jueves, 5 de marzo de 2015

El squash se me da fatal

Ayer. A media tarde fui a comprar un CD. -¿Alguien a parte de yo viene a comprar música aún?- Pregunté al chico con gesto aburrido que divagaba de un lado al otro de la tienda como lo hacen mis pensamientos cuando rebotan como un pelota de squash de una pared a otra de mi cabeza, hasta lograr crear un eco tan insoportable que debo tomar alguna droga a parte de legal blanda, que consiga enmudecer al eco, para que yo, en una lucha cuerpo a cuerpo procuré derrotar a esa parte idiota e infeliz que filtra pensamientos que me duelen.  Normalmente vence el idiota. Debo reconocerlo. -No, la verdad es que no hay muchos románticos que vengan a buscar música aquí ya.- Respondió él con cara de esquela comercial.  –No creo que sea capaz de comprar ni música ni libros por internet.- Puntualicé. –Me gusta demasiado el tacto de los libros, su olor, el paisaje que forman en la librería de esa habitación donde un sillón de piel con arrugas acompaña al horizonte colorido de retales editados con tapa dura o blanda. –Pues tienes un cuerpo muy joven para un pensamiento tan anticuado- Me soltó él, y su opinión, se perdió dentro de mí igual que se pierde la música por las ventanillas bajadas del coche cuando conduzco sólo. Tanta pena me dio la amenaza de ruina que vi en esa tienda de discos, y preocupado por no saber dónde ir a comprar si allí cerraban, que compré el disco que buscaba y otro, al azar.

Hoy. A veces me desconozco. Llevo más de medio día escuchando el disco que compre porqué sí y no me gusta nada. No será el primero que muere en un viaje casi estelar por la ventanilla en un intento de encontrar el agujero del contenedor. O puedo dejarlo en casa, en esa estantería la cual es un cementerio de objetos sin valor para mí, pero con la suficiente capacidad para no creer que nunca más y quizás, serán capaces de reclamar un poco de mi atención.  A veces me desconozco tanto que me gustaría dedicarme íntegramente a encontrar mí alter ego. Y empezar ese viaje, tantas veces sin retorno, de descubrir realmente esa parte idiota que me domina en buena medida, por un camino que no sé si seré nunca capaz de caminar.   


Mañana. Predicen, que lloverá. No me molesta ni tampoco me entusiasma. A veces la vida se empaña, y nadie se da cuenta.      

4 comentarios:

Gala dijo...

Me sigue fascinando tu modus operandi, ese en que tu redacción salta a la comba enlazando la idea original y anudando con lazos otras secuencias.
Entristece ver las tiendas de libros y sobre todo de música como esas viejas boticas de antaño con puertas de madera que chirria cuando las abres y suena una campanilla desde lo alto al chocar con la madera.
Esa es la imagen que me ha llegado al leerte.
Seguro que no es el caso, pero para mi visión la convertí, llámame romántica, un espacio antiguado... (si hasta el dependiente lo tiene claro, y es una pena, dicho sea de paso), que la juventud de hoy, (mis chicos sin ir mas lejos) ven así, como una tienda en donde nunca entra nadie, porque no venden nada de interés popular o seria más conveniente decir actual?
Ay que me estoy liando... debe ser porque es demasiado temprano para ser sábado.
No renunciaré al olor de los libros recién estrenados, ni a los polvorientos de mis estantes que se doblan del peso con hojas de bordes amarillentos por el paso de los años por mucha tecnología que tengamos a mano.
Y puedes perderte intentando encontrarte, o seguir buscando como las tapas del yogurt, pero yo creo que así, tal cual eres ahora ya es más que suficiente. Lo otro, lo podremos dejar para la improvisación o la sorpresa que también andamos escasos.

Besos, mediterráneos.

Jou McQueen dijo...

Mi modus operandi es bastante desordenado, igual que yo, que convivo en un desorden ordenado. Así escribo.
Con los libros pasa igual que con el porno en la red, nada que ver con la sensación de la piel; Un símil... no sé.
Gracias por el como soy. la improvisación y la sorpresa, es la gracia, en muchas ocasiones, de la vida.

Un saludo Gala.

Recomenzar dijo...

muy interesante como escribis
un abrazo

José A. García dijo...

Yo aún compro CDs, aunque, claro, vivimos océano de por medio; la cuestión es que cada día se torna más complicado encontrar disquerías con gente que sepa algo de música, y no me refiero a tocar tal o cual instrumento, sino de música en general...

En fin, culturas que mueren y que nunca serán reemplazadas.

Saludos

J.