Soy un asesino de
primaveras.
De atardeceres,
de segundos, de instantes.
Malbaratamos escenas.
Cuerpos,
direcciones, prisas y prosas.
Soy un asesino de
otoños.
De hojas secas,
de primeros fríos.
Malbaratamos días.
Como si nos
sobraran.
Horas, minutos,
segundos.
Qué creemos que
no importan.
Soy un asesino de
veranos.
De moscas,
mosquitos y moscardones.
Malbaratamos retales,
Madrugadas eternas y atardeceres tardíos.
Largas tardes y cortas noches.
Madrugadas eternas y atardeceres tardíos.
Largas tardes y cortas noches.
Soy, sin duda, un
asesino de inviernos.
De heladas
navidades, de fines de año.
Malbaratamos calor
humano.
blancas nieves, gélidos
besos y rabias heredadas.
Soy un asesino,
esperando ser asesinado.
Vivimos para ser vistos y no nos atrevemos.
Vivimos para morir. Para morir un millón de veces.
Un millón y una en concreto.
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