jueves, 7 de marzo de 2013

Un virus


Desayunando. Los primeros síntomas empiezan el abordaje de mi cuerpo. Un escalofrío recorre mi espalda, la nariz se colapsa, la faringe se irrita, los oídos quedan cómo encerrados en el vacío, los ojos deambulan buscando un punto fijo y la cabeza no tiene suficiente fuerza para seguir como si nada mientras entra en la lucha sin límites del virus.  Las manos me quedan heladas, los dedos de los pies también y solo anhelo cama, dos mantas y desconectarme de la rutina.
Almuerzo. No pienso salir de mi cueva de edredones para ir a comer nada, casi con agua me basto, para ir tirando y meterme de vez en cuando algún tipo de droga de esta legal, que parece que te ayuda a avanzar tres horas más, en el paso del tiempo necesario para conseguir vencer más espacio a ese microbio que me ha invadido. Se me seca la boca entrando en un estado pastoso increíble, creo que no hay demasiado que hacer, me he lavado los dientes ya tres veces des de que estoy en cama, voy a intentar pasar la tarde durmiendo el más tiempo posible, por ver si llega la hora de cenar y algo me entra.
La cena. Bajo más por ver al resto de la familia que por hambre. Un caldo me es más que suficiente para poder volver a tomar algo de eso que dicen ayuda. Intento sonreírles a mis hijos pero creo que no lo consigo, son unos monstruitos más ruidosos de lo normal. Si no se van a la cama pronto me iré yo. Me parece que aún están para domesticar. Acaban conmigo, me despido hasta mañana, con el deseo de que cuando me levante su madre ya los haya llevado al colegio y vuelva estar otra vez solo, dando tumbos por la casa, sin nada que hacer, ni ganas para hacerlo. Antes de dormirme escucho en la tele que Chávez ha muerto, pero el cansancio acumulado de una lucha ciega me vence y caigo en un profundo sueño.
Desayuno. Me despierto, deambulo por mi casa para ver si queda alguien a quien pedir que me haga un zumo de naranja, pero no. Me toca hacérmelo a mí, entre titubeos de frío, mientras escucho la radio, solo hablan de Chávez, ni Barcenas casi aparece ¡Qué tío! Pienso, mientras lo recuerdo en una imagen de televisión preguntado, con el dedo levantando, señalando cada una de las casas de una plaza  “¿Qué edificio es ese Sr. Alcalde?”  Y el Sr. Alcalde, respondiendo muy correctamente, para relanzarle con un grito firme sabiéndose delante de una cámara un: “Exprópiese”. Para algunos un héroe para otros un villano, no sé, quizás seguramente ni eso ni aquello. Me estoy quedando sin voz y eso que no hablo con nadie, o quizás sí, ayer durante toda la noche en un sueño, pero intento recordar de qué y no lo consigo. Me voy a la cama otra vez, por ver si consigo retomar el sueño. Al menos, hasta la noche.         

4 comentarios:

Gala dijo...

Ay pobre!
No sé si es real o ficticio que has estado malito, pero la verdad es que leyéndote parece tan tan real...
Una gripe de esas que te dejan frito, ko, caput, para el desguace y poco más.
Creo que todos conocemos como se las gastan los virus.
Con lo microscópicos que son y el daño que causan.. Malditos!
Espero que sea ficticio y si no es así, que te pongas bien rapidito.

Aunque pensándolo bien, si has escrito esta entrada, es que seguro te encuentras mejor.

Ea... tomate unas cuantas más de esas drogas legales aunque ya haya pasado lo peor.. nunca está de más matarles y rematarles...(a os virus, digo..jejeje)

Ah, y otra cosa... no seas tan modesto.
A mi no me gusta halagar a nadie, ni decir cosas que no pienso o siento.
No soy de cumplido fácil, créeme.
Si te digo que eres bueno escribiendo, si recalco que algo me gusta, es porque de verdad me gustó y mucho.
Creetelo si no, no lo diría. No me gustan las pamplinas y no tengo necesidad de dorar a nadie la píldora.
Escribes muy bien, y eres original,
al menos a mi me encanta.
Lo de señor jejeje, no pasará más, prometido, te tutearé.

Besitos mediterráneos.

María Sotomayor dijo...

En esos momentos, la soledad.

Beso Jou!

Jou McQueen dijo...

Gala: Me alegra saber que es así como me alegra también que te guste. Tutéame, es mucho más cercano.

Un saludo i merci.

María: No me muevo para nada mal en la soledad.

Un saludo.

Malena dijo...

Feo feo. Una pintura perfecta de esos días en los que te duele hasta el pelo.