. En los días en que no consigues espolearte y el sueño parece no despegarse  de la piel, deambulas en todo lo que haces. Eso, sucede cuando la noche anterior has ido a la cama, más tarde de lo que el cuerpo lo permite. Ayer, fui de concierto. Y un concierto, es como tener sexo, puedes acabar queriendo más o pidiendo la hora. Algunos se te hacen cortos y otros, sin embargo, interminables. Puedes gritar y darlo todo o aburrirte cómo una ostra (pero, ¿por qué se aburren las ostras?) Puedes, chillar incluso jadear o estar callado. Desear un bis o que se termine. Ayer, no tenía que terminar nunca.

Media mañana. Desayuno como un campeón. Donde siempre. Me tomo una coca-cola, nunca me ha gustado la Pepsi, y un café doble, intento rehacerme o rearmarme por lo que me queda de mañana. La camarera debe notar mi somnolencia y no me hace demasiado caso. Cada vez, está más ancha. Hay mujeres que el embarazo les sienta bien y otras, que les sienta fatal; interiormente y exteriormente. Incluso, se ve, y digo se ve, porqué en los embarazos de mis dos hijos no me ha ocurrido, que hay mujeres que les aumenta el deseo sexual, supongo debe tener su base científica, yo, no lo he podido estudiar. Pero sé, he comprobado, que alguna, algunas se les reduce casi a la nada. Soy curioso y no puedo evitarlo. Le pregunto: -¿Estando embarazada tienes más o menos ganas de tener sexo?  Me mira, sonríe, y contesta:- Ninguna. Esta experiencia ya la he vivido y dejo la conversación aquí. Seguramente, pensará que soy un depravado, pero por suerte o desgracia (no lo sé) no me importa.


Medio día. No como. Me voy aprovechar el rato que tengo para dormir. No sé porqué, pues dicen que el sueño no se recupera. Sueño que la camarera es una preñada pervertida y viciosa que únicamente desea y me lo hace saber, que la folle encima de la barra, en todas las posturas posibles en que su estado lo permita, mi moral no me lo aprueba. Puta moral, hasta en sueños jode. Puta educación católica. Puta vida. Ni en una realidad paralela creada por y para mí consigo cambiarme. Otro mal despertar. Las siestas demasiado largas nunca me han sentado bien.      

viernes, 21 de junio de 2013

Cuándo ya noches mías (Idea Vilariño)

Cuándo ya noches mías
ignoradas e intactas,
sin roces.

Cuándo aromas sin mezclas
inviolados.

Cuándo yo estrella fría
y no flor en un ramo de colores.

Y cuando ya mi vida,
mi ardua vida,
en soledad
como una lenta gota
queriendo caer siempre
y siempre sostenida
cargándose, llenándose
de sí misma, temblando,
apurando su brillo
y su retorno al río.

Ya sin temblor ni luz
cayendo oscuramente.

jueves, 20 de junio de 2013

La vida

Te fuiste.
A prisas.
Sin despidos improcedentes.
Sin tristezas inventadas.
Ni miradas desesperadas.

Te fuiste.
Igual que se va a veces

La vida. 

viernes, 14 de junio de 2013

Sentir

Media mañana. La camarera está preñada. No me extraña. Todo va hoy a otra velocidad ¿Será porqué su paso ha cambiado? En una mesa frente a la mía hay un chico con barba, pelo largo un poco ondulado, un jersey de lana marrón (estamos en verano o casi ¿no se debe haber percatado?) la parte inferior no la veo pues la mesa me lo esconde. Está tomando un té, con una parsimonia increíble. Durante unos segundos, me quedo pensando a quien me recuerda, hasta que caigo en la cuenta (no lo entiendo
mujer preñanda
http://adriavolta.blogspot.com.es/
esto de caer en la cuenta) de que es la viva imagen, si es que esta vivo, de Jesucristo. El hecho de qué esté tomando algo alivia mi preocupación de que sea una visión, únicamente mía. No sabría como afrontar de tener que ahora, a mi edad, hacerme creyente. Mientras estoy desayunando me llama un amigo, uno de esos que si no es importante, casi nunca te llama, lo dice todo a medias y por watts. Me temo lo peor. Y así es. Su mujer no le ha abandonado. Es que también soy amigo de ella y seguramente, me lo aprecio más que a él. Para los dos, sería mejor dejarlo. Nuestro señor se levanta y va hacía la caja a pagar. Ufff... Por el momento no debo empezar a creer.

Medio día. Hay una mosca que me está molestando, por no decir jodiendo, desde hace ya un buen rato. Tanto, que lo dejo todo para cazarla. En unos minutos lo consigo he intento observar unos cuantos reflejos de mi cara en su ojo, para satisfacer mi ansias de ganador, sin embargo, no me veo. No sé si matarla o dejarla volar al aire libre, pero ¿y si sabe el camino y regresa en busca de venganza? La mato. Aún así, no me siento un asesino. No tengo demasiada hambre y no sé qué comer.

Media tarde. Me peleo con un conductor con aromas de suicida y asesino. Nos hemos cruzado en el camino en un mal momento. Él tenía prisa y yo ninguna, se juega su vida y lo que molesta más, la mía, en un adelantamiento más que temerario. Me levanta un dedo, os dejo adivinar cuál, y sigue su camino. No le chillo, ni lo insulto, ni hago gesto alguno, creo que eso sería inútil. No sé si creer en el karma, pero deseo que él si que crea. Se aleja, a una velocidad de vértigo.


Media noche. Me voy a la cama. Mañana u hoy, mi hija suma un año más. De pequeño siempre tenía prisas para crecer. Ahora, me gustaría ralentizar el tiempo y poder gozar con la parsimonia con que Jesucristo 2.013 se tomaba el té. Al recordarlo, pienso si su forma de vestir o de vivir, era un reflejo, no de las pasarelas de Milán o Paris, si no de la biblia y de una creencia tan profunda como el amor que se puede sentir por un hijo.     

lunes, 10 de junio de 2013

Caro autem infirma

Media mañana. O medio día. Hoy, me despierto demasiado tarde para poder aprovechar la mañana. Usufructué la noche. No sé si desayunar o almorzar. No sé si tomarme el café con leche durante la comida o el café solo después de ella. No sé, si me dará tiempo de hacer la siesta o si ya debería estar haciéndola. He soñado que volaba. Igual que un pájaro, pero sin alas, mejor dicho, igual que superman pero sin capa. Con solo pensarlo; Podía alejarme hacía arriba igual que me alejo, a veces, hacía adentro. Tomar una distancia prudencial durante unos minutos, para conseguir, asumir el hecho de estar volando o divagando.

Media tarde. Parece medio día. No llevo el tiempo suficiente despierto para asumir que ya ha pasado buena parte de la jornada. Me deshago de la idea de la siesta. Debo poder reconciliar el sueño a una hora decente. La sensación de cansancio se enreda con la resaca y los años no pasan en balde para el cuerpo, estoy hecho una mierda. Me prometo como cada resaca no volver a beber, tanto, jamás. Este malestar es odioso, pero es que luego, cuando me animo, no se parar, salgo poco pero bien. Es como follar, no se puede -solo la puntita-. Espero que pasen las horas para cenar un poco y acostarme. No procuro más afán que ese.


Media noche.  Se me arrima mi mujer, y sé, que cuando se arrima no es por nada. Vuelvo a estar volando y no deseo aterrizar, quiero volar, volar bien alto, observar el horizonte, encontrarme, destruir la sensación de repetición de actos. Cambiar de estrofa, de escena, de verso, de cuento, de historia, de final. Sin embargo, caro autem infirma.          

lunes, 3 de junio de 2013

Tuyo y mío

Y, en un segundo,
Desaparece el mundo.

¡Habitamos todo el espacio!

No hay ruido, no hay silencio.

Es, en ese momento,
cuando olvidamos lo mundano.

sábado, 1 de junio de 2013

Sequedad


Ya nunca lloro por amor.
Murieron desangradas las leyendas.
O quizás, se hizo tarde para el sol.



-Nunca supe digerir sentirme esperado-

lunes, 27 de mayo de 2013

Espíritu Santo

Media mañana. Brilla el sol, por fin, parece que el invierno deja respirar a la primavera. El cielo está azul. Esto empieza a parecer un anuncio de compresas. Observo a mí alrededor y solo veo la mano del hombre. El paisaje es de hierro y hormigón, la vegetación es ornamento. No es que siempre me quiera meter con dios,  pero es que le hemos jodido el jardín, y bien. Esto no hay milagro, ni inundación bíblica que lo solucione. Somos como una especie de plaga con ansias irrefrenables de construcción. Des de hace, seguramente, ya demasiado.

Medio día. Al llegar a casa y abrir el televisor observo la noticia: Un tornado ha arrasado Oklahoma. Únicamente ha quedado un amasijo de hierro, madera y hormigón. Las personas que salen en las imágenes, revolotean lo arrastrado igual que las hormigas cuando les tapas el agujero. Buscan su pasado debajo de los escombros de la devastación. ¿Seguro que todos se merecían la furia de dios a través de la naturaleza? Me pregunto. ¿Eran todos unos pecadores, o es, únicamente, un fenómeno meteorológico? Como verduras, al vapor, sin nada de sal, con un poco de aceite de oliva. Acompañado de un trozo de carne a la plancha. Todo, echo, en una cocina de hoy, con vitrocerámica, olla de inox y placa de acero que puedes en la cocina de tu casa, creer que asas la carne a la parrilla pero sin flama. Supongo, que antes, mucho antes, cuando, como dice la canción, aún era todo un jardín, no debían comer, aunque sí cocinar, algo muy distinto a esto.     

Media tarde. Nada cambia. Vuelven las tormentas de esta primavera que no quiere acabar de despertar. Los pantanos están todos ya a más del ochenta por cien de su capacidad. Los bosques están de un verde espectacular, ni el mejor pintor sería capaz de captar su magnitud, ni el photoshop ¿y debo creer que lo ha creado alguien con una voluntad parecida a la nuestra? Permitidme la duda.


Media noche. Se me aparece la virgen (María). Me despierto, me desvelo. Pienso en ese sinfín de mujeres que hubieran querido poder culpar de un embarazo no deseado al espíritu santo. Me cuesta dios y ayuda poder volver a reconciliar el sueño. Mañana tengo que madrugar y no sé a quien culpar.  

sábado, 18 de mayo de 2013

Dios y Wert


De madrugada. Me levanto, que no me despierto. Voy como un autómata hacía la ducha. Sigo los mismos pasos de siempre. Sin embargo, mientras me resbala el agua piel abajo y se deshace de mi sueño y de mis sueños, me entra un extraño frío por todo el cuerpo y eso, que el agua está a la misma temperatura que ayer o ante ayer, es decir; alta. Creo, que adentro, no sé donde, debo estar enfermando. Mientras sigo duchándome ese frío sigue extendiéndose, igual que las guerras en los territorios o al contrario que el hielo en la Antártida. Me estoy volviendo miedoso y sin saber porqué a su vez, egoísta. Antes de salir de la ducha he decidido cree en todo y en todas las deidades; en Cristo, Ala, Jehová, buda, Quetzlcoatl, Venus (sobre todo en Venus) en el dios del sol, de la luna, del mar, me da igual. Soy así, paso de todo a nada, o a la inversa, sin esfuerzo o con un completo empeño. Después de tomarme la temperatura con un termómetro digital, desconozco el motivo pero siempre me ha parecido más seguro los de mercurio, esos que no hace mucho prohibieron porqué resulta que eran cancerigenos, decido, dado que la fiebre se va apoderando otra vez de mi cuerpo, quedarme en casa. Como añoraré el rato de desayuno en que puedo observar lo que pasa a mí alrededor.

Media mañana. Llevo demasiado mirando la tele. O demasiado estando solo. Vuelve el miedo. Me fijo, y observo que después de hacer mucho zapping, el que no es del Real Madrid, es del Barca, el que no de izquierdas es de derechas, el que no tiene pareja está en un grupo de singles, hay los antisistema, los que les gusta el deporte extremo, los del running, los del club del libro, los frikis, los que les gusta el hormiguero o el intermedio, la formula 1 o moto GP, los de Dostoievski o Nietzsche, los de la ser o la cope. Los de novela o  poesía, arte o ensayo, nacionalistas españoles o catalanes. Pero todos, buscamos un grupo en el que entrar o caber, ya sean religiosos, deportivos, culturales o un largo etcétera. Seguramente lo hacemos por seguridad, ya que aparte de mentirosos, somos unos egoístas y miedosos. Por suerte, Wert, nos ha hecho una ley a medida, lastima, que llevo ya años fuera de la educación básica. La religión tendrá el mismo peso que las matemáticas o la lengua, para la evolución de un curso. Lo que desconozco es si luego, al lo largo de una vida, nos hará la misma falta saber sumar que saber rezar una padre nuestro sin equivocarnos. Seguramente, más nos vale encomendarnos a dios que a los economistas o políticos.

Medio día. Hecho de menos la sensación de poder enamorarme. Supongo que el tiempo va desangrando la sensación de enamoramiento hasta dejarla únicamente en estimación. Y, es dificilísimo, diría imposible, volver a enamorarte de una persona  a la que conoces, casi, mejor que a ti mismo. Yo no podría enamorarme de mi mismo. Me conozco demasiado, a parte, de no ser homosexual. Pero si puedo quererme. Pues, es eso. Más me vale que dios me coja confesado por lo que me resta de día. Mañana ya decidiré si sigo creyendo y creyéndomelo todo o no.     

martes, 7 de mayo de 2013

La infelicidad


Me falta un verso. Contraer el nervio.
Mil estrellas en el universo. Sosegar el aliento.
El consenso y un beso. Escuchar al viento.

Convencer y convencerme.
Gobernar y gobernarme,
Pertenecer y pertenecerme.

Destellos de viejos huecos. Heridas mal curadas.
Destrozos de naufragios. Vidas desahuciadas.
Futuros que nacen muertos. Nidadas mal criadas.

Contradicción en la adicción.
De un mundo infeliz.
Anhelando y procurando:
Ser feliz. 

viernes, 3 de mayo de 2013

Alejarse

Nathalie Mulero-Fougeras
http://www.fougeras.com/




Medio día. Hoy he comido de restaurante o mejor dicho de menú. Con la prensa, solo, y con esa tranquilidad que a veces busco, no para nada. Quizás, para sentir la sensación de falta de actividad a mí alrededor sin ser yo quién procuré instaurar un orden, a veces, casi imposible.

Media tarde. Intento recordar qué he comido que me está dando esta digestión tan pesada. Y después de recapacitarlo mucho, llego a la hipótesis, que no conclusión, de que han sido todas las noticias leídas, tan difíciles de tragar. Si pudiera, igual que con los alimentos, conseguir hacerme venir arcadas para vomitarlas todas, lo haría. Las dejaría perder retrete abajo. Pero no se puede, son más parecidas al frío. Que se mete adentro y cuesta dios y ayuda sacártelo. A veces, incluso, he tardado semanas en recuperarme. El frío, comparte síntomas con el miedo. Sin embargo, con agua caliente, se mejora mucho. El miedo es un mal compañero y el frío también. Si tuviera que elegir a uno no sabría con cual quedarme. Tanto me ha invadido uno como otro, y en ocasiones, sin razón aparente. Y acojona. Algunas madrugadas, después de ducharme, cuando el cristal aún está empañado por el vapor del agua, mientras me seco, me observo y me veo en él, con la boca llena de petróleo, entonces, me apresuro a pasar la mano para retornar ese vapor en gotas de agua y que el cristal vuelva a un reflejo correcto, decapitando la imagen. Sacándome esa idea de la cabeza. Y acojona, acojona el no saber porqué pasa, y acojona el saber que ocurre estando despierto, que no es un sueño. Pero me lavo los dientes, escupo la espumosidad de la pasta de dientes como si fuera el petróleo, me impregno de desodorante y colonia y me voy desnudo al armario a empezar un nuevo día. Olvidando la imagen desagradable y sin querer saber el por qué.

Ocaso. No cenaré. Tengo aún todas las noticias atravesadas en el estómago. Me es imposible digerir a Rajoy y sus mentiras, a Aguirre y su mierda que le sale por la boca. A Gallardón y su forma de salvar vidas o destruirlas. A Montoro y su chulería pedante desafiando o retando a quien le cuestiona lo mal que lo hace todo. A de Guindos, a Mato, a Pastor o a cualquier otro, a Urdangarin a la Infanta, a el bigotes a todo ese sin fin de banqueros que a parte de engañar a millones de personas, la mayoría gente mayor, se retiran con jubilaciones millonarias, con toda la desvergüenza de los sinvergüenzas.

Media noche. Antes de dormirme, recuerdo esa conversación al despedirnos del día en que nos conocimos. Hay momentos que no se olvidan y sin duda, hay otros que olvidamos demasiado deprisa.
-           
-          Te estoy mirando el culo. Le dije.
-           Lo sé. Contesto.
-          Te lo digo porqué lo sepas. Insistí.
-          Te acabo de decir que lo sé.
-          Si pero así lo sabes más. Seguro te lo estoy mirando. Porqué sé que te gusta.
-          No me conoces de nada. Replicó.
-          Pero lo sé. Volví a insistir.
-          ¿Qué nos queda? Preguntó.
-          Todo o nada. Le grite.

Y se alejo.
      

lunes, 29 de abril de 2013

Implosión (refrit)


Sus miradas se cruzaron. Y se miraron. Pero no, como miramos siempre cuando vamos por la calle, a otros desconocidos. Se miraron con la más dulce necesidad de conocerse. Y se conocieron. Pero no, como conocemos a la mayoría de nuestro circulo social. Se conocieron, con la esperanza de poder amarse. Y se amaron, pero no como amamos todos en este mundo; solo con amor. Se amaron con devoción. Con tanta devoción que su amor implosión. Porqué este mundo no está preparado para algo tan sincero. Y sus muros, se derrumbaron hacía adentro. Dejándolos en libertad. Pero una amor así, nunca se olvida.  

miércoles, 17 de abril de 2013

Dormir


Media mañana. Vuelvo al bar de siempre para desayunar. No me gusta cambiar porqué sí. Desde hace unos días, hay, al final de la barra un tipo con pinta de yonki arrepentido. Tomando algo de alcohol, en un vaso de cortado, por su transparencia, parece anís. Si no tuviera menos de cincuenta y estuviéramos a media mañana, diría, que está agotado. Mientras desayuno con el diario de escusa o refugio, él, no deja de observar el vaso, ya vació, como si esperara, no sé muy bien si naufragar allí o reflotar.  Pregunto a la camarera, la de siempre, si lleva mucho rato tan ausente, ella, que lo conoce, me responde que media vida. Por coincidencias extrañas que nos depara el destino, en la otra punta de la barra, hay un señor mayor, increíblemente activo y lucido, capaz, aún a sus setenta i pocos, de sentirse lo suficientemente vigoroso por intentar captivar de una forma graciosa la camarera. Son, sin duda, las dos formas en que la vida te puede dejar embriagado. Uno, es un simple borracho, el otro, un entusiasmado.

Medio día. Me voy para casa a comer. Me cruzo con el yonki. Anda como sin dirección, ni rumbo, ni puerto del que salir ni al que llegar. Se balancea igual que los boxeadores cuando se intentan levantar de un Knock Out. No creo que se mueva más que por instinto. Su vida es únicamente eso, el instinto de todo ser humano para sobrevivir. Supongo que hace ya mucho, que su vida real, esa que ya jamás no vivirá, la tiró por el retrete o se la trago por la nariz. Y como, seguramente, no es alguien del mundo de la cultura, ya sean actores, cantantes, presentadores, o semejantes, ni un ex deportista de élite, ni conocido, no tendrá la oportunidad de vivir esos sucedáneos que les preparan a ellos, de falsas vidas o vueltas a la cima desde los infiernos de diseño.

Media tarde. Mientras el yonki sigue sentado en una acera del polígono donde trabajo, pasa el señor mayor con un buen coche por su lado sin darse cuenta de que quizás, sea, la otra cara de la moneda. No se deben nada. Uno perdió un sin fin de días por ganar alguna noche y puede que alguna choni. El otro, dejo escapar alguna noche y muchas chonis para ganar algún día si la vida le sonríe. Y por casualidades de la vida o puede que por su vitalidad, hasta ahora, le ha sonreído. El viejo, está fresco para lo que le resta. El joven, como dice la canción está: Agotado de esperar el fin.

Media noche. Tengo más sueño que nunca ¿Será por qué este fin de semana salí?

Ilegales...
http://www.youtube.com/watch?v=oHlhIy40Mzk 

martes, 9 de abril de 2013

Contar ovejas


Media mañana. Mí padre me llama al móvil para comentarme que ha decidido ponerse alarma en casa. No lo acabo de comprender hasta unos minutos después de haber colgado. La vejez empieza hacer mella en él. Lo digo en el sentido más bonito en qué eso pueda ocurrir. Desde siempre, mí padre, ha sido un hombre fuerte y valiente, que son, dos conceptos totalmente distintos. No es uno de esos padres que cuando eres crío crees que es superman y al ir haciéndote mayor te das cuenta que es un tirillas. No. Él, ha sido durante toda mí vida hasta esta llamada un hombre, como he contado antes, fuerte y valiente. Pero los años no pasan en balde y más nos vale que así sea. Nosotros ocupamos el espacio que antes ocupaban ellos. Sin, seguramente, su decisión ni convicción de conseguir un futuro mejor para nuestros hijos, del qué ellos nos han dado. Pero casi nunca, te das cuenta de lo rápido que se nos escapa el presente, convirtiéndose en pasado. Si no, preguntaros, cuanto hace que no sale el presidente a dar una explicación ante los periodistas del incendio que desde su partido se ha propagado hacía todo el estado. Y arrasa con las pocas esperanzas y ganas de este país.
Medio día. Una notificación de Facebook me hace entrar y eso, en mí, conlleva curiosear un rato en las publicaciones. Suscribo los razonamientos de la mañana; el tiempo vuela. Miro fotos de compañeros de escuela. Sus hijos se parecen más a ellos, que ellos mismos. Ellos, han mutado, con el tiempo y, son clones en la actualidad del pasado de sus padres. Me hacen acordar de las nueve de la mañana, cuando todos con sueño y batas que casi nos tocaban al suelo éramos, al igual que son ahora nuestros hijos, abandonados en ese viejo colegio, para aprender, siempre según los profesores lo que en ese futuro o sea, este presente, nos serviría para vivir, de todos esos padres que cuando nos íbamos de colonias, estaban allí despidiéndose con prisas por tener que ir a trabaja y que creía olvidados.
Media tarde. Mi padre me vuelve a llamar para decirme que mañana le van a montar la dichosa alarma (ha sido como un cuchillo afilado, que me ha roto el decorado de un pasado del que no quería salir, para tirarme en este presente cruel). Por ver, si podré acercarme para cuando le expliquen el funcionamiento y ayudarle después con sus dudas. Siempre que descuelgo, se queda de fondo de pantalla una foto de mi hija conmigo en una piscina este pasado verano. Siempre que descuelgo, me rompe el corazón. Por añorar el instante tan profundamente que duele conseguir hacer creer al razonamiento que eso ya ocurrió, y como que ya ocurrió, nunca volverá a suceder.
Media noche. Dejo de pensar para contar ovejas. Nunca me ha funcionado.