sábado, 24 de enero de 2015

Nacer es una mierda

Hay personas capaces de llevar una vida contemplativa. Y eso me sorprende. Lo he intentado en alguna ocasión y les puedo asegurar, que no es para nada fácil. Desconozco el  por qué pero ya desde pequeño los pechos de las mujeres me han atraído, me ha sido siempre indiferente su tamaño, menos los excesivos y debo alagar que los de silicona tampoco son de mis preferidos, del resto todos me dejan anonadado. ¿Por qué les cuento eso? Pues porqué incluso, tumbado en la arena de la playa con una cantidad interesantes de senos al sol, soy capaz al poco de aburrirme profundamente. Sin embargo, la cosa cambia sentado en un banco de alguna calle principal de una ciudad considerable. Soy como las abuelas esas capaces de pasarse allí días enteros chismorreando entre ellas, aunque yo lo hago conmigo mismo, como en el amor.
Creo, aun así, que sería incapaz de pasar el resto de las horas, de minutos y de segundos de mi existencia, de forma contemplativa. El nerviosismo de estar atareado me da vida, me ayuda a levantarme cada día con fuerzas, con ansias de tirar para adelante tragando a dentelladas todas esas ocasiones que las cosas salen rana o sapo. Y la verdad, es que no sé si calificarme como una persona optimista. Pero pesimista para nada. De tripas corazón. Sapo, lo decía por mí, pues infinidad de veces, mi compañera se da cuenta que soy más parecido a eso que a cualquier otra forma monárquica. No tengo un caballo, ni anillos, ni media melena, ni mallas o legins, ni un deseo ocioso de gobernar demasiado  más nada que mi vida, echo, que hay muchos hombres casados que no lo consiguen. Y me repito al decir que no hay soledad más profunda que la soledad de la mala compañía. Pero, qué esperar de la vida si eres un ateo convencido, gracias a dios, y piensas que el solo hecho de nacer ya es una mierda pues te obliga a vivir y vivir todos sabemos cuál es su única terminación. Y no, no hay manera, de entender lo que significa vivir más que sobreviviendo.

Y que para poder agarrar la vida y vivirla de forma contemplativa debes, sin duda, saberlo hacer.     

lunes, 5 de enero de 2015

De recuerdos nunca vividos


Por mucho ruido que ejecute.
Todo parece mudo.
Ni con el peor estruendo,
Consigo romper el maldito silencio.
Algo similar me pasa con el inmenso vacío.
Pues he llenado de trastos la casa y,
aunque la mierda me sobrepasa,
Ocupar ni mitigar mi desdicha consigo.
Tampoco te llevaste tanto en tu huida.
Alargadas
aparecen las sombras de la tarde
y peor que nunca
es el hedor de las sobras.
Huelen a cadáver,
a putrefacto
y temo al contagio.
De todos esos recuerdos,
que ya nunca,
Podremos contarles a nuestros nietos;
Si es
que existen.