miércoles, 17 de abril de 2013

Dormir


Media mañana. Vuelvo al bar de siempre para desayunar. No me gusta cambiar porqué sí. Desde hace unos días, hay, al final de la barra un tipo con pinta de yonki arrepentido. Tomando algo de alcohol, en un vaso de cortado, por su transparencia, parece anís. Si no tuviera menos de cincuenta y estuviéramos a media mañana, diría, que está agotado. Mientras desayuno con el diario de escusa o refugio, él, no deja de observar el vaso, ya vació, como si esperara, no sé muy bien si naufragar allí o reflotar.  Pregunto a la camarera, la de siempre, si lleva mucho rato tan ausente, ella, que lo conoce, me responde que media vida. Por coincidencias extrañas que nos depara el destino, en la otra punta de la barra, hay un señor mayor, increíblemente activo y lucido, capaz, aún a sus setenta i pocos, de sentirse lo suficientemente vigoroso por intentar captivar de una forma graciosa la camarera. Son, sin duda, las dos formas en que la vida te puede dejar embriagado. Uno, es un simple borracho, el otro, un entusiasmado.

Medio día. Me voy para casa a comer. Me cruzo con el yonki. Anda como sin dirección, ni rumbo, ni puerto del que salir ni al que llegar. Se balancea igual que los boxeadores cuando se intentan levantar de un Knock Out. No creo que se mueva más que por instinto. Su vida es únicamente eso, el instinto de todo ser humano para sobrevivir. Supongo que hace ya mucho, que su vida real, esa que ya jamás no vivirá, la tiró por el retrete o se la trago por la nariz. Y como, seguramente, no es alguien del mundo de la cultura, ya sean actores, cantantes, presentadores, o semejantes, ni un ex deportista de élite, ni conocido, no tendrá la oportunidad de vivir esos sucedáneos que les preparan a ellos, de falsas vidas o vueltas a la cima desde los infiernos de diseño.

Media tarde. Mientras el yonki sigue sentado en una acera del polígono donde trabajo, pasa el señor mayor con un buen coche por su lado sin darse cuenta de que quizás, sea, la otra cara de la moneda. No se deben nada. Uno perdió un sin fin de días por ganar alguna noche y puede que alguna choni. El otro, dejo escapar alguna noche y muchas chonis para ganar algún día si la vida le sonríe. Y por casualidades de la vida o puede que por su vitalidad, hasta ahora, le ha sonreído. El viejo, está fresco para lo que le resta. El joven, como dice la canción está: Agotado de esperar el fin.

Media noche. Tengo más sueño que nunca ¿Será por qué este fin de semana salí?

Ilegales...
http://www.youtube.com/watch?v=oHlhIy40Mzk 

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