Subir de nuevo a la habitación y caer en el infinito universo; de surcar
los mares del Caribe. O hacer algún aterrizaje forzoso en el Sahara. Volver a
luchar contra Shirkan. Y a recibir esas botas del molinero. Puede que suba a la
biblioteca del colegio para viajar a fantasía. O adentrarme en las entrañas de
la ballena. Quizás, volver a correr descalzo Mississippi a bajo, o a volar, a
nunca jamás. ¿Quién sabe si podré sacar a excálibur? Aunque hoy esté aquí para
pan y pimento. Papá, recuerdas, la mejor historia está por leer, a pesar de ya no
ser tu quién me la lea.
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