sábado, 10 de noviembre de 2012

¡Vaya Dios tenemos!

La creación de Adán.  Michelangelo


Lo curioso de la genética es que un hijo puede sacar la forma de los ojos del padre y el color de algún abuelo, la nariz de la madre, los labios otra vez de padre o repetir de la madre. Y así todo el cuerpo. Desde el pelo hasta las uñas del pie. En algunas ocasiones también se han dado casos, en los que tienen parecidos del vecino o de un amigo próximo, pero esto ya es otro tema.  Toda la carrocería humana es, a menudo, un compuesto de progenitores y antepasados. Con la alteración de la evolución, de la época o incluso, de la regresión. El carácter, la personalidad, también está dictada en buena parte en los genes. Somos similares a lo que eran ellos, aunque casi siempre no nos lo parezca y no nos lo queramos creer. Sin embargo en lo de las creencias en muchas ocasiones nos diferenciamos a ellos, al menos en estos tiempos donde parece que la ciencia ha avanzado lo suficiente y la escolarización nos ha ilustrado lo bastante como para desalojar a dios del concepto de creador de todas las cosas. También los adelantos tecnológicos, inmensos estos últimos años, ayudando a la globalización y empequeñeciendo las distancias a casi un clic, nos adentran en hacernos ver, que si algo nos une entre todas las personas, entre las especies, es lo humano. El amor, los celos, los odios, el dolor, el nacer, el morir, el hambre, el sexo en especial, todo. Incluso las intenciones, no siempre buenas. O nuestro egoísmo recio, que ronda y es autor de la mayoría de las incoherencias absurdas hechas con vileza. Pero para eso podemos culpar también a nuestros predecesores, absolviéndonos de lo mal que venimos haciendo las cosas hasta llegar a este punto en el que estamos. Donde discutimos por los egos patriotas o nacionalistas y nos importa tres pepinos, es decir nada, el hambre del vecino, de los niños del mundo o incluso, cualquier cosa de los demás. Y si la ciencia se equivoca y fue Dios quien nos hizo a su imagen y semejanza… ¡Vaya Dios tenemos!    

3 comentarios:

Juan José Oviedo dijo...

Qué lindo poder tirarle la pelota a un dios que existe por el mismo hecho de ser significante del nombre que los mismos seres humanos creamos.
¿Es acaso dios una creación de nosotros más que a la inversa?
¿Pienso que las religiones y las divinidades fueron creadas por nosotros mismos para justificar nuestras acciones y condenar según nuestras conveniencias; y la ciencia, y la genética, fue una brazada intentando el alivio y lograr una desenterrar una verdad escondida por nosotros mismos...
Sin duda alterarla, la genética, ya es otra estupidez.
Buen post compañero.
Un abrazo.

Gala dijo...

A su imagen y semejanza?
Esto sería una broma de mal gusto no te parece?

Besos mediterráneos.

Jou McQueen dijo...

Juan José: Comparto tu pensamiento de que no fue él quien nos creo si no a la inversa. ¿Cómo mejor forma de controlar a la humanidad que a través del miedo a morir, a la nada, a lo desconocido?
Eso de alterar la genética, si es para todos igual y con buen fin, como por ejemplo evitar un cáncer, no creo que sea una estupidez, sin duda, sí lo es para hacernos más altos, más guapos o de raza aría.

Un saludo.

Gala: Eso nos dicen, aunque también que devolvió la vista a un ciego y la movilidad a un parapléjico, que si obviamos que la musculatura con el tiempo pierde todas su facultades, quizás nos pueda parecer factible que el hombre se levantara.

Un saludo.