miércoles, 27 de marzo de 2013

Siempre tarde


Comiendo. De vez en cuando me toca comer de menú. Por razones laborales algunas veces tengo que almorzar en un restaurante, el típico de polígono. Donde todos los que estamos allí o casi, puedes por su vestimenta descubrir en qué trabajan. Y si el comedor está muy lleno, tienes que compartir mesa, con algún extraño, cosa que no es del todo de mi agrado, pero agradezco cuando me lo hacen a mí. El jueves pasado, comí allí y mientras esperaba que me trajeran la paella, se me acercó la camarera y me pidió si por favor, dejaba que se sentará un chico en mi mesa. Dije que sí.
Pareció muy educado desde el principio, primero me agradeció que le dejara sentarse y después, para quedar bien, supongo soltó un: “se come bien a aquí”. Contesté correctamente y lo observé durante unos minutos. Sus manos, llenas de aceite me decían que era mecánico, pero su mono de un azul oscuro y sin marca alguna me descubría que no lo era de ninguna casa oficial, parecía un mecánico de un taller pequeño, de esos que arreglan de todo, desde motos, pasando por coches, furgonetas y camiones, hasta tractores, con la prisa que comía me pareció que debía ser autónomo y cobrar por horas, el pelo desalineado, los dientes no muy limpios y una barba desarreglada que anunciaba despreocupación por la imagen.
El postre. Lo engullo, como si tuviera prisa para llegar al café.    
El café. Mientra lo tomábamos me dijo: “Es de gusto más amargo cuando la noche anterior no nos hemos querido con mi pareja, físicamente. La vida, parece más gris, con menos tonalidad de colores. Adusta, áspera, corta, aburrida, sin sonrisas, depresiva e inclusive, suicida. Llena de sombras. Y yo, soy mi medio yo oscuro. Lo opuesto a un superhéroe, igual que ellos, tengo mí lado normal y, en vez de súper poderes, un carácter antagónico a la realidad. Cuando no follo, me levantado de mal humor, desayunando mucho y voy al trabajo dispuesto a ofender a quién se me ponga por delante. No tomo ningún descanso hasta al mediodía, que como deprisa y observo el paso del tiempo mientras espero volver al trabajo, para pasar la tarde y ver, si llega la noche y estoy más de suerte.”  Me quedé pensando, sin saber demasiado que decir, y le comenté, que si el sexo era lo que le alegraba la vida y su queridísima señora no le daba el suficiente que se buscara una amante. Seguramente no hice bien, pero es que no sabía como acabar de tomar el café tranquilo.
Cenando. Recordé la conversación de la comida y la de la camarera de unos días atrás. Y de repente, me vino a la mente la idea, quizás la conexión, pero como casi siempre que pareces tener una idea brillante, ya era tarde.   

Siempre tarde (Celtas Cortos)

4 comentarios:

María Sotomayor dijo...

A veces me gusta imaginarte en tus textos, otras no.

Beso Jou :)

Jou McQueen dijo...

María en las que no, seguro son inventados.

Un saludo.

Rob K dijo...

Me quedan claras dos cosas: que Ud. escribe muy bien, y que el muchacho de la historia no sabe apreciar el gusto del café.

Salut, Mc Queen.

Jou McQueen dijo...

Rob: De las dos, gracias por la primera. Del café, es su gusto y su regusto, justo, lo que se debe apreciar.

Un saludo.