viernes, 26 de septiembre de 2014

Demonios de madrugada

De madrugada. Demonios. Demonios me visitan atronando un sueño que des de ya hace mucho, no es para nada tranquilo. Les busco la cola, los cuernos, el rojo del infierno y sin embargo, no consigo divisarles una mirada en el rostro.

Sombras ruidosas con voz de mujer que no toman café, ni comen fruta prohibida. Pasos rápidos sin nombre con tacto de mimbre. Sordos de gritos y de constantes murmullos. De lengua agrisada y aliento de fría brisa. Hologramas moribundos de tembloroso movimiento. Capaces de hacer un inmenso estruendo sin romper el silencio, de asesinar la pasión para cualquier cosa y de bailar con alegría la canción más triste. Vagabundos de madrugadas. Alcohólicos de penas. Habitantes del quebranto.

Al anochecer. Invoco a los demonios y nunca aparecen. Se manifiestan según su albedrío. Después, me siento en vela, poniendo todas mis espinas por testigo, a esperarles. Hasta que un sueño viscoso y denso empieza a cerrarme los ojos sin remedio. Lo demás, ya os lo he contado.


Y así, cada noche, cada amanecer, cada despertar.