lunes, 25 de junio de 2012

El día que me muera.


Al caer inerte,
sea pronto o tarde
No perdáis el tiempo
con una oración.
Nunca, creí en el incidente
De la divina creación.
Elijo ser viento,
Luz, río, árbol o
Ceniza en el suelo.
Pero no, cuerpo en un agujero.
Ni recuerdo en un cementerio.
Tampoco alma eterna.
Ni comida de larva.
Porque lo único seguro
que nos da el nacer, es morir.
Así  que al dejar de vivir,
Prefiero, ser polvo en mi tierra,
Que en el subsuelo celestial espera.
Anhelo sea, mi sustancia,
Rastro en tu memoria,
Surco en su mejilla,
Bitácora algún día y,
Añoranza a pies puntillas.

miércoles, 20 de junio de 2012

El niño.


Estaba meando en el muro de mi casa. No debía pasar de los diez años, eso izo, que mi valentía frente a él creciera. Me acerqué por detrás, le toqué el hombro desde lejos para no salpicarme los zapatos y le pregunté:
-¿Crees que eso que estas haciendo esta bien?
- Sí. Contestó zanjando el tema.
-¿No conoces la propiedad privada? Insistí.
-¡No! Respondió, muy seguro.
-¿Quieres que te lo expliqué? Le dije.
-Señor, se lo que es la propiedad privada. Quizás, sea usted quien no sabe que el mundo esta cambiando.
- Yo, sí lo sé.
Se expulsó esas malditas gotitas que siempre parecen no querer salir, se giró y me dijo –Pues no lo parece.-    

viernes, 15 de junio de 2012

En el hotel.


Andaba perdido como casi siempre que tengo que viajar y alojarme en un hotel demasiado grande para mi capacidad de orientación. Desconozco si será el número de plantas o de habitaciones. La idéntica disposición del mobiliario, del color del felpudo o de la poca diferencia que hay en los horrorosos cuadros que cuelgan de las paredes. Pero todas las plantas me parecen la misma. Es subir un piso más, para sentirte igual. O bajarlo, sin que nada cambie. Y con mi problema de dislexia, nunca sé si me dieron la habitación 323 o la 232. Decir, que en los hospitales me siento igual con el agravante que en la primera habitación que entro casi nunca esta la persona a la que busco, y pienso, medio desconsolado, “ya has llegado tarde”. Porqué cuando uno pasa de esa edad en que todos tus colegas ya tienen los hijos creciditos, a lo único que vas a ese lugar es para algo malo. En fin, que mientras intentaba encontrar mi habitación en ese laberinto de modernidad, encontré la puerta medio abierta y al entrar observé asomado, demasiado, a una ventana, a un hombre de unos cincuenta y muchos o sesenta y pocos, me es difícil cómo esclarecer el traspaso de esa barrera. Estuve unos segundos dubitativo, sin saber si decirle algo o no.
-          ¡Cuidado no se vaya a caer! Se lo dije entre la broma y la advertencia, para no ofenderlo.   
-          Es, lo que deseo. Caerme, caerme a lo más profundo. Contestó, seco.
-          Pues desde aquí a lo único que va a llegar será al suelo. Seguía con la misma táctica.
-          Eso es lo más profundo. El suelo, y allí, ya he caído.
-          Creía que estábamos en un séptimo.
-          La alzada, no lo es todo. Al contrario, es nada.
-          ¿Por qué lo dice? Observe que tenía más ganas de conversar que de suicidarse e intente prolongar la conversación.
-          Todos nos creemos, porqué nos lo hacen creer cuando les interesa, que somos muy guapos, muy listos, muy ricos, los mejores, etc. Hasta llegado el punto que únicamente les servimos de esclavos y, todo lo que hemos hecho hasta ahora no sirve de nada. En ese punto debemos, lo que nunca empeñamos. Pero ellos, sí lo hicieron por nosotros.  
-          ¿Y que podemos hacer? Me dejó frío como un trozo de carne congelado.
-          Obedecer o abandonarlo todo. Aunque sea mucho.
-          Luego la deuda tendrán que pagarla entre menos y les costará más.
-          Pero yo, ya soy demasiado viejo, para todo esto. Cuidé de mis padres, cuidé de mis hijos, cuidé de mis nietos, y nunca, cuidé de mí. Y eso, me da igual, pero hoy, ya no puedo más.
-          Seguro que si mira bien, algo de fuerza le queda para superarlo.
-          No, de verdad que no. ¿Sabes por qué nos da igual que el mundo no sea eterno?
-          No. ¿Por qué?
-          Porqué nuestro egoísmo conoce que nosotros tampoco lo somos y, apuesta, que no veremos como esto se acaba. Por esto nos da igual. Pero ahora la realidad nos ha golpeado como yo la voy a golpear a ella.

Y se lanzo. Yo, cerré la ventana y seguí colocando mi poco equipaje. Cómo si nada hubiera pasado.       

lunes, 11 de junio de 2012

¿Una vela?
















Se ha ido la luz. Se deben haber bajado los plomos. Tenemos dos opciones, la primera es: pelearnos por ver quien se levanta a tientas para subirlos. La segunda, encender una vela y guarecernos.  




viernes, 8 de junio de 2012

Uno.

Me ha surcado una pena,
La debo desahuciar;
Me voy hacer verdugo,
De la soledad. 

miércoles, 6 de junio de 2012

Destino.



Me tambaleo con la luna, mientras no puedo más, 
Que recordar tu cintura. Criatura endemoniada, das,
Lo que uno no puede digerir, únicamente dejas, volar a ras.  

Suelto equipaje al intuir, tus intenciones, que son balas,
Y nunca, poder huir. Tengo tan frágiles las alas 
y pesa tanto esta pena mía, que cualquier día,
quedo sin agallas.

Reflotar del lodo este cuerpo es la única,
forma de sobrevivir, sin otra vía ni salida.
Amanece y no dejo de persistir,
Mientras mi organismo se estremece
y mí alma, se ausenta y no quiere oír.

Desayuno ayuno con creces y sin hambre
soy hombre extraviado, por el camino a casa, a veces.
¿Donde esta la nada? que la ando buscando.
En los atardeceres ocupo tu hueco,
en las mañanas, la cama, he desanidado.

Es tan inmenso el eco.
Es tan fuerte la soledad.
Es este lagrimal algo tan seco.
Es tan real, cruel el destino y terco.
Que desconoce la clemencia o la piedad.
Muéreme, mátame o quítame la vida.
Pero no dejes que la viva tan podrida. 

sábado, 2 de junio de 2012

A cuestas.



Cuando de mayor no te lleve a cuestas, que sea porqué no pueda, nunca, porqué no quieras.