miércoles, 29 de febrero de 2012

¿Qué es la fuerza?


Lo que se observa en la imagen ocurría hoy en las calles de Barcelona. Ha vuelto la violencia, las cargas policiales, la quema de containers, motos, cristales rotos y revueltas.  Los recortes están acabando con el estado de bien estar que conocíamos hasta ahora. Afectan, a casi todos y a casi todo. Sin embargo, los políticos siguen en su atalaya sin advertir lo que se vive a ras de suelo. Para eso, tienen a sus dobermans que aunque no estén de acuerdo con sus políticas, les gusta demasiado pegar cómo para dejar escapar una ocasión así. Y si son estudiantes; mejor. ¿Por qué será?

El policía va equipado con unas botas duras, unos pantalones resistentes, unas espinilleras de plástico hasta las rodillas, un chaleco antibalas (o libros), un casco, un cinturón multiusos, donde lleva las esposas y a saber que más y armado con una porra y en el muslo una pistola. No es poco. El brazo apunto de soltar otro latigazo de porra al primero que se le ponga por delante. Por otro lado, los manifestantes, muchachos todos ellos, con cara de miedo, intentan una acción entre huir y protegerse. Con maletas, bolsos, jeans, jerseys y la mayoría deportivas o zapatos con tacón. Si se fijan, en el otro lado de la aglomeración, por encima de las caras de espanto se observan dos cascos  y una porra levantado por el lado derecho y uno más por el izquierdo, hecho que sin duda dificulta la escapada. Se distingue también en el centro de la imagen una chica de rodillas, caída, esperando otro golpe. Un chico agarrado a su bici plegable, y todos, con los ojos achicados y los dientes apretados, menos el de verde, que parece chillar un:”UUUAAAUUU” al ver la que le viene. En ninguno, se les distingue algún tipo de arma, ya sea una bomba nuclear, algún tanque, un Kalashnikov o nada por el estilo.

La fuerza es la capacidad para mover a algo o alguien que tenga peso o haga resistencia. Estoy seguro que la resistencia que son capaces de hacer los universitarios de este país es superior a toda la fuerza bruta (sucia) de la policía.        

sábado, 25 de febrero de 2012

Lluna.

Rompe con lo que no quieras tragar
y tíralo por el retrete.
Tira de la cadena y olvídate,
sin duda, nos sobra la mitad.
Tú eres todo lo que me quiero llevar.
¿Por qué tanto equipaje?
Sí seguramente, no vayamos a ninguna parte.
Siéntate aquí, a mi lado,  
y consigue conmigo, salir volando.
La eternidad son segundos
detenidos en mi memoria.
Y aunque viviéramos para siempre;
Me faltaría tiempo para quererte.
Eres lo que queda de mi historia.
Retrocederé hasta el principio
Para seguir vivo y viviendo
Lo que con el tiempo pierdo.
Pasearé por el camino recorrido
Transitando de nuevo lo viejo.
Sabiendo, que tú, serás futuro.
Deshazte de todo lo que te amarre,
Y no lo intentes reflotar nunca más;
vive, vive, y vive. Aprende.
Y no olvides jamás, que…
Aunque  viviéramos para siempre;
Me faltaría tiempo para quererte.  
    

miércoles, 22 de febrero de 2012

Hijos de un tiempo incierto.

Nacimos en la concavidad,
de un tiempo que moría y otro,
que nos obligaba a avanzar.

Crecimos sin reclamar lo más vano,
habitando lo deshabitado,
con formación y un mañana necio.

Estamos en el desierto del desocupado,
Sin mover un solo dedo por el duelo,
de lo trivial y vemos, el futuro estancado.

Somos hijos de un tiempo incierto,
pero de un por venir nuestro,
donde tenemos que revindicar,
requerir y reclamar, para poderlo gobernar. 

lunes, 20 de febrero de 2012

Cuando fuimos los mejores (o eso creíamos).




El sueño de poseer una maquina del tiempo ha estado siempre muy vivo en la humanidad. ¡Qué maravilloso poder viajar hacía adelante o hacía atrás! Aunque sólo fuera como mero espectador.  
Poder estar en el origen de la humanidad, en África hace más de 200.000 años. En el los avances del Neolítico, en las primeras civilizaciones, increíbles, como en Egipto, el Perú, la India o China ¡O vivir los imperios! El nacimiento de cristo (por ver si es cierto, más que nada) la edad media tan gris hasta descubrir America. Las grandes revoluciones. Las  guerras mundiales, la civil española, toda la edad moderna. Vivirlo todo y poder estar, en momentos concretos. La muerte de Julio Cesar, el desembarco de Normandía, ser un bandolero, un soldado en la trinchera, un observador mientras Michelangelo pintaba la capilla Sixtina, intentar comprender la teoría de la relatividad explicada por Einstein, escuchar una orden de Napoleón. Comprar en el mercado del Tikal, estar en el entierro de cualquier faraón, estar mientras Miguel Hernández escribía su Elegía a Ramón Sijé o en mil y un poemas o libros y autores más. En fin, poder estar en infinidad de segundos que conocemos y en muchos otros que no. Sin embargo, por ahora, esto, resulta imposible.
Tendré que volver a ponerme ese disco antiguo de rock con sabor a cuero y cerrar los ojos,  para revivir de la única forma que se, momentos que ya dejamos en el pasado. Cuando fuimos los mejores (o eso creíamos).  
      

viernes, 17 de febrero de 2012

El reflejo.




Al levantarme fui a la ducha. Al terminar y a acercarme al espejo observé, que el del reflejo, sin duda, no era yo. Durante los segundos que me lavaba la cara él, bostezaba. Mientras yo me cepillaba los dientes, él, se lavaba la cara. Al peinarme, él, se lavaba la cara. Y cuando me gire para irme, lo miré y sonrió. La siguiente parte del día, transcurrió con normalidad 

lunes, 13 de febrero de 2012

Los sentimientos.

"Esquina del enigma" / Litografía - Xilografía / 50 x 70 cm. - 2009
MATIAS AMICI LITOGRAFIA

Mueren, asesinados, dejando bonitos cadáveres;
los sentimientos. Vestidos de recuerdos, en la esquina
en donde antes, te divisaba dormida. ¡Estrés!
Tú, fugaz y huidiza porción de amor estéril.
Estés donde estés, habitando lo desconocido.
No, no, no sangran, ni sufren, el dolor imbécil,
sin embargo en mi interior, me desgarra el corazón.
Mastica las vísceras sin pudor ¡Maldito dolor!
Hospedado en lo más profundo de mis entrañas,
donde engañas el hambre y al hombre.  
Te patearía las pelotas si supiera cómo hacerlo.
Pero no puedo, ni sé, donde irte a abandonar.
Desmedida tu vida suicida, chica, me hurtan y fluyen
las pasiones, gota a gota, de un pasado abonar.
Y es, esa esquina, la esquina,
en la que escribo, de derecha a izquierda,
de arriba abajo, en forma de relato, en bonitos retales,
nuestra historia perdida, abocada al vertedero.
Escombros, de una ciudad caída, que nunca supimos construir
y siempre, tuvimos la intención de derruir. ¡Lo sé! que es,
para vivir entre la ruinas, del que podía haber sido
y no fue. Letras, en negro sobre blanco, son las que
escribo, difícil de no intuir, este trise e insolente
"fin".  

La mirilla.


La gripe es lo más parecido a la soledad. Cuando no la anhelas llega, y cuando querrías estar en cama, por cualquier razón, una semana, nunca aparece. Y siempre, es costoso hacer del todo limpio. En fin, que estaba acechado por ese virus, en casa, siguiendo la procesión típica del sofá a la cama y de la cama al sofá, cuando de repente, a media mañana sonó el timbre. Mi cerebro funciono todo lo rápido que podía funcionar… el cartero, la policía, algun vecino o mejor; alguna vecina, el alcalde (no sé porque lo pensé) los evangelistas, ladrones recalando información, un repartidor perdido, un recuerdo, el peligro, si seguía así no abriría nunca, por eso, me puse el albornoz (una pieza que únicamente utilizo cuando estoy enfermo), y fui a abrir.
Al no tener mirilla, la sorpresa es desastre, pues para saber quién llama ya tienes que mostrarte y la opción, “no estoy en casa”, se esfuma. Mi asombro fue enorme al abrir y descubrir que quién había llamado a la puerta era le vecina de enfrente, con la que únicamente compartimos rellano y en alguna ocasión ascensor. Aunque en algún momento ella sí estuvo conmigo a solas, sin saberlo.
-          Buenos días. Dijo.
-          Buenos días. Respondí, mientras pensaba todo lo que podíamos hacer y no haríamos.
-          ¿Qué quiere? Pregunté, entretanto, seguía en una realidad de posturas casi extraordinarias.
-          Al irme a trabajar he observado que su coche seguía allí, y como siempre usted se va primero, me he preguntado, si es que aún estaba en casa.
-          Pues verá que sí. Una gripe común me tiene retenido. Pero estoy bien gracias.
-          Me alegro, pero no es usted quien me preocupa si no yo misma.
-          Cuénteme. La verdad es que su estado personal no me interesaba lo mas mínimo, ¿Pero que podía decirle?
-          ¡Estoy triste! Y volvió al silencio.
-          Yo, amenudo también.
-          ¡Realmente triste!
-          ¿Quiere pasar? No era con mala o buena intención o sí, pero aún era pronto para saberlo, lo cierto es, que la vecina, estaba lo suficientemente buena como para tener un apretón y creo, que ahora, también estaba lo suficientemente triste como para colaborar en la causa.
Después de más de tres horas de escuchar, como soltaba todos sus problemas en medio de mi comedor, igual como se vomita en los aseos de las discotecas, se levantó, me dio las gracias y se fue, y mientras marchaba una inmensa tristeza me abrumo, igual que viene la tormenta, y tuve, que pedirle, por favor, que se quedara. Para cambiar el norte de sitio.                  

jueves, 9 de febrero de 2012

Nada que perder.

Tengo la mala costumbre de mientras tomo el café de después de comer, en el bar que hay enfrente a mi lugar de trabajo, intentar hacer parecer que leo el periódico pero en realidad, indagar en las conversaciones ajenas, para poder hacer mis hipótesis. Creando mis mundos paralelos, no sé, si muy alejados de la normalidad, que verdaderamente, desconozco cuál es.   Hoy, mientras, andaba ya sumergido en la conversación de las dos señoritas sentadas en la mesa más cercana por mi lado derecho, buceando en cómo deberían vivir sus vidas. Descubriéndolo, através de sus palabras, la construcción de su frases y los temas de sus charlas, de repente, se sentó en mí mesa, una señora que no conocía absolutamente de nada.
- ¿Qué tal? Me ha preguntado mientras tomaba asiento.
- Bien, gracias. He respondido, asombrado, por ver que se sentaba allí, mientras en el bar seguían la mitad de mesas vacías.
- Me llamo María.
- Yo Luís, encantado. Intentaba seguir el papel sin parecer muy atónito.
- Debes pensar… “¿Qué coño hace esta sentándose aquí?”
- Sí. Aunque si es por compartir soledad, a mí llámame egoísta, pero prefiero no hacerlo.
- Pero es que si te das cuenta, no tienes opción.
- Puedo levantarme e irme.
- Luís, hace casi un año que todos los días vengo aquí después de comer ha tomar un café, me siento siempre en la barra, quizás, por eso, tú nunca te hayas fijado en mi. Sin embargo, yo sí lo he hecho contigo. Y he observado, como curioseas o incluso analizas a todo quién te rodea.
- Y eso, ¿por qué impide que yo me levante y me vaya?
- Lo impide tu curiosidad.
- Pues procura saciarla rápido, que en media hora entro a trabajar. Pero… ¿Por qué quieres raptar mis pesquisas?
- No quiero, ni tan sólo lo hago por ti, si no por mí. Supongo, que debes conocer bien a las personas, y quiero, desahogarme por una vida de errores. Que me escrutes mientras yo me abro en canal dejando los sentimientos y las vísceras esparcidas en este trozo de mesa que hay entre tú y yo.
- Solo soy un vendedor de electrodomésticos.
- Eso, lo dices tú, porqué crees, que nadie te conoce mejor que tu mismo, y no es así. De joven, era la típica muchacha que siempre andaba sola, sin amigas y con pocos amigos, con un coche viejo y extraño, vestida de forma peculiar y sin ganas de compartir esa vida social, que todos en la universidad tanto ansiaban. Llegaba sin decir nada e igual me iba, siempre, la ultima en llegar y la primera en marchar. Sin nada  que compartir. Y fue eso, sin duda, esa forma de ser, la que me condujo hasta la soledad más absoluta, fría y austera.
- ¿Y qué puedo decirte yo? Si cuando algún cantante que me gusta saca un nuevo disco, voy a la tienda decidido a cómpralo, pero cuando estoy allí y le pregunto al tendero: “¿Tienen el disco de tal?” y me pregunta: “¿El nuevo?” respondo: “No” y nombro ese que ya tengo, únicamente, por no volver a decepcionarme.”  ¿Qué quieres que te diga, María?  Si quieres, nos tomamos la tarde libre y vamos a hacer todo aquello que incluso, nos da miedo imaginar.
- No tengo nada que perder.                    

lunes, 6 de febrero de 2012

Del ciclismo.

El ciclismo es como aprender un oficio. Si desde pequeño alguien cercano no te explica todos sus entresijos, con apreciación y sosiego, es complejo de entender (o de amar). Puedes apreciar el sufrimiento, el esfuerzo, el coraje e incluso el espectáculo, sin igual a mi entender, de los corredores pero no, las entrañas de este deporte tantas veces desgarrado desde sus propias vísceras.
Recuerdo esas tardes de verano, mientras los demás niños se inquietaban por ir a la piscina, yo, esperaba ahogado en el calor y el sofá que empezará la retransmisión del Tour. Entonces, no había todas estas nuevas tecnologías, en las que cualquier noticia esta al instante expuesta en mil y una páginas. Tenías, pues, que esperar a las tres y media, para poder ver quién iba escapado, a cuánto tiempo y escuchar el por qué. En algunas etapas de montaña, la euforia, era plena por poder seguir la etapa casi, o al completo. En algunas grandes ocasiones, si el trabajo se lo permitía y alguna etapa no pasaba muy lejos de casa, mi padre, no dudaba en llevarme a ver, en vivo,  a los ciclistas. El Tour, la Vuelta, la Volta a Catalunya, era y es indiferente para gozarlo. En aquel tiempo, era Miguelón quién creaba afición. El gran Indurain. Soy de la quinta de Alberto Contador, sin una porción de su talento y con más peso, cosa que hace difícil, que mi afición por el ciclismo pasase nunca, de vulgar cicloturista y apasionado espectador. Añoré a Indurain, disfrute con Armstrong y me volví a entusiasmar, con ese jovenzuelo Contador luchando a cara descubierta en el col del peyresourde. Y me entusiasmo en cada aparición, por su valentía y audacia. Como en este último Tour de Francia, el mejor, aunque no ganara.
Hoy, desconozco, si ha sido el estómago o el hígado, quién ha sancionado a Alberto con dos años de suspensión y le ha desposeído de sus logros (conseguidos habiendo pasado un sinfín de controles), como anteriormente paso con otros. Pero el corazón de este deporte, que sin duda es él y todos sus compañeros, debe y deben, con su latido, hacer valer su esfuerzo al igual que en la carretera, para cambiar estas normativas tan obsoletas, capaces, de inhabilitar a un corredor sin demostrar dopaje, únicamente, por la responsabilidad objetiva, hecho del cuál, la mayoría de estos organismos carece. 

miércoles, 1 de febrero de 2012

Luto.

Ayer, ya pasó, ya murió.
como han pasado estos tres segundos,
que has tardado en leer esto.

Cada espacio de tiempo mío,
es, una realidad que ha muerto.
Sin cadáver. Enfermos crónicos.  

Quizás, por eso, sólo por eso,
no nos acecha su pérdida
con infinita tristeza o luto.

Viaje únicamente de ida.
Segundos ¿victimas o verdugos?
De esta deshilada vida mía.

¿Puede el tiempo ser ejecutor
y mártir? De nuestra propia pena.
¿Puede ser regalo y despojo?

Es, nuestra libertad y condena.
Es, lo que se nos ha ido
y lo que nos queda.

Me tiembla el pulso por lo que oído:
La eternidad únicamente es,
ente de los creyentes. Y estoy excluido.  

Ayer, ya pasó, ya murió. Antes.
Sin embargo, nos quedan mañanas.
El presente y todos sus después.

Para seguir enterrando.