Anselm Kiefer |
Media mañana. De repente me asusta lo rápido que pasa la
vida. Sin estar pensando en otra cosa que no sea el trabajo, en un momento dado
recapacito y creo, sin saber porqué, que des de que me he levantado hasta ahora
ha pasado una década. Que al abrir la puerta del negocio esta mañana era diez
años más joven. Me pellizco y veo que estoy despierto.
A la hora del almuerzo. Me reencuentro con el resto de mi
familia. Mis hijos tienen la misma edad que ayer, sin embargo, yo no. Hace un
momento era mucho más joven o eso creía. Mí mujer, esta casi como siempre. El
paso del tiempo en ella es mucho menos severo que conmigo. Puedo observar a través
del crecimiento de mis hijos cómo hace mella en mí el mismo periodo que en
ellos les hace avanzar con pasos gigantes y en todo. No me di cuenta del momento en que esto paso
del tablero a la realidad, fue tan escalonado el trance, madrugada a madrugada,
que ahora que me toca recoger las realidades esparcidas por mi cuerpo y
conciencia, me parece que los frutos han madurado casi todos de golpe.
Media tarde. Sé que no puedo volver diez años atrás. Que la
realidad, aunque intente maquillarla, como lo hacen algunos, cambiando de
mujer, olvidando a sus hijos, volviendo a la noche eterna, a la fiesta, a los
pantalones apretados, los peinados estrafalarios, los pitillos y algo más, al
creer que el querer únicamente es la acción de seducción o que el sexo sólo
existe con amor, a soñar quimeras y a
elegir futuros, muy rápidamente se correrá (el maquillaje; no entiendas mal) y
volveré a lo cierto, que es la edad que tengo, donde merecer ya pasó, y los méritos
los debo hacer no para mí.
5 comentarios:
Bueno bueno.
Pero siempre nos queda algo que merecer....estoy convencido. Aunque no de para un peinado estrafalario jajaja
Eso seguro Dany. Los peinados estrafalarios son para los jóvenes o para los futbolistas.
Un placer como siempre tener tus glúteos por aquí.
Un saludo.
Joy, siempre me distraigo con tus título... hoy me llevaste a casa de mi abuela y comí manzanas asadas.
Beso!
María, decirte, que es la merienda preferida de mi pequeño.
Aunque nos enseñes tus glúteos, para desgracia de los asiduos al blog, un placer también como siempre tenerte por aquí.
Un saludo.
Acaso no estás todavía en edad de merecer?
Seguro que si, lo que pasa es que a veces a uno se le va la pinza, y descubre como vuela el tiempo sobre todo cuando ve a sus hijos crecer a pasos de gigante.
Eso nos da una perspectiva muy real de la velocidad del tiempo, algo que antes, apenas nos dábamos cuenta.
Que cualquier tiempo pasado fue mejor, no es mi frase...
Tú dale, que todavía te queda mucho fuelle.
Besitos mediterráneos.
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