lunes, 12 de marzo de 2012

Amarillo.

Todo empezó al discutir por el color de la pared. Él era el pintor que siempre había venido a casa a dar una capa de blanco, para parecer todo, más limpio. Pero esta vez, no sé por qué extraña razón, pintó la pared de color amarillo. Sabía de las otras veces, lo que pedíamos y queríamos; un emblanquecimiento, no más. Cuando volvió para cobrar por el trabajo, no tuve más remedio que cantarle las cuarenta y decirle, que si no arreglaba ese desecho no cobraría. Él, en desacuerdo con lo qué le decía argumentó, que la pared ya estaba de color blanco. Yo, respondí, medio ofendido, que sin duda, no la veía para nada blanca, si no más bien amarilla, amarillenta o del color de la orina y eso, no me gustaba, ni era como habíamos quedado ¡odio el amarillo!. Por tal motivo, no cobraría. Hizo llamar a mi esposa para ver, si así, entre los dos, me convencían de pagar ese desastre, en el que seguro había sido cómplice de este cambio en el horizonte de mi comedor.
Ella, por supuesto, se puso de su lado. Desde hacía mucho tiempo ya, a mí, había dejado de apoyarme. “Manuel, es blanca” decía. “Sí, Manuel, es blanco, blanco y en botella” decía él. No lo veía así, para nada, por eso, fui a buscar a la vecina, esa que estaba tan buena, a ver, si ella, a parte de alegrarme un poco la vista, me apoyaba. Al abrir la puerta le dije: –Puede usted venir ayudarme a aclarar una duda que tengo, será poco tiempo y sencillo. -Sí, respondió. Al llegar le pregunte que de que color veía ella la pared y contestó que blanca. Tal fue el enloquecimiento que sufrir que después de eso tuvieron que ingresarme por trastorno senil.  Y allí, en esa habitación amarilla, con esas enfermeras con batas amarillas, con medias amarillas, dientes amarillos y pelos blancos, pase los últimos días de mi vida.          

5 comentarios:

Jou McQueen dijo...

Así que ya saben, si su mujer les dice que es amarillo, ustedes, acaten y paguen; será mejor.

Un saludo.

Gala dijo...

Jajajajaja...

Si es que las mujeres tienen muchas razones...
o no..

Tal vez en lugar del loquero no debería haber ido a ver un medico que le tratara el daltonismo??

Que anda que la doña pronto se lo quitó de encima... será que tenia un lio con el pintor? o que queria apartar a su marido rapidito de su vida y así pintarla de otros colores?

Ay... que amarillo lo veo todo..

Besitos mediterráneos.

Jou McQueen dijo...

Gala: Lo desglosas magníficamente!

Un saludo.

Dany dijo...

Interesantes los juegos de Gala.
El amarillo no fue en este caso un color de felicidad. Todo por no querer pagar. Un abrazo!

Jou McQueen dijo...

Dany: Sí, interesantes los juegos de Gala.
Y eso de no querer pagar, casi siempre es malo.

Un saludo.