domingo, 30 de diciembre de 2012

La excusa.


Excusas,
Excusas para adorar,
Para negar, para adúlteros,
O para los complejos.
Excusas,
Excusas para volver a descender,
Para no alzarse, para no creer,
O para arrodillarse.
Excusas,
Excusas de mal pagador.
Excusas para no excusarse,
De causas no perdidas,
De vidas ya vividas.
Excusas,
Excusas absurdas,
Baratas, falsas,
Excusas, excusas, excusas.
Te excusas.
Con excusas.
Con cuentos de pan y pimientos.
Subterfugio agrio. 

jueves, 27 de diciembre de 2012

Soñar.


Descubrí que lo que estaba soñando era un sueño porqué de repente era un escritor famoso. Si hubiera podido elegir, ya que se trataba de mí sueño, hubiera preferido ser un rockero con su ratito de mala vida, para dos o tres horas supongo que me hubiera divertido más. Pero no, no sé porqué, a menudo, el subconsciente nos engaña llevándonos allí donde él quiere. Un escritor famoso. Sentado en una silla, en medio de una feria del libro en una plaza de armas, bajo un estante rotulado con mi nombre. Y no era Jou McQueen. Lo de famoso lo digo después de ver que la gente se acercaba a mí, conociendo mi nombre y mí  obra, a la vez, una obra que nunca he escrito y a saber si nunca escribiré. Me sentía, estando dormido desertor de esa vida que estaba soñando.
Únicamente, trataba de ser atento con la gente que se acercaba con un ejemplar del libro que aún no he escrito, para que les hiciera una dedicatoria cercana. Casi todos, querían una frase, como si nos conociéramos de una vida, que como esta, jamás he vivido. Y no paraba de firmar libros, con frases y autógrafos como quién sella cartas rutinariamente, con una sonrisa y una mirada de complicidad hacía esos fans, de una época perdida en un lugar que creo nunca sabré encontrar.  Hasta que en un momento concreto del crepúsculo (¿desconozco si escribir estas palabras te hace mejor escritor?) cuando el anochecer hacía engañar mi estomago con una comida que no hacía mucho había tomado, se acerco ella ¿Y quién era ella? Ella era una mirada, un gesto, una melena en movimiento por una brisa suave, y sobre todo, una sonrisa. Unas suaves palabras, un recuerdo, una imaginación, una quimera o un deseo. Ella, eran mil mujeres en una, una y mil mujeres. Ella, era la renta del amor, los beneficios de todo lo que quiero.  Era lo que es.  Y me pidió un sello, un autógrafo, una firma, como si no nos conociéramos de nada, ni de mil conversaciones, ni de dos millones de preguntas, ni de una infinidad de respuestas y de más amaneceres.  Y firmé, como vengo firmando deudas, cheques, nominas, papeles bancarios, de hospitales, de seguros o de multas por pilotar como entre cenizas.  Agarró su libro del cuál y por suerte no recuerdo el titulo. Me sentiría condenado a escribir sobre eso y a más, ponerle ese encabezamiento aunque lo que haga sea un diccionario. Si es, que algún día hago algo sea o no interesante. Y se alejo. Y mientras se alejaba no pude más que gritarle: Princesa errante. No voy a besarte.   

Felices Fiestas y un feliz 2.013 para todos los compañeros que aquí encontráis una distracción.       

Vengo de donde no me pertenece:
El lugar el cuál habito.
Un poco más abajo de donde baje,
Y con el hábito del lugar. 

sábado, 15 de diciembre de 2012

Yo también


La vida en la ciudad, hace, que en el momento que tus hijos tengan cierta edad empieces a pasar bastante tiempo sentado en el banco de algún parque infantil. Observando como juegan en ese bosque, barco, laberinto o lo que pueda ser, siempre artificial, un sucedáneo. Para una persona bastante solitaria como yo, eso, es, sin duda, contraproducente.  Te relaciones incluso sin querer con gente que no conoces de nada y para nada quieras conocer. Con suerte, normalmente, son madres. Si es así, es mucho mejor para mí, que siempre he preferido al sexo contrario para mantener una buena conversación. Los hombres ya sé como somos. El mundo de la mujer es tan desconocido para mí, como la época medieval. El otro día, sin ir más lejos, se sentó al lado una señorita muy dicharachera y empezamos a conversar.

-          Hola. Susurró ella, con timidez.
-          Hola, buenos días. Contesté.
-          ¿A dejar que jueguen un ratito los niños? Preguntó.
-          Sí. A ver si se cansan y luego no están tan inquietos.
-          Quanta razón tiene. Afirmo.
-          ¿Sus hijos? Le pregunté.
-          Sí, uno. ¿Por qué lo pregunta?
-          Porqué no parece usted una madre.
-          ¿Y que tiene que tener un madre que no tenga yo? Me lanzó.
-          Yo, diría, que no es lo que tiene una madre, sino lo que no tiene usted que normalmente sí tienen las madres.
-          ¿A qué se refiere?
-          Hombre, primero no parecer tan joven.
-          ¿Qué es malo ser una madre joven?
-          ¡Sin duda que no! Resulta mucho más beneficioso para el desarrollo del feto y la evolución como persona del niño. Solté ese rollo porqué por un momento me sentí un poco atacado, por estar en un berenjenal (desconozco porqué “un berenjenal” es un sinónimo de un embrollo, pues nunca he estado en ninguno)
-          ¿Y pues, qué sugiere, con eso de joven?
-          En definitiva… ¡Qué está usted muy bien por tener a dos niños tan mayores!
-          ¡Ah! Eso. Es que el más grande es un primo, no es mi hijo. Pues usted tampoco parece un padre.
-          Pues son mis hijos.
-          Está entonces muy bien. Me dijo y me ilusione.
-          Gracias, quiere que quedemos para ir a cenar.  
-          ¿Qué se ha creído? Estoy casada.
-          Yo también.

Por suerte, vivo en un pueblo.  

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Pensar


Da igual que sea desayunando, haciendo deporte, en la comida, antes de acostarme, tomando unas cañas con los amigos, con un chico joven o con una señora mayor, al fin, siempre acaba saliendo la crisis. Igual que los trapos sucios en una discusión de pareja. Llega un momento, que se apodera de la conversación, como se ha apoderado esta ansiedad de la mayoría de nosotros. Han conseguido hacernos vivir en una angustia que nos impide dar un paso, ya sea hacía adelante, hacía detrás, hacía un lado o para salir del otro. Y hablas, exclusivamente de eso, de esa crisis que no sabes muy bien porqué nos cayó encima como un yugo, y debemos tirar del arado para labrar una tierra que no sembramos porqué esta sobre explotada. Tenemos la economía en barbecho desde que los tiburones financieros la saquearon y en seguida, culparon y condenaron a una sociedad a cargar en su conciencia el peso de salvarse a si misma. Como único camino los recortes y más recortes, con más impuestos, tratando de ver donde llega nuestra fuerza o nuestra flaqueza, soldaditos de plomo sin armas en su campo de batalla, arrastrándonos por el lodo de la supervivencia. Sin pertenecernos el futuro. Sin saber porqué nos levantamos cada mañana, inoculados por ella como una enfermedad contagiosa y con el deber de tirar el país adelante. Mientras parecemos estar hasta las narices de todo sin dar un paso firme hacía ningún lugar. Los médicos, enfermeros y demás están de manifestación en manifestación, los educadores igual, las universidades otro tanto y la cultura más si es posible, incluso los jueces piden justicia, mientras la masa seguimos acongojados por miedo a perder lo poco que nos queda y distribuidos en diferentes movimientos no hacemos la suficiente fuerza para que nada se mueva. Leí en twitter : ” Si el PSOE hubiera hecho política socialista tan de puta madre como el PP política de derechas, ahora mismo no sabríamos ni quién es Rajoy”. Pero como ya habrán notado eso no fue así, y aquí estemos, necesitados de una buena fraternidad entre todos, para cambiar el rumbo con el que nos gobiernan, no sé yo si desde la Moncloa o Berlin. Y modificar el no hay manera por una oda a la esperanza que no sea cruz para los menos afortunados en la casualidad del donde nacer. Porqué uno puedo ser patriota y pasarse a nacionalista o a la inversa, pero lo que no debe es dejar nunca de ser humanitario, de creer en el socialismo. Que se metan el Nobel de la paz por el culo los gobernantes a ver si así, entienden un poco lo que sienten sus subditos; que somos todos.

martes, 11 de diciembre de 2012

La Malcasada




LA MALCASADA, Luis Alberto de Cuenca
Me dices que Juan Luis no te comprende,
que sólo piensa en sus computadoras
y que no te hace caso por las noches.
Me dices que tus hijos no te sirven,
que sólo dan problemas, que se aburren
de todo y que estás harta de aguantarlos.
Me dices que tus padres están viejos,
que se han vuelto tacaños y egoístas
y ya no eres su reina como antes.
Me dices que has cumplido los cuarenta
y que no es fácil empezar de nuevo,
que los únicos hombres con que tratas
son colegas de Juan en IBM
y no te gustan los ejecutivos.
Y yo, ¿qué es lo que pinto en esta historia?
¿Qué quieres que haga yo? ¿Que mate a alguien?
¿Que dé un golpe de estado libertario?
Te quise como un loco. No lo niego.
Pero eso fue hace mucho, cuando el mundo
era una reluciente madrugada
que no quisiste compartir conmigo.
La nostalgia es un burdo pasatiempo.
Vuelve a ser la que fuiste. Ve a un gimnasio,
píntate más, alisa tus arrugas
y ponte ropa sexy, no seas tonta,
que a lo mejor Juan Luis vuelve a mimarte,
y tus hijos se van a un campamento,
y tus padres se mueren.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Amor mal resuelto


-¿En qué punto los problemas del sexo pasan al amor? Me pregunta un amigo. Mientras tomamos algo sentados en la mesa de un bar donde la camarera nos hacía suspirar a los dos por un ratito de juventud. Pensando, quizás, en diez años atrás. Cuando aún éramos unos despreocupados de casi todo y sabíamos que nuestras bravuconadas no nacían muertas.
- ¿En qué punto los problemas del amor pasan al sexo? Le preguntó yo. Mientras él le suelta a la chica un: “¡Qué guapa estas!” sin más intención de parecer ser lo que hace mucho que dejamos de ser: El pavo real abriendo en abanico su plumaje. Jamás supimos exponernos bien, no fue nuestra prioridad en ninguna de las noches en que la madrugada nos pilló con síntomas agudos de vida nocturna.

Mientras, en la tele, daban alguna noticia en que la iglesia estaba en contra, deduce que se debía tratar de progreso o evolución. Pensé, durante esos segundos que oí y no escuche a Rouco Varela, que en los seminarios les debían a enseñar a todos los curas ese tono grave, que siempre y con todo le saben dar, con profundidad y misticismo, desconociendo buena parte de un discurso que habla de la vida que ellos nunca han vivido. Y no, por desamor o amor mal resuelto.

http://www.youtube.com/watch?v=r_ksGxziXD0    

martes, 4 de diciembre de 2012

De una aguja de toque a una de verdugo.


De una Aguja de bitácora, tapia que se izo con el tapial,
Olvidando el por qué nos reuníamos en el ágora.
De una aguja de enjalmar, un tabique 
creció entre dos huecos, ensalmadores de rotos huesos.
De un aguja astática, sin equilibrio en el panel,
pareció algo estático.
De una aguja capotera, para una tela delicada,
descose lo cosido con olvido.
No sirve ni de aguja colchonera.

De una aguja de fogón,
para cebar el cañón, se rompe la razón.
De una aguja gancho,
para labores de punto, estrecho el desgarro.
De una aguja de toque, rompe la pureza del oro,
De una aguja de verdugo.
De una aguja de hilo que perdió el hilo
y se pudo liar.

De una aguja sin pincho
Para vivir tan ancho.