Se marcho. Me abandono. Huérfano de amor me quedé. Con la soledad indeseable. Con la cama ancha y los cajones de la derecha vacíos. Sin despertador en su mesilla ni en la mía. Con una lámpara desparejada al igual que yo. Sin desodorante, sin cremas, ni ratos muertos de espera. Con una lavadora por hacer y un lavaplatos lleno. Sin explicarme como funcionaba esas tecnologías. Con la casa barrida pero sin fregar. Con las ventanas subidas, aunque sin bajar. Con los cristales sucios y mis calzoncillos por plegar. Con el trabajo a medio hacer. Debió ser, por qué allí, no tenía sueldo alguno. Pero así no se deja un hogar. Me abandono, como se abandona a las malas personas, como casi es imposible hacerlo, con uno mismo. Se marcho sin mirar atrás, como atacan los buenos ciclistas. Discutimos antes de su partida, me preguntó, entre sollozos, “¿si de verdad no la quería?” Como podía preguntarme eso, si por ella, yo, lo haría todo, o casi. Nunca entendió mi forma de querer. Tampoco hizo mucho por comprenderla. Pero lo que sí me dijo y nunca olvidaré, “por estar así de estimada prefiero el desdén real y no engañarme más”. Pero lo que desconocía es, que a mí, no me enseñaron otra forma de amar. Y somos, lo que aprendemos. Desde que no está, he logrado abandonarme más, incluso, de lo que lo hizo ella. Todo, en mí vida, son escusas.
viernes, 27 de mayo de 2011
El abandono.
Se marcho. Me abandono. Huérfano de amor me quedé. Con la soledad indeseable. Con la cama ancha y los cajones de la derecha vacíos. Sin despertador en su mesilla ni en la mía. Con una lámpara desparejada al igual que yo. Sin desodorante, sin cremas, ni ratos muertos de espera. Con una lavadora por hacer y un lavaplatos lleno. Sin explicarme como funcionaba esas tecnologías. Con la casa barrida pero sin fregar. Con las ventanas subidas, aunque sin bajar. Con los cristales sucios y mis calzoncillos por plegar. Con el trabajo a medio hacer. Debió ser, por qué allí, no tenía sueldo alguno. Pero así no se deja un hogar. Me abandono, como se abandona a las malas personas, como casi es imposible hacerlo, con uno mismo. Se marcho sin mirar atrás, como atacan los buenos ciclistas. Discutimos antes de su partida, me preguntó, entre sollozos, “¿si de verdad no la quería?” Como podía preguntarme eso, si por ella, yo, lo haría todo, o casi. Nunca entendió mi forma de querer. Tampoco hizo mucho por comprenderla. Pero lo que sí me dijo y nunca olvidaré, “por estar así de estimada prefiero el desdén real y no engañarme más”. Pero lo que desconocía es, que a mí, no me enseñaron otra forma de amar. Y somos, lo que aprendemos. Desde que no está, he logrado abandonarme más, incluso, de lo que lo hizo ella. Todo, en mí vida, son escusas.
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8 comentarios:
ay.
me hizo mal.
es tan dificil aprender que hay otras maneras de amar y darse cuenta si en verdad son otras maneras o simplemente es desamor...
en fin
los finales.
besos
Tanto la quería,
Que, tardó, en aprender
A olvidarla, diecinueve días de limpieza.....
Y quinientas noches de nada.
Abrazo
Lila: desamor o amor mal entendido. ¿Qué es el amor? Lo desconozco, a ciencia cierta.
Un saludo.
Dany: Así estoy yo, sin ti.
Un saludo.
Es fuerte. Hace mucho que no pasaba y pido disculpas. Mi siguiente post es para ti.
Saludos.
desgarra
La vida sí desgarra pequeña.
¿Como aprender lo que no te enseñan?
Un saludo.
Mientras leía me acordé, como Dany, de esa canción. Pero la frase que me vino a la cabeza fue: me abandonó como se abandonan los zapatos viejos.
Malena, Sabina nos viene a la cabeza a menudo ¿Por qué será?
Un saludo.
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