viernes, 28 de junio de 2013

Ayer no tenía que terminar nunca


                De madrugada. Despertarse, por obligación, cada día a las seis de la mañana es una mierda en el primer momento, luego, cuando vences con perseverancia el sueño, no. Se le da la vuelta a la sensación igual que a un calcetín. Y si puedes, a media mañana, desayunas como un campeón durante media hora, con la prensa delante ya es, casi, un placer. En los días en que no consigues espolearte y el sueño parece no despegarse  de la piel, deambulas en todo lo que haces. Eso, sucede cuando la noche anterior has ido a la cama, más tarde de lo que el cuerpo lo permite. Ayer, fui de concierto. Y un concierto, es como tener sexo, puedes acabar queriendo más o pidiendo la hora. Algunos se te hacen cortos y otros, sin embargo, interminables. Puedes gritar y darlo todo o aburrirte cómo una ostra (pero, ¿por qué se aburren las ostras?) Puedes, chillar incluso jadear o estar callado. Desear un bis o que se termine. Ayer, no tenía que terminar nunca.

Media mañana. Desayuno como un campeón. Donde siempre. Me tomo una coca-cola, nunca me ha gustado la Pepsi, y un café doble, intento rehacerme o rearmarme por lo que me queda de mañana. La camarera debe notar mi somnolencia y no me hace demasiado caso. Cada vez, está más ancha. Hay mujeres que el embarazo les sienta bien y otras, que les sienta fatal; interiormente y exteriormente. Incluso, se ve, y digo se ve, porqué en los embarazos de mis dos hijos no me ha ocurrido, que hay mujeres que les aumenta el deseo sexual, supongo debe tener su base científica, yo, no lo he podido estudiar. Pero sé, he comprobado, que alguna, algunas se les reduce casi a la nada. Soy curioso y no puedo evitarlo. Le pregunto: -¿Estando embarazada tienes más o menos ganas de tener sexo?  Me mira, sonríe, y contesta:- Ninguna. Esta experiencia ya la he vivido y dejo la conversación aquí. Seguramente, pensará que soy un depravado, pero por suerte o desgracia (no lo sé) no me importa.


Medio día. No como. Me voy aprovechar el rato que tengo para dormir. No sé porqué, pues dicen que el sueño no se recupera. Sueño que la camarera es una preñada pervertida y viciosa que únicamente desea y me lo hace saber, que la folle encima de la barra, en todas las posturas posibles en que su estado lo permita, mi moral no me lo aprueba. Puta moral, hasta en sueños jode. Puta educación católica. Puta vida. Ni en una realidad paralela creada por y para mí consigo cambiarme. Otro mal despertar. Las siestas demasiado largas nunca me han sentado bien.      

viernes, 21 de junio de 2013

Cuándo ya noches mías (Idea Vilariño)

Cuándo ya noches mías
ignoradas e intactas,
sin roces.

Cuándo aromas sin mezclas
inviolados.

Cuándo yo estrella fría
y no flor en un ramo de colores.

Y cuando ya mi vida,
mi ardua vida,
en soledad
como una lenta gota
queriendo caer siempre
y siempre sostenida
cargándose, llenándose
de sí misma, temblando,
apurando su brillo
y su retorno al río.

Ya sin temblor ni luz
cayendo oscuramente.

jueves, 20 de junio de 2013

La vida

Te fuiste.
A prisas.
Sin despidos improcedentes.
Sin tristezas inventadas.
Ni miradas desesperadas.

Te fuiste.
Igual que se va a veces

La vida. 

viernes, 14 de junio de 2013

Sentir

Media mañana. La camarera está preñada. No me extraña. Todo va hoy a otra velocidad ¿Será porqué su paso ha cambiado? En una mesa frente a la mía hay un chico con barba, pelo largo un poco ondulado, un jersey de lana marrón (estamos en verano o casi ¿no se debe haber percatado?) la parte inferior no la veo pues la mesa me lo esconde. Está tomando un té, con una parsimonia increíble. Durante unos segundos, me quedo pensando a quien me recuerda, hasta que caigo en la cuenta (no lo entiendo
mujer preñanda
http://adriavolta.blogspot.com.es/
esto de caer en la cuenta) de que es la viva imagen, si es que esta vivo, de Jesucristo. El hecho de qué esté tomando algo alivia mi preocupación de que sea una visión, únicamente mía. No sabría como afrontar de tener que ahora, a mi edad, hacerme creyente. Mientras estoy desayunando me llama un amigo, uno de esos que si no es importante, casi nunca te llama, lo dice todo a medias y por watts. Me temo lo peor. Y así es. Su mujer no le ha abandonado. Es que también soy amigo de ella y seguramente, me lo aprecio más que a él. Para los dos, sería mejor dejarlo. Nuestro señor se levanta y va hacía la caja a pagar. Ufff... Por el momento no debo empezar a creer.

Medio día. Hay una mosca que me está molestando, por no decir jodiendo, desde hace ya un buen rato. Tanto, que lo dejo todo para cazarla. En unos minutos lo consigo he intento observar unos cuantos reflejos de mi cara en su ojo, para satisfacer mi ansias de ganador, sin embargo, no me veo. No sé si matarla o dejarla volar al aire libre, pero ¿y si sabe el camino y regresa en busca de venganza? La mato. Aún así, no me siento un asesino. No tengo demasiada hambre y no sé qué comer.

Media tarde. Me peleo con un conductor con aromas de suicida y asesino. Nos hemos cruzado en el camino en un mal momento. Él tenía prisa y yo ninguna, se juega su vida y lo que molesta más, la mía, en un adelantamiento más que temerario. Me levanta un dedo, os dejo adivinar cuál, y sigue su camino. No le chillo, ni lo insulto, ni hago gesto alguno, creo que eso sería inútil. No sé si creer en el karma, pero deseo que él si que crea. Se aleja, a una velocidad de vértigo.


Media noche. Me voy a la cama. Mañana u hoy, mi hija suma un año más. De pequeño siempre tenía prisas para crecer. Ahora, me gustaría ralentizar el tiempo y poder gozar con la parsimonia con que Jesucristo 2.013 se tomaba el té. Al recordarlo, pienso si su forma de vestir o de vivir, era un reflejo, no de las pasarelas de Milán o Paris, si no de la biblia y de una creencia tan profunda como el amor que se puede sentir por un hijo.     

lunes, 10 de junio de 2013

Caro autem infirma

Media mañana. O medio día. Hoy, me despierto demasiado tarde para poder aprovechar la mañana. Usufructué la noche. No sé si desayunar o almorzar. No sé si tomarme el café con leche durante la comida o el café solo después de ella. No sé, si me dará tiempo de hacer la siesta o si ya debería estar haciéndola. He soñado que volaba. Igual que un pájaro, pero sin alas, mejor dicho, igual que superman pero sin capa. Con solo pensarlo; Podía alejarme hacía arriba igual que me alejo, a veces, hacía adentro. Tomar una distancia prudencial durante unos minutos, para conseguir, asumir el hecho de estar volando o divagando.

Media tarde. Parece medio día. No llevo el tiempo suficiente despierto para asumir que ya ha pasado buena parte de la jornada. Me deshago de la idea de la siesta. Debo poder reconciliar el sueño a una hora decente. La sensación de cansancio se enreda con la resaca y los años no pasan en balde para el cuerpo, estoy hecho una mierda. Me prometo como cada resaca no volver a beber, tanto, jamás. Este malestar es odioso, pero es que luego, cuando me animo, no se parar, salgo poco pero bien. Es como follar, no se puede -solo la puntita-. Espero que pasen las horas para cenar un poco y acostarme. No procuro más afán que ese.


Media noche.  Se me arrima mi mujer, y sé, que cuando se arrima no es por nada. Vuelvo a estar volando y no deseo aterrizar, quiero volar, volar bien alto, observar el horizonte, encontrarme, destruir la sensación de repetición de actos. Cambiar de estrofa, de escena, de verso, de cuento, de historia, de final. Sin embargo, caro autem infirma.          

lunes, 3 de junio de 2013

Tuyo y mío

Y, en un segundo,
Desaparece el mundo.

¡Habitamos todo el espacio!

No hay ruido, no hay silencio.

Es, en ese momento,
cuando olvidamos lo mundano.

sábado, 1 de junio de 2013

Sequedad


Ya nunca lloro por amor.
Murieron desangradas las leyendas.
O quizás, se hizo tarde para el sol.



-Nunca supe digerir sentirme esperado-