A menudo, me quedo un tiempo indefinido frente al espejo, convenciéndome
de que ese, es el cuerpo que ahora habito. Seguidamente, me pregunto, cómo si
en algún lugar remoto de mí cerebro tuviera que encontrar una respuesta ¿Quién
soy realmente? Después, la rutina, me entierra, viva, la duda.
Y en la
reencarnación no creo.
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