lunes, 21 de septiembre de 2009

Cruda realidad.

Podría empezar contándoos, que nuestra niñez, fue de la mano. Que crecimos juntos y felices. Que no tuvimos dificultades de hambre, de desgracias, de infortunios. Que sólo, tuvimos que preocuparnos en ser críos. Dos buenos amigos. Ella, siempre me seguía, me perseguía. Yo, me dejaba alcanzar.

Luego, en la adolescencia, fui yo, quien la quiso merecer. Aunque nunca lo logré, creo que ella si, se hubiera dejado querer. La valentía nunca fue mi bandera. Miedoso de la verdad, jamás quise abrir la puerta de la duda. Hasta hoy, penitente sin absolución sacramental en el amor. Soltero y sin compromiso, vaya.

Ella, se caso. Supo lo que es amar. Remar, en una misma dirección, dos. La juventud y la desdicha, nos distancio. (¿Donde estará?). Sabía noticias, por su madre, aún vecina mía. O yo, vecino de ella, aún. Nunca, hasta ahora me han llegado noticias de un embarazo (¡Vestida de blanco, que guapa debía estar!).

Hoy, un accidente de tráfico, como un golpe, como un frío corte, le ha dejado la vida colgando de un hilo, de mi buen hacer con el bisturí, y por obra y gracia mía, se recupera poco a poco. Su marido ha muerto (o lo he dejado morir), creo no haber podido hacer más por él. No me considero un asesino. Y siento más la felicidad que la pena.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Arenys y el fusil.


La noche se maquillaba, magnifica. Un gin-tonic, en buena compañía. Su nombre; Elena Anaya. Un restaurante de traje y corbata. Una mesa para dos. Velas, champán, buen tabaco y tiempo para perder. Un camarero atento. Comida no pesada. Cócteles a la carta. Y un baile donde por sorpresa, no era mi barriga lo primero, lo que la tocaba al arrimarme.
Al fin, como a menudo me pasa todo era un sueño. O eso me hizo creer, uno de sus guardaespaldas. Cuando termino la canción me dijo; déjalo chaval, o será peor. Y me desperté asustado. Sudado, con mi mujer al lado, durmiendo, no sabía, igual que les pasa a los de Arenys, si volver a soñar o coger el fusil.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Bragas.



Perdiste las bragas,
Nada más entrar,
Con tu mirada diagnosticabas,
Consuelo a la soledad.

Nunca has sabido compartir,
Niña de buen vivir,
En el amor tampoco,
¿Donde custodias tu ahorro?

Ni pides perdón,
Ni quieres querer,
Ni quieres usar condón,
Ni sabes perder.

Pero tus bragas,
Se quedaron en la puerta,
La noche que buscabas,
Quitapesares en mi casa coqueta.

Niña fresca,
Buscabas pesca,
Y quedaste pescada,
Por siempre enamorada.

Perdiste las bragas,
Yo gané, al resguardarlas,
Perdiste las bragas,
Porque yo quise sacarlas.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Opaco.


Igual que un perro hambriento, busqué, mi lugar en esta ciudad. Los grises, el opaco, y el caduco de mi trabajo procuré, estando en él, no recordarlos. La perenne pena, intenté sanarla, en cualquier lugar, por oscuro que fuera. En cualquier mujer, anhelaba, dejar mi tristeza. Par que ella, despreocupada, la tirara por el retrete. Pero nunca lo conseguí, ni yo, ni ellas. Mi sombra se llamaba soledad. Un fuerte estacazo, al escupir sangre, sentirían la mayoría de felices. Yo, sentí un alivio. El doctor me diagnostico; muerte. Yo, percibí en mi; placidez. Tanto os perturba la muerte, que no creéis, que quizás, a alguien como a mi, puede hacerle bienaventurado. Porqué sólo pasaré, del opaco, al negro.

Sombrío.




Perdido, sin rumbo, alejado de una orilla,
Intentando naufragar, naufrago en alta mar.
Inmensidad por delante, infortunio por detrás,

Agarrado a la tabla, como si de ti se tratara.
Quiero una soledad, yo. No, silencio hablado,
Vivir un ayer, hoy, un beso en ti, tuyo.

Reflejo del sol, calor… que te quería,
La luna brilla, helada, no me encierres.
No desesperes, que estoy perplejo.

Sin dirección, de vuelta, sin rumbo,
Naufragare, otra vez y siempre, sin ti,
En el naufragio de mi soledad, sombrío.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Eran.

Eran dos las personas que recuerdo,
Quizás por perder el miedo a ganar,
Quizás por ganar el miedo a perder,
Eran dos las personas que amaba.

Ella siempre sonriente,
Él un perdido amigo de grandes rarezas,
Su sonrisa clara era todo en su vida,
Sus rarezas un enorme teatro extraño.

Cuidando de las formas delante los demás,
Fueron verdugos del juego del querer,
Rarezas que escondían todas sus formas,
Sonrisa que disimulaba a los demás sus dudas.

Por cuidar las formas el uno con el otro,
Perdieron lo que quizás nunca quisieron ganar.

Eran dos las personas que escaparon,
Quizás por no luchar la mentira entre ellos,
Quizás por tener que huir sin rumbo y con mentira,
Eran dos las personas que escaparon de ellos mismos.

Sueño...

¡Oh! Sueño, sueño,
cuanto me haces soñar,
despierto, en poder dormir,
y dormido, en extrañas vivencias.

¡Oh! Sueño, sueño,
que agradable eres,
cuando te puedo coger,
infierno pareces, siendo sueño.

¡Oh! Sueño, sueño,
déjame soñar en muchas vidas,
diferentes y bonitas todas ellas,
sueño, haz que sean realidad.

Mañana.

Hoy no hay mañana,
solo es un sueño,
una esperanza, un empeño,
y quizás, una realidad.

Pero sí una ayer,
lleno de recuerdos,
vaciándose, de malas sombras,
y quizás... quizás.

Ayer tuvimos un mañana,
a ver, si mañana,
tendremos un ayer,
vive hoy, quizás,
Solo esto nos queda.

Muerte.

Lo que ahora me mata, no es morir de amor, sino ver morir el amor.

martes, 1 de septiembre de 2009

Desesperado.

Encerrado en mí,
De nadie cerca,
Sólo ante la soledad,
Distantes ideas.


Con la descuidada lejos,
Presumida con prisas,
Y ganas siempre de menos,
Perdiendo una sonrisa.

Días lluviosos y largos,
Grises repletos de ranas,
Noches largas y raras,
Negras sin saberlo.

Despertar solo de nuevo,
Ver, como ayer,
Media cara al miedo,
Sin saber que hacer.

Y el fin se alarga,
Vestido de negro,
Deprisa se larga,
Y callo, desesperado.