lunes, 3 de diciembre de 2007
tiros por la espalda.
Se queman los cuerpos al morir, es posible, dejar que se los lleve el viento. Se puede quemar la basura que creamos día a día. Se queman tantas cosas que pasan a ser, ceniza sin retorno a su forma, que seguramente nos sorprenderían. Pero es delito quemar los libros, por quemar palabras, guías de caminos antiguos, nuevos. Aunque algunas palabras ardan en hogueras echas a conciencia. No se las puede obviar, carbonizar para borrarlas. Y sin embargo con pólvora, queman esas palabras desgastadas que con tanta facilidad se ponen en la boca; libertad, represión, lucha… quien cree a los pistoleros. Consiguieron con mucha pólvora dinamitar un proceso de dialogo para la paz, encendiendo conversaciones. Y ahora queman su futuro a tiros por la espalda, como los asesinos a sueldo, mercenarios de la sangre fría. Que huyen al terminar su trabajo sucio, por no poder dar la cara, que se les cae de vergüenza, si tienen.
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