jueves, 28 de agosto de 2025

¿Sabes de tus colmillos?



 Me fascinan tus colmillos...
en esa media sonrisa de loba
que firma la noche con tinta
y rímel.

Morena, guapa y llena de tatuajes:
constelaciones en el brazo,
una Medusa en la muñeca,
un rayo en la clavícula que suena a guitarra eléctrica.

Epicteto me mira desde el bolsillo de la chaqueta
(donde guardo billetes de metro y un talismán ridículo)
y me dicta, con paciencia, la ley del fuego frío:
“Ocúpate de lo que depende de ti”.
Así que respiro, cuento hasta diez,
y te miro morder la cereza del labio
como si el mundo fuese un vinilo de 45
girando solo para nosotros.

No prometo eternidades—memento mori en el backstage—,
pero te ofrezco mi pulso: un metrónomo sobrio
que acompase tus riffs y mis silencios.
Si el deseo es fiera, lo ato con hilo de plata;
si la ciudad ladra, que ladre: yo elijo tu risa.
Y cuando el neón se apaga y vuelve el invierno,
me bastan tu cuero, tu sombra y ese filo en la boca
para aprender, una vez más, a no temer a la noche.

Me fascinan tus aullidos. 

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