viernes, 21 de noviembre de 2014

La vida igual que un trozo de tela cansada de tanto usarse

Se murió de hambre por no amar. Tal era su vació en el estómago que lo engullo hacía adentro igual que una implosión. Entonces, justo entonces, fue, cuando perdió la razón. Ese hilo de sensatez que aguantaba la cordura se quebró sesgando la serenidad destripándola  como un trozo de tela cansada de tanto usarse.
Y francamente, se presentó a su cita con la muerte. La conoció sentado en la vía. Puedo descubrir que su mirada era tan fría como su aliento y que el aplomo más absoluto te posee justo en el instante antes de morir. Que el infierno no existe y el cielo, mucho menos aún. Que la vida, que la perra vida, puede ser a veces tan traicionera como la circunstancia lo requiera. ¿Por qué si no, que hacía un bombero paseando al mejor amigo del hombre y no era una mujer, en ese frondoso bosque en el que el tren aparece de la salida oscura de un túnel viejo extenuado de no poder cerrar la boca, ni el culo tampoco? Salvándole.

Lo único que no quería era vivir. Y a vivir, le habían vuelto a obligar.   

miércoles, 12 de noviembre de 2014

lunes, 10 de noviembre de 2014

Del 9 N




Soy catalán. Mi lengua materna es el català. Tan catalán como todos, aunque sin despreciar lo español. Ayer, no fui a votar.  No fui a votar por muchas razones, sin embargo la primordial es, que para mi, era una fiesta a la que no estaba invitado. Tampoco quería contribuir hacer feliz al presidente Mas. No creo en sus politicas.

Lo sucedido ayer, sirvió, entre otras cosas, para poder contar el número de personas para quién el presidente y su gobierno, gobiernan. Las otras dos terceras partes no cuentan, esos que no fuimos a votar. Parece que nadie se acuerda ya de los recortes, o sus políticas de derechas. Únicamente importa la independencia. Tan importante es, que pudimos ver la imagen del abrazo entre la derechas más rancia y la izquierda más radical, de convergencia y la cup, del presidente Mas y David Fernàndez (eso me asusta un poco). Por celebrar el triunfo de conseguir calificar a la población entre buenos y malos catalanes. Se votaba por sentimiento o por odio a la prohibición de un gobierno central extremadamente alejado de la realidad de su país. Pero se votaba a ciegas en lo objetivo. Nadie conoce verdaderamente si el día después de ser independientes seguiremos dentro de la Unión Europea o estaremos fuera, si tendremos el Euro como moneda, cual será nuestro IVA, nuestro modelo económico, educativo o social,  y un largo etcétera del que no se ha hablado. No ha habido más campaña para el sí que el odio hacia el resto de España haciendo sentir que nos desprecian y nos roban, generalizando deliberadamente y con el romanticismo de hacernos creer mejor que el resto, más listos, trabajadores y ricos. Todo lo demás una incertidumbre escondida. Dicen, que los del No, no han querido hacer campaña. Pero para hacer campaña debes poder tener la posibilidad de estar dentro de un proceso que en ningún caso han estado y no siempre, por su culpa.

Hoy, es 10 N, y la desconfianza en que esto termine bien crece en mí al igual que la ilusión en muchos de un nuevo país. Las consecuencias serán inevitables e incuestionables. Pues intento encontrar una solución sana y no lo consigo. Y para nada soy extremista. Espero que no pongan una cruz en mi casa, ya que soy del 20 % en mi pueblo que ayer no fue a votar. Espero que se dejen de echar las culpas unos a otros por intereses partidistas y empiecen a buscar unas soluciones que para nada serán fáciles.         

sábado, 1 de noviembre de 2014

Cortar la lengua



La noche es clara.  Nítida como un cristal. Es la hora de los pensamientos, de las tramas más alejadas de lo racional. Del vaivén de consecuencias. De encontrar la razones que llevan al suicido. Al abandono personal. A odiar los amaneceres, todos. Aunque, sin embargo, un día más, el sueño se desvanecerá como lo hacen los sueños. Casi nunca, recuerdo lo que he soñado si es, que lo hecho.

Ahora. Sobreviviré igual que los vampiros al sol. Procurando moverme siempre por la sombra, en el sentido más amplio de la palabra. Sin hacer demasiado ruido ni festejos, no entiendo esa gente que siempre se ríe a voces, habla gritando y viven estridentemente. Les cortaría la lengua, aunque seguramente, conseguirían continuar siendo molestos. No me gusta el rosa. Creo que es un color sin carácter. Ni fuerza ni sentimiento. Repipi. Por eso, nunca me acerco a las mujeres que visten de así. El negro es otra cosa. La tenebrosidad me despierta una curiosidad insaciable, que a menudo aparco en el arcén a la hora del rocío. Hay un sitio donde el horizonte es de agua, en el qué puedo esperar el amanecer sin padecer; Incluso, todo lo contrario es posible. Sentado en un acantilado, en ningún segundo he sentido el impulso, en ese único sitio, de saltar al vacío, pues el vacío es eso, lo que hay después –creo-. Sus risas me abandonaron con su persona y su olor, se fue diluyendo entre la rutina de una vida, que a veces, creo que no es la mía.  Las trompetas olvidaron su sonido alatado y los coros murieron de soledad.


Vivo contando. Que sin duda no es cantando.