miércoles, 31 de diciembre de 2014

El hombre que mataba ancianos cansados de vivir

Con la cantidad justa de heroína les regalaba un viaje hasta el fin de sus días. Todos, y siempre, eran ancianos cansados de vivir, deseosos de acabar con la prolongación excesiva de una vida que al igual que un chicle, que estiras con los dedos hasta donde te alcanza el brazo y no consigues romper, hace una caída por la gravedad y la poca vigorosidad del fino hilo que queda por la acción y, lo deja todo pringoso y pegajoso y acabas con ganas de deshacerte de él.

La muerte,  al fin y al cabo, es un paso más en la vida. Sin embargo las autoridades nunca lo entendieron así y en vez de héroe lo trataron de  villano, acusándolo de asesino en serie. “El ministro de la muerte” titularon los diarios. –Únicamente cumplo deseos- declaró él. Pero quién iba a creer un exyonki que en casa nada más le esperaba la soledad y la poca compañía suficiente para que no lo creyeran que era un loco mal curado de un virus demasiado escampado con el que ningún gobierno consigue hacer demasiado.  Pero, quizás sí, quizás algún anciano incapaz de vivir como lo hacía 5, 10 o 20 años atrás le enseñó donde había decidido acotar su camino. ¿Sería después, si se pudiera demostrar eso, un asesino? ¿Qué importa ya? Si anda encerrado más de un año. La hipocresía es así. Y el mundo es un lugar realmente hipócrita y lo es, porqué nosotros lo hemos construido así. Si no como explicar que los policías; sean el brazo fuerte de los desahucios, los jueces;  la mente que ordena la acción y los bancos los dictadores del siglo veintiuno con la impunidad de quién gobierna.


Ahora que termina este maldito 2.014, que podría haber sido mejor pero también peor, dejadme gritar, que si alguna vez, cuando sea un anciano ya para nada adorable cansado de vivir encuentre un exyonki en mi camino, que me regale un último viaje a ninguna parte.     

Feliz 2.015 !

jueves, 11 de diciembre de 2014

sexo taciturno

El envejecer, normalmente y al revés que al buen vino, nos estropea –en algunos, en particular,  más- no es el caso de ella. Ella no tiene nombre. Bien, sí lo tiene pero no lo haré público. Aunque me lo pida un lado de la razón el otro es más poderoso y consigue imponerse. Igual que vence también en la batalla de la valentía.   Ella es una de las pocas mujeres con las que el adulterio, casi, estaría justificado. Una excusa, un argumento, por la causa de incumplir unos acuerdos verbales propuestos en un tiempo en rosas.

Ella no es nadie y a veces, son muchas. Ella o ellas, pasan sin mirar y si miran dudo que se den cuenta de los deseos ocultos en unos ojos de movimiento nervioso, de vistazo rápido, de instante fugaz. La boca nunca acompaña los pensamientos, que a menudo, huyendo de cualquier bandera, diría sin tapujos, ni miedos, ni inhabilitada por unas fronteras alzadas por una sociedad demasiado adoctrinada por siglos de religiones, mutiladora de cualquier instinto animal: “Regalo besos y lo que surja” o “ Me gustaría follar contigo” –lo dejo a su elección-.  Pero el temor es más fuerte y los acuerdos están para cumplirlos.  Puede, que la curiosidad, sea buena parte de la tentación. Puede que el saber la respuesta de ellas fuera tan satisfactorio como el momento del consuelo. Quizás no. Puede que dijeran que sí, seguramente sería un rotundo no. Inyectado por las mismas razones de mí silencio. Dudo, que lo más divertido de la partida fuera el conseguir entrar en el castillo, lo menos tampoco. El ir avanzando casillas una a una andando en la línea floja, el riesgo y su sabor, primero dulce y al fin amargo, las palaras, sus consecuencias, el quitar un cinturón, o el no tener tiempo de deshacer una cama, obviar la necesidad de dormir, de comer, de saber qué ocurre en el mundo exterior, bailar sin música y el conseguir hacer planear el pensamiento tan profundamente que parece que el cuerpo lo acompañe o el rechinar de las patas de la cama con el suelo; Eso sería lo mejor. Quizás por añoranza. A lo mejor, por eso, tanta separación.


Hay vinos viejos y hay de añejos.    

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Salir de escuela





Al mediodía. Salimos de escuela, con el coche dirección a casa para comer y no hay día, en qué a todo volumen, los tres, cantemos (o lo intentamos) esta canción.