Como la hoja que se desprende del árbol…
hasta que llega al suelo.
Cuando la vida se esta desalojando de un cuerpo,
Por culpa de un hachazo silencioso y mudo de dolor,
Sordo, y que hiere sin herida a la vista,
Por una fortuna desafortunada, como una lotería,
Que todos jugamos, aún sin ser ancianos.
Y cuando puedes contar los días,
En este abismo de sin razón y única salida,
Porque se consumen a su ritmo constante,
Cargándole de años y de daños,
Deshaciéndole el rostro tan cansado,
Alejando el sol de la ventana y del mañana,
Porque olvida sin decirlo, el futuro antes creado,
Para solo recordar el pasado,
Entre la nostalgia y un infinito llanto.
Y el cáncer maldito tiene mejores cartas,
Para esta injusta partida que es la vida.
Es cuando te das cuenta de lo irrazonable,
Que es vivir, y sólo antes de ver morir.
jueves, 23 de agosto de 2007
sábado, 11 de agosto de 2007
Apestan.
La mofeta, más pudorosa de todo el bosque quería una novia. Pero la hembra que le gustaba estaba ya emparejada, por esa razón, la tomo contra toda la comunidad. A parte de robarles los alimentos, vacilar con todos, tenía un arma más potente que los demás, su pestosa aroma era intratable, y depresiva para quien la olía. Lucho contra todos y contra todo atento hasta al más humilde y desgracio a tantas familias que era incontable. Todo por eso cuerpo prometido.
Dos años hacía de la muerte de su padre y pretendía que todo el pueblo lo honrara, cuando había sido tan malvado y asesino como él. Cuando salió al prado, se encontró casi solo, solo sus primos renegados igual, estaban allí. Tal fue el cabreo que aquello se volvió, en una guerra civil, pero solo por un bando. Cuando la batalla, es la única solución para algunos, es que no tienen métodos mejores para conquistar a sus opositores y si a más, tienen la sin vergüenza y la poca sensatez de disculpar sus actos porque dicen estar coaccionados, por no hacer servir palabras peores y aún más irracionales, como era el caso de la mofeta que apestaba. Cuando eso pasa, dudo yo que se crean a ellos mismos y en su acciones terroristas, y apestan tanto o más que la mofeta
Dos años hacía de la muerte de su padre y pretendía que todo el pueblo lo honrara, cuando había sido tan malvado y asesino como él. Cuando salió al prado, se encontró casi solo, solo sus primos renegados igual, estaban allí. Tal fue el cabreo que aquello se volvió, en una guerra civil, pero solo por un bando. Cuando la batalla, es la única solución para algunos, es que no tienen métodos mejores para conquistar a sus opositores y si a más, tienen la sin vergüenza y la poca sensatez de disculpar sus actos porque dicen estar coaccionados, por no hacer servir palabras peores y aún más irracionales, como era el caso de la mofeta que apestaba. Cuando eso pasa, dudo yo que se crean a ellos mismos y en su acciones terroristas, y apestan tanto o más que la mofeta
domingo, 5 de agosto de 2007
en la piscina... y de vacaciones.
Sentado debajo el sol, en la piscina de un hotel, observo como un hermano mayor, se acerca a su hermano pequeño para jugar con él, olvida por esos instantes su vida de rebelde juventud y se siente de nuevo y no por mucho tiempo, un niño otra vez. Una mujer con más años de los que le permite su bikini, pasea su cuerpo entre la gente segura que no hay conocidos, enseñando más de lo que sus curvas merecen. Un hombre con edad más de chiringuito y cerveza, tira la caña a las socorristas que tienen edad de ser sus hijas. Un rico a la sombra lee un periódico (que corran las apuestas) tomando un cóctel, con una señora que intenta parecer una señorita, que si se atreve a meterse en el agua, será mejor que antes se saque todo el oro que lleva encima, sino se puede hundir como el Titanic. Un padre no consigue poner el flotador a su hijo lleno de ellos, la madre se desespera y le grita que se aparte, el padre obedece, i agacha la cabeza. Quizás de vacaciones no sea todo tan real, pero seguro que no es del todo irreal.
En la plaza de Gandia.
Tres estocadas,
Como tres puñaladas,
Dos para mal herirlo,
Una para matarlo.
La fiera cae en la arena,
Y muere sin pena,
Muerte fría,
En la plaza de Gandia.
El odio del torero,
Lo deja en el suelo,
No hay duelo,
Tampoco consuelo.
No con la muerte vengaba,
A su dulce hermana,
Amor ella quería,
No llanto en la lejanía.
Como tres puñaladas,
Dos para mal herirlo,
Una para matarlo.
La fiera cae en la arena,
Y muere sin pena,
Muerte fría,
En la plaza de Gandia.
El odio del torero,
Lo deja en el suelo,
No hay duelo,
Tampoco consuelo.
No con la muerte vengaba,
A su dulce hermana,
Amor ella quería,
No llanto en la lejanía.
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