lunes, 24 de febrero de 2014

Antonio Machado

A un olmo seco


Al olmo viejo, hendido por el rayo 
y en su mitad podrido, 

con las lluvias de abril y el sol de mayo 

algunas hojas verdes le han salido. 


¡El olmo centenario en la colina 

que lame el Duero! Un musgo amarillento 

le mancha la corteza blanquecina 

al tronco carcomido y polvoriento. 


No será, cual los álamos cantores 

que guardan el camino y la ribera, 

habitado de pardos ruiseñores. 


Ejército de hormigas en hilera 

va trepando por él, y en sus entrañas 

urden sus telas grises las arañas. 


Antes que te derribe, olmo del Duero, 

con su hacha el leñador, y el carpintero 

te convierta en melena de campana, 

lanza de carro o yugo de carreta; 

antes que rojo en el hogar, mañana, 

ardas de alguna mísera caseta, 

al borde de un camino; 

antes que te descuaje un torbellino 

y tronche el soplo de las sierras blancas; 

antes que el río hasta la mar te empuje 

por valles y barrancas, 

olmo, quiero anotar en mi cartera 

la gracia de tu rama verdecida. 

Mi corazón espera 

también, hacia la luz y hacia la vida, 

otro milagro de la primavera.


1 comentario:

Jou McQueen dijo...

75 años de la muerte de Antonio Machado. Un pequeño homenaje aquí, con uno, para mí, de sus más bellos poemas. Donde encontró el paralelismo entre la enfermedad de su queridísima Leonor y la grafiosis del Olmo. Y la esperanza, qué como bien se dice, es lo último que se pierde. Espero que les guste.