martes, 29 de julio de 2014

De educación

Lunes. La verdad es que no odio más los lunes que los sábados; Me cuesta lo mismo levantarme. (Por favor, que información tan poco relevante. Pero es lo que escribo más a menudo, cosas casi nada relevantes) Si el trabajo me lo permite y la luz del sol aún no se ha declinado lo suficiente para no alumbrar algún camino de bosque, me pierdo dejando la alambrada del cemento atrás, para evadirme aún no sé muy bien de qué, aunque, en cada caminata procuro descubrirlo. Solo. Sin música, ni compañía. Oyendo mis pasos.

En fin. Que ayer anduve por el bosque, entre caminos y caminitos, entre sombras y claros, entre el pensamiento y la ausencia de él. Hasta que en un recóndito lugar, un par de coches aparcados en batería, curioso llegar hasta allí en coche y más aún aparcar de esta forma, levantaron mis sospechas y todas mis curiosidades. Me senté como un buen vouyer que soy y empecé a observar. No hacían nada la verdad, únicamente hablaban igual que se habla a los quince años con ese primer amor de verano ¿Por qué el primer amor casi siempre es en verano, verdad? ¿Debe ser por el calor? ¿O es una farsa? Mi hipótesis es que los dos estaban casados, tenían una cierta edad y gracias a un brisa suave que me venia de ellos hacía a mí pude escuchar, que ella decía que lo hacía por necesidad. No sé muy bien en que lugar deja eso al hombre presente ¿Objeto? ¿Dildo humano? ¿Servicio? Pero no le importaba demasiado, se le notaba en la mirada que no veía pero imaginaba y seguro que le daba lo mismo. -¿Por qué?- Preguntó él. -Llevo 20 años casada y siendo fiel, con pena, mucha pena. Mi marido tiene un micro pene- “Coño” dije yo, tapándome la boca en seguida esperando que no me hubieran oído. -¿Y eso que es?- Preguntó él. –Su polla en erección es como la tuya blanda o menos- Eso significaba que ya se la había visto, no era la primera vez ¿Y ahora hablaban de eso? Pensé. Es probable que anteriormente, con la euforia no les habría dado tiempo. -¡Quiero verla! Le exigió ella. Y el se desabrochó el pantalón y lo dejó caer. Ella le empezó hacer un trabajo con la boca y yo, aproveche para pasar y decir: ¡Buenas tardes! Él contestó, ella no.

Martes. Saldré andar. A veces la necesidad es consecuencia de algunos hechos. Pero siempre con educación: Con la boca llena no se habla.


   

jueves, 17 de julio de 2014

Kiev, 2.013

Jueves. Tropiezo con esta imagen como quién tropieza con un estorbo. No consigo esquivarla y vuelvo a ella una y otra vez igual que con esos amores imposibles jamás enterrados. Dudo de un final feliz en ninguno de los dos casos.

Dos orillas separadas por unos metros de asfalto. En una, un lado de lo humano, en la otra, otro. Todos juntos y enfrentados. Seguramente, el despreció a lo opuesto es mutuo. Creo casi imposible, que algún soldado aprecie la melodía y, estoy seguro, que el melómano, desprecia el ruido de las armas. Si pudiéramos cuantificar la libertad, en litros o kilos, ¿Ganaría la masa bélica o la descomposición civil?  ¿Cuál tendría el tarro más lleno?  ¿La unión hace la fuerza? ¿Es posible qué algún militar tenga más coeficiente intelectual que el pianista? ¿Puede que el músico sea el más tonto de todos? O quizás, ¿El más valiente? A su gusto se lo dejo. Quién sabe, es probable, que este fuera el concierto con más público de ese piano. También es posible que fuera el último. Del pianista, se puede decir que tiene un aspecto de hombre obrero, propietario de un piano con aspecto obrero y un taburete de plástico de lo más tirado, que toca, igual que cualquier mañana frente a su ventana, mientras que su música hoy no ronda esquinas y paredes, hoy,  ronda vientos y tormentas, ronda enfrentamientos y tormentos, ronda explicaciones y quizás, soluciones.

Los de una orilla y otra, sufren del mismo dolor. Es tan igual, des de dos puntos distintos. El día es gris, tan gris como el sentido que a veces le dan los militares a su trabajo. 
¿Es más importante proteger la patria o los que viven en ella?   

Porque mi patria son sus caderas (Como canta Loquillo).