Llevaba más de dos horas, sentado en ese rincón de bar, al lado de la puerta de salida, haciendo creer a los demás o eso me creía, que leía el diario con atención. Cosa que no hacía, por no hacer, no giraba ni pagina. Solo, observaba con curiosidad, a la mujer que mantenía desde hacía el mismo rato que yo, una charla por el móvil, de lo más distendida. Y si mis excentricidades, no fueran a menudo desmesuradas, le hubiera preguntado a la chica, sentada en la barra, tomando un café con leche, si no conversaba con el señor de la otra punta de bar. Pues siempre que él se reía pícaro, ella se sonrojaba escapándosele una sonrisa por debajo de la nariz. Cuando ella hablaba, él, escuchaba y a la inversa. Y cuando ella dejó la comunicación, él, lo hizo también. Algo extraño.
Primero, pagó y se fue el señor, después, unos minutos más tarde ella hizo lo mismo. Mientras se acercaba a la puerta, me propuse seguirla por descubrir la verdad de toda esta hipótesis, de telenovela de media tarde, pero al pasar me miro y guiño un ojo, señalando al espejo de detrás la barra, llevándose el dedo índice a la boca, en señal de silencio. No me quedo más, por mí conducta voyeur, que seguirla.
4 comentarios:
Vaya... me has tenido interesada todo el relato... de novela de media tarde nada... tenia un toque estupéndo de misterio dulzón...
Ahora me pregunto si la conducta voyeur fué fructifera...
Me gustó mucho...
Un saludo.
PD: mi o ni están preparandose. Acepto el reto.
Me alegra que te gustara.
La intuición del Voyeur es mal pensar. Supongo. Por eso, quizás, los pilló o no. No sé el final. Es abierto, que cada mente se creé el suyo.
Un saludo.
No hay nada que me divierta más que tejer historias con los clientes de un bar. Todavía no se me ha dado por seguirlos.
Todavía.
Es algo que no deja nunca de sorprenderte, verdad? Tiempo al tiempo Malena. No, es broma, demasiado voyeur.
Un saludo.
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