martes, 15 de enero de 2019

Espíritu crápula


Sábado noche. El término sábado viene del latín bíblico sabbatum, este del griego sábbaton,  y este del hebreo Shabat: reposo. Día de reposo. Lo dice la Wikipedia no es que yo sea muy listo. El shabat para los judíos es el día de reposo, de rezo y del enriquecimiento espiritual, des del viernes por la noche al sábado cuando se pueden ver brillan las estrellas.  Para los jóvenes modernos, es cuando ellos se disfrazan de caballeros y ellas de princesas orgullosas.  El lunes si un caso, ya volveremos a la obra o al camión, a ser dependientas o enfermeras.
Miéntame. Enséñame tu gran coche y no me cuentes cuanto te queda por pagar. No me digas la verdad. Dime donde fuiste de vacaciones aunque las pagues a plazos o lo hagan tus papas. Miénteme. Cuéntame que se cuerpo es natural, no a base de proteínas y horas en el gimnasio. Que no haces faltas de ortografía gracias al corrector de tu gran Appel o ese léxico incongruente para obviar las normas ortográficas.  No debido a horas leídas, ah no, que esas las pasas en el gym. Que me abrazas por amor no por ganas. Que conoces a Kafka o Bukowski. O que sabes lo que da catorce por veintidós sin mirar tú móvil. Que meas para quitarte de encima esa borrachera rutinaria de fin de semana.
Sábado. Amanece. Es muy tarde y demasiado temprano. Excusas baratas  de mal pagador. Empeñados en caer otra vez en los mismos errores, pasan los años volando. Y nos escondemos en la cama cómo si no pasara nada.   No somos lo que éramos ni lo que seremos. Debo hacer un shabat al menos una vez en la vida. Rezar, descansar y sobretodo, conseguir un enriquecimiento espiritual, pues mi espíritu es un crápula. Aunque sea mal y tarde.

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