martes, 30 de diciembre de 2008

¿Cenar?


Mañana, mañana cenaremos lo mismo que hoy; nada. Solo este frío que lo invade todo, todo, hasta el alma, como siempre nos acompañara. La mierda, casi nos llega al cuello y no tardaremos en tener que dejar de respirar, de respirar. No me suicido, porque mi hijo creería que soy un cobarde, un gallina. Temo más la muerte que sufrir este mal vivir. Trago saliva para ver si me alimenta. No hay luz, no hay visón ni televisión. Los niños intentan dormir, quien sabe por dónde correrá, el putón de su madre. Los olvido, nos olvido. Igual que los sueños a mis hijos. Vete, vete 2008. Que la tragedia se nos ha pegado, como una sombra, como un dolor. Desventurada desdicha, desgraciada mala suerte. Se fue la estrella en la noche oscura, dejándome sin destino, al azar del azar que carezco. Demasiada libertad para perder el tiempo. O demasiado tiempo para perder la liberad. 50.000 millones para apoyar la banca. A los mismos que me expropiaron la casa, la vida, el dinero. Esos que hace tan solo un año se hacían todos, ricos sin compromiso ni diferencia. Tomé riscos con débitos, que no eran solo escritos. Y los demonios de los peligros, aparecieron sin bañas ni cola, con maletín y corbata. Para saciar su sed de dinero olvidado su lado humano, si es que tienen. Arrestaron a mi felicidad y con ella, la de mis hijos. Espero que pronto la dejen en libertad. Carretera secundaria no seas muy larga. Que mis hijos deben crecer y no padecer. 2.009 asoma luz en esta penumbra, que no solo me invade a mí. Y si es así, luchare como ya lo hice antaño. Cierro los ojos y pido mis principales ambiciones. Pero mañana, mañana cenaremos, aunque sea noche viaja, lo mismo que hoy; nada. No hay verdades absolutas, pero si verdades sufridas. Verdades irreales, verdades reales.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Felices fiestas...

¡Salud! Exclamaban algunos que no les había tocado el “gordo”. Consuelo de muchos consuelo de tontos. Y si creen que por pedir menos, (quien no prefiere el dinero a la salud) Dios o algo divino se lo otorgará, más tontos aún. Pero bien, mis mejores deseos para todos, estas fiestas, que no significa que se cumplan, pero sí, que os aprecio.

Hijo mío.

Porción de mí,
Se obra dentro de ti,
Alegría de ambos,
Al descubrir sus pies, sus manos.

Mis ojos, tu nariz,
Tu sonrisa al verte feliz,
Mis labios, tus besos,
Nuestros mejores anhelos.

Es escaso el infinito,
Avistando el amor,
Hacía ese humanito,
Mi savia ya es fragor.

Tiempo del querer,
De padecer, de educar,
De querer tiempo,
Solo para todo.

Hijo mío,
Buen camino.

martes, 16 de diciembre de 2008

Alejate.

Desaparecido en mí,
Con ojos brillantes,
Sumergiendo los pensamientos,
En todas las estrellas perdidas.

Despertar entre niebla,
Incapaz des ser yo,
Los recuerdos ya pasados,
Días ocupados en mirada.

Peor, quizás que yo.
Conociendo mil imágenes,
Cientos de ellas extrañadas,
Y decenas no localizadas.

Lloviendo siempre sobre mojado,
Andando rápido,
Retrocediendo al mismo tiempo,
Incapaz de muchas hazañas.

Llegará como un sol,
Y se irá muy deprisa,
Conseguiré lo que quiero,
Siendo aquello lo que consiga.

Puede, que solo el tiempo,
Buena o mala, dé la cara,
Estrella entre miles,
Eres siempre la que más brilla.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

A Josemi....

NANAS DE LA CEBOLLA
Miguel Hernández.
( Dedicadas a su hijo, a raíz de recibir una carta de su mujer,
en la que le decía que no comía más que pan: y cebolla)
.
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
.
Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.
.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.
.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
.
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
.
Ser de vuelo tan lato,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
.
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa ni
lo que ocurre.



La casualidad existe. Prueba de ello es un amigo que tenemos en el País Vasco, en Euskadi. Lo conocimos en Guatemala, de viaje de novios. Y este fin de semana, animados por su amabilidad hemos pasado unos días en su tierra. Sin tiempo para aburrirnos nos ha descubierto muchas de los lugares más bellos de Vitoria, sus alrededores y la Rioja. De sus amigos tan amables como él que decir. Y de todos sus conocimientos que son muchos, tanto monta, monta tanto. No quiero darle más las gracias, no quiero hacerme pesado, pues se que me lee. Solo quiero decir públicamente, decirle que ha sido uno de los mejores anfitriones, guía, y conversador. Que hemos aprendido a la vez que disfrutado. Como buen profesor que ha sido.

Curioso+

Si no tuvo usted infancia, oposite para registrador en vez de ejercer como padre. Le dije con todo el respeto, al castigarme por haber llegado tarde reiteradamente. Y no sé qué le dolió más si las palabras o los respetos. Pero con los ojos cristalinos de algo semejante a las lágrimas, me dijo que me fuera a mi habitación y no bajara hasta haber recapacitado. De pequeño, siempre creí que mi padre no había tenido infancia. Y sin saber porque, ahora que siento mi mujer chillar en la sala de partos, revivo ese momento. Mi hijo asoma su cabeza al mundo y yo, recuerdo a mi padre.

martes, 2 de diciembre de 2008

Doctor.

Era un día cualquiera en un hospital cualquiera. Lo malo es que estaba yo de medico. Sorpresa la mía al verme con una bata blanca y no de paciente. De repente unos gritos llamaron mi atención.
- Doctor, doctor gritaba la enfermera. Mirando hacia mí persona.
- ¿yo? ¿a mí me lo dice señorita?
- Claro doctor a usted, a quien sino.
- ¿Por qué me llama de usted? Me miré en el primer cristal que reflejaba un poco y vi, que me parecía mucho a George Cloney. Incluso en belleza.
- Por respeto señor, usted es el doctor.
- Eso ya me había quedado claro, que yo soy el doctor, y pues, porque me reclama.
- Aquí hay un paciente que dice que le duele mucho el pecho.
- Y yo, que puedo hacer…
- Usted sabrá, le repito que usted es el doctor, ¿Qué ha bebido?
- No, por supuesto que no. Donde le duele señor. (eso me pareció lo más similar a lo que dicen los doctores).
- Aquí en el pecho, es como si el corazón me fuera a estallar.
- Que ha sufrido un ataque de nervios, o algo parecido.
- Nervios, nervios no, pero mi mujer me acaba de dejar, lo que siento es una infinita tristeza.
- Eso yo no lo puedo solucionar. (aunque me parezca a George pensé)
- Pues doctor que puedo hacer.
- Usted primero debe tranquilizarse. Seguro que su mujer se lo repensará y volverá con usted. No se ponga nervioso.
- Si nervioso no estoy, ya se lo he dicho. Me duele mucho el corazón de tristeza.
- Le daré un calmante y duerma un poco. (¿que sabré yo de calmantes?) enfermera tráigale un calmante al señor.
- ¿Cuál?
- Uno de fuerte.
Se lo trajo, se lo tomó y al poco murió. No creo yo que muriera por el calmante, seguramente murió de amor tan seguro como yo me parecía al George Cloney y que eso no era un sueño.