viernes, 10 de octubre de 2014

La noche eterna


¿Cuánto tiempo es la eternidad? Me preguntó. Y no supe qué responderle. ¿Qué importa? Le dije. Si sabemos que lo nuestro jamás será para siempre. Continué.

Unos días antes, después de demasiados encuentros casuales, le propuse; ni matrimonio, ni amistad, ni una relación seria, ni fidelidad eterna, únicamente, adulterio. Suyo y mío. No más. Una noche. Cena, vino, charla en cualquier rincón, una risas y unas sonrisas, quitarle la ropa, que me la quitara y sexo. Sexo desenfrenado, salvaje, excitante, con amor o sin él, con atracción, con la sensación de estar vivos, con sudor, con esfuerzo, con humedad, sexo para menores de cincuenta años, con jadeos, gritos, arañazos, sexo al fin y al cabo, como el que hacía una eternidad que no tenía con su marido.  Es posible, que en otra realidad paralela, y si el encuentro hubiera tenido lugar años antes, ahora, yo hubiera sido el marido aborrecido. Sin embargo, la vida nos cruza a menudo, en los momentos más inoportunos con las personas menos oportunas.

Seguramente, por eso, quería saber cuanto duraba la eternidad; Pues le prometí una noche eterna.