¿Cuánto tiempo es la eternidad? Me preguntó. Y no supe qué
responderle. ¿Qué importa? Le dije. Si sabemos que lo nuestro jamás será para
siempre. Continué.
Unos días antes, después de demasiados encuentros casuales,
le propuse; ni matrimonio, ni amistad, ni una relación seria, ni fidelidad
eterna, únicamente, adulterio. Suyo y mío. No más. Una noche. Cena, vino,
charla en cualquier rincón, una risas y unas sonrisas, quitarle la ropa, que me
la quitara y sexo. Sexo desenfrenado, salvaje, excitante, con amor o sin él,
con atracción, con la sensación de estar vivos, con sudor, con esfuerzo, con
humedad, sexo para menores de cincuenta años, con jadeos, gritos, arañazos, sexo
al fin y al cabo, como el que hacía una eternidad que no tenía con su marido. Es posible, que en otra realidad paralela, y
si el encuentro hubiera tenido lugar años antes, ahora, yo hubiera sido el marido
aborrecido. Sin embargo, la vida nos cruza a menudo, en los momentos más
inoportunos con las personas menos oportunas.
Seguramente, por eso, quería saber cuanto duraba la
eternidad; Pues le prometí una noche eterna.
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