Odio a los reyes. A todos. Inclusive a los magos. No creo en
la proclamación por genes y sí, en el esfuerzo y en el talento. Creo sin duda en
la igualdad de oportunidades y en la humanidad. Me fascinan los médicos,
enfermeras y todos aquellos quienes con devoción hacen su trabajo. Si es
ayudando al próximo mejor. Los altruistas me emocionan. Quizás porqué yo no
consiga serlo. Me toca los huevos cuando ayudas a alguien y no te da ni las
gracias ¡Maldito capitalismo! A menudo me distraigo intentando descubrir que es
lo esencial y pierdo un tiempo fundamental para vivir otras experiencias.
Odio a los reyes. Todos. Los magos quizás un poco menos,
puede que sea porqué su farsa es en beneficio de la ilusión de los más pequeños. Sin embargo el otro día, mi hija me preguntó:- ¿Papi, cómo lo hacen para llegar en una sola noche a todos los hogares del mundo? Y mi incontinencia verbal no pudo más que
contestarle: -No llegan a todos los hogares del mundo, es más, seguramente en
una tercera parte del planeta ni están ni se les espera. A lo que ella me
indicó: -¿Qué quieres decir? Ahora tiene 6 años se llama Lluna y es un sol, en
su primer curso escolar con nota ya tiene más sobresalientes que yo en toda mi
trayectoria. A lo que le respondí: -De aquí dos años te lo explico. Y se fue
tan contenta con su fantasía intacta. Al pequeño, a Ilde, todas esas banalidades
no le preocupan lo más mínimo. Lo realmente importante a su edad, 3 años, es, si
le traerán todo lo que ha pedido. Duda, que le he intentado ir aclarando poco a
poco diciéndole; entre que es un inmoral por pedir tanto y que deben
racionar los juguetes entre todos los niños del mundo. ¡Mintiendo! Y el cristo
que se formó cuando el pequeño explico a la mayor el reparto mundial que su
padre le había contado de juguetes, fue de apaga y vamonos. Tantas cosas por
decir y tanto que callar. Esperemos que mañana amanezca pronto.
Odio a los reyes y tener que madrugar. Por esa simple razón
he llegado a un trato de favor con mi mujer de hacer creer a los niños que los
reyes, gracias a que se han portado tan
bien, les dejan a ellos primeros los regalos e intento, que la táctica, me dure todo
el año y así dominarlos un poco más, aunque siempre acabo teniendo que amenazar
con el enfado o pelea a muerte. El pequeño, no sé por qué, siempre elige pelea
a muerte y acabamos en un combate sin fin por toda la casa con mi compañera intentando convencernos de manera insistente que luego tendremos que recoger
todo el destrozo que organizamos.
Odio a los reyes porqué como Dios, no son ni justos ni ecuánimes
si no antes, todo lo contrario.