miércoles, 30 de mayo de 2012

Helada.


Al entrar en casa, su esposa estaba en la cocina acabando de preparar la cena. Cenó pausadamente, se sentó un ratito en el relax mientras dejaba el televisor encendido y obviaba lo que daban, justo el tiempo necesario para que le entrara ese dulce sueño e ir a la cama. Al día siguiente tenía que madrugar.
Rebobinemos. A media mañana, abandono su puesto de trabajo en aquella infausta oficina, se subió al coche y se sumergió, a todo volumen, rockanroleando, en una ola de ilusiones, locuras, pitillos, cervezas frías, amigas y carreteras secundarias repletas de moteles. Camino al mar. A ese inmenso mar donde el creía podría ahogar aquella maldita y pegajosa tristeza, que tanto hacía, se había pegado a su piel. El tiempo, agrió su carácter y el de su señora como la lluvia moja la ropa, hundió los versos en las más necias frases y consumió las ilusiones igual que se consume el tabaco. Desde ya hacía mucho la aflicción reinaba en sus vidas y ninguno hacía mucho para vapulearla. Hasta esa mañana, sin saber muy bien por qué.
En el camino, dejó horas perdidas, bragas abandonadas, colillas, vasos vacíos, amantes, sudor, saliva, lagrimas, fábulas desmentidas y saber cuanto más. Al fin, se plantó, solo, de pie, en la playa, frente a la mar y con paso firme, metió la primera pierna en el agua. Aún, seguramente, no le llegaba a la rodilla, cuando de repente, se giró y gritó:
-          ¡Podrías hacer el favor de devolverme a mi casa! El agua esta helada. Vive tu lo que quieras vivir, pero a mi, regrésame a mi hogar, que si no he cambiado nada, será, porqué así lo prefiero.
Supuse, que era a mí a quien lo gritaba.              

lunes, 21 de mayo de 2012

Sin regreso.


Me preguntaba Malena en la entrada anterior: ¿Habrá un travesti dentro de todos? La respuesta es que no lo sé. Que lo desconozco. Verdaderamente no se que hay, ni puedo hallar, dentro de mí. A menudo intento asomarme a lo más profundo y la caída es tan honda y oscura que me da miedo descubrir donde esta el limite. Lo contemplo, desde el borde, fijándome a pies puntillas, con todas la precauciones para no caer, a ver si consigo averiguar algo. Pero nada. Incluso, en alguna ocasión he intentado descender por la cavidad, pero ante el ennegrecimiento, el miedo o la sensatez gana terreno y consigue apoderarse de mí y matar la curiosidad, como al gato. Y el fin, queda tan lejos, con tanto camino de por medio, que la conclusión del abismo es únicamente, el retorno. Pues, otro hecho sería un sin regreso.         

viernes, 18 de mayo de 2012

Noches. (Reedición)


La mujer que había dentro de mí no era ni joven, ni guapa, ni tan solo graciosa. No tenía un cuerpo bonito, ni unos ojos grandes ni alegres. Tampoco conocía el estilo, ni el buen nivel de vida. Carecía de los recursos necesarios para todo ello, por carecer, carecía hasta de vagina. Pero todas las noches disfrutábamos tanto ella como yo, al disfrazarnos y salir a la calle a cambiar amor por dinero. Nuestros clientes eran tan distintos como los sentimientos con los que cada noche volvíamos a casa. Y mientras yo creía que la guardaba en el armario, ella seguía escondiéndose dentro de mí.

viernes, 11 de mayo de 2012

Dondequiera.


Pilars de Papaer
Joan Mateu.

Dondequiera
es el reino sin monarquía. Ni aquí, ni allí.
En cualquier parte ubicados. Los dos más dos.
Estando contigo en doquier.
Sabiendo que el imperio no es dominio.
Ni el feudo influjo. 
Que Carecemos de dignidad imperial.
Y no somos quienes para subyugar.
Dondequiera
es donde quieras.
Eso, que más me da; Si aquí o allá.
Cultivar el futuro cautivo siempre del pasado.
Sin esclavizar su porvenir por elegir donde vivir.
Mi almohada, mis sabanas, mi rincón en el sillón.
Mi ventana a la montaña, mi coche, mi chimenea,
Mi mesa, mi armario de madera,
Mi terraza soleada, mi traje de noche,
Tu desnudo integral, mi felicidad visceral.
No me pesa. Si exilar es auxiliar.
Y el horizonte es más amplio;
Contigo.

sábado, 5 de mayo de 2012

Tragar.


Sentado ante las larvas juego a eternizar instantes.
Mientras, tú, luchas sin saberlo contra el antes.
Debajo el cielo azul andas, con tu sonrisa  que lo domina todo.
Será que soy incapaz de enjaular el instante más fugaz.
Durante cuando parece que nada transcurre.
Será que soy poco valiente,
Al no creer poder estar de vuelta a este presente.
Que será pasado. Donde hoy será ayer.
Y ayer será, hace demasiado tiempo.
Será que soy un cobarde. Será que soy un gallina.
Será, quizás, que sé, que jamás volverás a mirarme,
Con esa admiración e inocencia.
Ni podré subirte y bajarte a cuestas.
Para sacarte una carcajada añorada;
En el mismo instante de desvanecerse.
Sé, lo sé, que no podré hacer nada.
Y al fin y al cabo me alegraré de que todo pase.
Pero siempre me costó tragar y digerir.
Por eso vuelvo intentar hacerte reír.  

viernes, 4 de mayo de 2012

Ay doctor.


El doctor me comentó que no había otra opción que extirparme el bazo. Que se podía vivir sin él. Que era una operación sencilla y segura. Que mejor no tomar alcohol luego, y que no tendría muchos más efectos secundarios.
Al poco de extraérmelo, en una visita rutinaria, me aconsejo, cortar la mitad del hígado. Con los mismos pasos a seguir y los mismos argumentos que antes. Era necesario y la única forma de ir mejor. Pocos meses después fue un riñón, un pulmón, la pierna derecha, el brazo izquierdo, un ojo, erradicar las papilas gustativas, calcinarme el oído y todo para seguir viviendo. Si es que a eso, se le podía decir vivir. Sin embargo, creo, que lo hacía por hacer de mi muerte algo más lento y de su trabajo, tan solo; algo. Le pregunté, cuando ya no era nada de lo que había sido, el por qué, de todas estas amputaciones. Él era el doctor y yo, el paciente que quería seguir vivo. ¿Cómo no seguir sus consejos?  Según decía, para ir a mejor. Pensaba, seguramente, que a peor era poco probable, aunque no imposible.  
Descubrí, mientras agonizaba, que él, no tenía otro modo de seguir gozando de mi mujer, si no era, imposibilitándome.
Al gobierno español, le pasa lo mismo. Mientras amputa poco a poco al pueblo el estado de bien estar, procuran seguir regocijándose en sus opulencias.  Riqueza que crea la masa.