sábado, 28 de marzo de 2015

De hablar y follar

Cenando. Me di cuenta que cuanto más mayor me hago, más me cuesta digerir el romanticismo cursi. Me crea un ardor casi insoportable. Quizás dejé de ser inocente. Quizás, me estoy haciendo viejo. Seguramente, nunca he sido un apasionado insaciable, molesto y a menudo insufrible de cualquier cosa de las que nos rodean. Sin duda, no todo me parece maravilloso. Incluso, a veces, la mayoría de las cosas se prende de un gris opaco que asusta. Hace tanto que no soy el rey de la noche, que los amaneceres han perdido eternidad. Dejé de buscar musas en cualquier rincón para pintarlas después desnudas en lienzo que nunca existieron. Volviendo al romanticismo, es como ir de copiloto en una carretera de montaña, repleta de curvas cerradas y con el mareo suficiente para no poder disfrutar del paisaje. Aunque el horizonte frente a ti sea a tus ojos un infinito de cordilleras con sus picos nevados, sin banderas.

Al acostarme. Desde hace unos días, escucho con más insistencia, cómo si lo hicieran aposta, los vecinos. Ven mucho la tele, hablan poco y follan menos. El otro día, en el ascensor, me tropecé con ella, la vecina, y la verdad, es, que me encontré en la encrucijada, de decirle lo que para mí tenían que hacer si no querían acabar viviendo como dos extraños o separados; cerrar el televisor, hablar más y acercar sus cuerpos sin ropa, dejando que sus pieles se volvieran a rozar, reencontrándose, igual que lo hacen las pupilas gustativas al saborear esos caramelos que tenía siempre tu abuela, guardados en ese tarro de cristal, que tan solo al abrir ya se desprendía el olor que te llenaba la boca de saliva, a ver si a ella, se le humedece otra parte.  Pero callé. Tengo el vicio de no entrar demasiado en la vida de los demás. Es por qué no me gusta que lo hagan con la mía, sin embargo hay quién se entromete continuamente, con afán de no sé muy bien qué. Que les den a todo por el culo. Decía siempre un amigo mío yonki a los que intentaban ayudarle a cambiar la vida qué llevaba. Debo aclarar que yo también creo que una vida de drogadicto no es una vida demasiado bien aprovechada, aunque no menos, que una de cura o de monja. Por otro lado a él, le parecía la forma más magnifica de vivir su deseada no muy longeva vida. Y yo, que respeto, que alguien sea capaz de creerse que un hijo de una señora y un paloma, muerto y después resucitado, hijo, padre y dios,  fue capaz de crear el universo, algo para mí realmente complicado de entender y casi inconcebible, en sólo siete días y que son seis por qué el último descanso. En fin, cada uno que viva como le dé la gana si no condiciona al resto.


Desayunando. Me levantado optimista y con buen pie. Quizás mientras dormía escuche sin darme cuenta que los vecinos follaban y eso me ha cambiado el ánimo. Aunque estoy casi seguro que no, mi sueño desde hace ya unos meses es poco profundo, al revés de lo que me pasa cada vez que me pongo a pensar en cosas  antes casi irrelevantes de mí vida. Debo dejar de pensar, puede que así consiga descansar más. Debemos hablar más amor. 

3 comentarios:

Daniel Casares Román dijo...

Ha estado bien eso de una señora, una paloma, un resucitado y todos eso.. jaja

Jou McQueen dijo...

Daniel, un placer tenerte por aquí. Felicitarte por tu magnífico trabajo, que aparte de ser tu profesión, creo es, una pasión. Y que he vuelto a visitar con tu regreso, tanto tu página web como el blog, cuyo nombre me parece una maravilla; color humano.
Un saludo. Me alegra que te hiciera reír.

Gala dijo...

Deberíamos hablar más y dejar la mente inquieta descansar.
Seguro que nuestro cuerpo , nuestra alma (o lo que sea eso...) y sobre todo nuestra mente lo agradecerían.
No hay nada como dormir a pierna suelta... lo de antes del sueño profundo , a elección del consumidor.
Besos mediterráneos.