De madrugada. Me levanto, que no me despierto. Voy como un
autómata hacía la ducha. Sigo los mismos pasos de siempre. Sin embargo,
mientras me resbala el agua piel abajo y se deshace de mi sueño y de mis
sueños, me entra un extraño frío por todo el cuerpo y eso, que el agua está a
la misma temperatura que ayer o ante ayer, es decir; alta. Creo, que adentro, no sé donde, debo
estar enfermando. Mientras sigo duchándome ese frío sigue extendiéndose, igual
que las guerras en los territorios o al contrario que el hielo en la Antártida. Me estoy
volviendo miedoso y sin saber porqué a su vez, egoísta. Antes de salir de la
ducha he decidido cree en todo y en todas las deidades; en Cristo, Ala, Jehová,
buda, Quetzlcoatl, Venus (sobre todo en Venus) en el dios del sol, de la luna,
del mar, me da igual. Soy así, paso de todo a nada, o a la inversa, sin
esfuerzo o con un completo empeño. Después de tomarme la temperatura con un
termómetro digital, desconozco el motivo pero siempre me ha parecido más seguro
los de mercurio, esos que no hace mucho prohibieron porqué resulta que eran
cancerigenos, decido, dado que la fiebre se va apoderando otra vez de mi
cuerpo, quedarme en casa. Como añoraré el rato de desayuno en que puedo
observar lo que pasa a mí alrededor.
Media mañana. Llevo demasiado mirando la tele. O demasiado
estando solo. Vuelve el miedo. Me fijo, y observo que después de hacer mucho
zapping, el que no es del Real Madrid, es del Barca, el que no de izquierdas es
de derechas, el que no tiene pareja está en un grupo de singles, hay los
antisistema, los que les gusta el deporte extremo, los del running, los del
club del libro, los frikis, los que les gusta el hormiguero o el intermedio, la
formula 1 o moto GP, los de Dostoievski o Nietzsche, los de la ser o la cope.
Los de novela o poesía, arte o ensayo,
nacionalistas españoles o catalanes. Pero todos, buscamos un grupo en el que
entrar o caber, ya sean religiosos, deportivos, culturales o un largo etcétera.
Seguramente lo hacemos por seguridad, ya que aparte de mentirosos, somos unos egoístas
y miedosos. Por suerte, Wert, nos ha hecho una ley a medida, lastima, que llevo
ya años fuera de la educación básica. La religión tendrá el mismo peso que las
matemáticas o la lengua, para la evolución de un curso. Lo que desconozco es si
luego, al lo largo de una vida, nos hará la misma falta saber sumar que saber
rezar una padre nuestro sin equivocarnos. Seguramente, más nos vale
encomendarnos a dios que a los economistas o políticos.
Medio día. Hecho de menos la sensación de poder enamorarme. Supongo
que el tiempo va desangrando la sensación de enamoramiento hasta dejarla únicamente
en estimación. Y, es dificilísimo, diría imposible, volver a enamorarte de una
persona a la que conoces, casi, mejor
que a ti mismo. Yo no podría enamorarme de mi mismo. Me conozco demasiado, a
parte, de no ser homosexual. Pero si puedo quererme. Pues, es eso. Más me vale
que dios me coja confesado por lo que me resta de día. Mañana ya decidiré si
sigo creyendo y creyéndomelo todo o no.
2 comentarios:
Me han gustado tus reflexiones, me han hecho pensar; es verdad, siempre nos colocamos, de una lado o de otro, aunque a veces también, no me encuentro en ninguno.
Bueno, saludos
CalmA a mi me pasa a menudo, por eso a veces, creo en todo y a veces en nada. Bienvenida.
Un saludo.
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