La muerte, se la llevo hace ya dos años, era tan creyente, que rezaba al menos dos horas al día. Acudía sin falta, a misa de doce, de siete. Sentía la fe ten adentro, que era imposible sacársela, era una metástasis cristiana. Por creer, creía hasta en el demonio, o con los Ángeles, el arcángel Gabreil sita asegurada, vamos, que el infierno y el cielo era solo cuestión de tiempo. Y ahora, que ya hace de su muerte, solo deseo que su Dios, no le haya fallado, y en su viaje, para mi a la nada, se haya encontrado con él. Un recuerdo para ella.
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