sábado, 15 de diciembre de 2012

Yo también


La vida en la ciudad, hace, que en el momento que tus hijos tengan cierta edad empieces a pasar bastante tiempo sentado en el banco de algún parque infantil. Observando como juegan en ese bosque, barco, laberinto o lo que pueda ser, siempre artificial, un sucedáneo. Para una persona bastante solitaria como yo, eso, es, sin duda, contraproducente.  Te relaciones incluso sin querer con gente que no conoces de nada y para nada quieras conocer. Con suerte, normalmente, son madres. Si es así, es mucho mejor para mí, que siempre he preferido al sexo contrario para mantener una buena conversación. Los hombres ya sé como somos. El mundo de la mujer es tan desconocido para mí, como la época medieval. El otro día, sin ir más lejos, se sentó al lado una señorita muy dicharachera y empezamos a conversar.

-          Hola. Susurró ella, con timidez.
-          Hola, buenos días. Contesté.
-          ¿A dejar que jueguen un ratito los niños? Preguntó.
-          Sí. A ver si se cansan y luego no están tan inquietos.
-          Quanta razón tiene. Afirmo.
-          ¿Sus hijos? Le pregunté.
-          Sí, uno. ¿Por qué lo pregunta?
-          Porqué no parece usted una madre.
-          ¿Y que tiene que tener un madre que no tenga yo? Me lanzó.
-          Yo, diría, que no es lo que tiene una madre, sino lo que no tiene usted que normalmente sí tienen las madres.
-          ¿A qué se refiere?
-          Hombre, primero no parecer tan joven.
-          ¿Qué es malo ser una madre joven?
-          ¡Sin duda que no! Resulta mucho más beneficioso para el desarrollo del feto y la evolución como persona del niño. Solté ese rollo porqué por un momento me sentí un poco atacado, por estar en un berenjenal (desconozco porqué “un berenjenal” es un sinónimo de un embrollo, pues nunca he estado en ninguno)
-          ¿Y pues, qué sugiere, con eso de joven?
-          En definitiva… ¡Qué está usted muy bien por tener a dos niños tan mayores!
-          ¡Ah! Eso. Es que el más grande es un primo, no es mi hijo. Pues usted tampoco parece un padre.
-          Pues son mis hijos.
-          Está entonces muy bien. Me dijo y me ilusione.
-          Gracias, quiere que quedemos para ir a cenar.  
-          ¿Qué se ha creído? Estoy casada.
-          Yo también.

Por suerte, vivo en un pueblo.  

5 comentarios:

Dany dijo...

Jajja......yo voy a disimular diciendo que soy el abuelo.

La berenjena es una verdura con mala prensa.....solo eso.

Abrazo!

cirugia plastica de nariz dijo...

jajaj, por cierto no dejo que mi marido lleve mas a la niña al parque!! te felcito como escribes, me encnato!!

Gala dijo...

Tu no pierdes comba eh??
Jajaja... anda que solito te metiste en una bien grande.
No puedes jugar con la edad de algunas mujeres, si les tocas el amor propio de la edad, plantan bandera, se sienten atacadas irremediablemente.
Yo nunca comprendí esa animadversión por la edad, en vez de preguntar y buscar la respuesta adecuada con las preguntas pertinenetes muchas se sienten simplemente atacadas.
Siempre he pensado que las mujeres no preguntan, insinuan... esta debia ser la excepción.
Mala suerte Jou...

Besos mediterráneos.

María Sotomayor dijo...

He leido hijos y he pensando coño es verdad, enhorabuena a la luna por no estar sola.

Beso, siempre.

Jou McQueen dijo...

Dany: Bien reencontrado. Que va, seras el Richard Gere del parque...

Un saludo.

Cirugia: ¿No le dejarás que los lleve él para llevarlos tu? Me alegra que te gustara.

Un saludo.

Gala: Mi vida esta llena de excepciones. La edad, es sólo para cortejar.

Un saludo.

María: Sí, ya no esta sola en este mundo cruel. Se las dí y un beso también. Gracias.

Un saludo, siempre.