Descubrí que lo
que estaba soñando era un sueño porqué de repente era un escritor famoso. Si hubiera
podido elegir, ya que se trataba de mí sueño, hubiera preferido ser un rockero
con su ratito de mala vida, para dos o tres horas supongo que me hubiera divertido más. Pero
no, no sé porqué, a menudo, el subconsciente nos engaña llevándonos allí donde
él quiere. Un escritor famoso. Sentado en una silla, en medio de una feria del libro en una plaza de
armas, bajo un estante rotulado con mi nombre. Y no era Jou McQueen. Lo de
famoso lo digo después de ver que la gente se acercaba a mí, conociendo mi nombre
y mí obra, a la vez, una obra que nunca he escrito y a saber si nunca escribiré. Me sentía, estando dormido
desertor de esa vida que estaba soñando.
Únicamente, trataba de ser atento con la gente que se acercaba con un ejemplar del libro
que aún no he escrito, para que les hiciera una dedicatoria cercana. Casi
todos, querían una frase, como si nos conociéramos de una vida, que como esta,
jamás he vivido. Y no paraba de firmar libros, con frases y autógrafos como
quién sella cartas rutinariamente, con una sonrisa y una mirada de complicidad
hacía esos fans, de una época perdida en un lugar que creo nunca sabré
encontrar. Hasta que en un momento
concreto del crepúsculo (¿desconozco si escribir estas palabras te hace mejor escritor?) cuando
el anochecer hacía engañar mi estomago con una comida que no hacía mucho había
tomado, se acerco ella ¿Y quién era ella? Ella era una mirada, un gesto, una
melena en movimiento por una brisa suave, y sobre todo, una sonrisa. Unas suaves
palabras, un recuerdo, una imaginación, una quimera o un deseo. Ella, eran mil
mujeres en una, una y mil mujeres. Ella, era la renta del amor, los beneficios
de todo lo que quiero. Era lo que es. Y me pidió un sello, un autógrafo, una firma,
como si no nos conociéramos de nada, ni de mil conversaciones, ni de dos millones
de preguntas, ni de una infinidad de respuestas y de más amaneceres. Y firmé, como vengo firmando deudas, cheques,
nominas, papeles bancarios, de hospitales, de seguros o de multas por pilotar
como entre cenizas. Agarró su libro del
cuál y por suerte no recuerdo el titulo. Me sentiría condenado a escribir sobre
eso y a más, ponerle ese encabezamiento aunque lo que haga sea un diccionario. Si es, que algún día hago algo sea o no interesante. Y se alejo. Y mientras se alejaba no pude más
que gritarle: Princesa errante. No voy a besarte.
Felices Fiestas y
un feliz 2.013 para todos los compañeros que aquí encontráis una distracción.
Vengo de donde no me pertenece:
El lugar el cuál
habito.
Un poco más abajo
de donde baje,
Y con el hábito
del lugar.
4 comentarios:
Cuando tu escibas ese libro yo seré tu princesa errante....un beso!
y hasta entonces¿?
¿Me puedes firmar el mío querido Jou?
:)
María... ¿No te lo he firmado ya?
Un saludo.
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