Hay personas capaces de llevar una vida contemplativa. Y eso me
sorprende. Lo he intentado en alguna ocasión y les puedo asegurar, que no es
para nada fácil. Desconozco el por qué
pero ya desde pequeño los pechos de las mujeres me han atraído, me ha sido
siempre indiferente su tamaño, menos los excesivos y debo alagar que los de
silicona tampoco son de mis preferidos, del resto todos me dejan anonadado. ¿Por qué les cuento eso? Pues porqué
incluso, tumbado en la arena de la playa con una cantidad interesantes de senos
al sol, soy capaz al poco de aburrirme profundamente. Sin embargo, la cosa
cambia sentado en un banco de alguna calle principal de una ciudad considerable.
Soy como las abuelas esas capaces de pasarse allí días enteros chismorreando entre
ellas, aunque yo lo hago conmigo mismo, como en el amor.
Creo, aun así, que sería incapaz de pasar el resto de las
horas, de minutos y de segundos de mi existencia, de forma contemplativa. El nerviosismo
de estar atareado me da vida, me ayuda a levantarme cada día con fuerzas, con ansias
de tirar para adelante tragando a dentelladas todas esas ocasiones que las
cosas salen rana o sapo. Y la verdad, es que no sé si calificarme como una
persona optimista. Pero pesimista para nada. De tripas corazón. Sapo, lo decía
por mí, pues infinidad de veces, mi compañera se da cuenta que soy más parecido
a eso que a cualquier otra forma monárquica. No tengo un caballo, ni anillos,
ni media melena, ni mallas o legins, ni un deseo ocioso de gobernar demasiado más nada que mi vida, echo, que hay muchos
hombres casados que no lo consiguen. Y me repito al decir que no hay soledad
más profunda que la soledad de la mala compañía. Pero, qué esperar de la vida
si eres un ateo convencido, gracias a dios, y piensas que el solo hecho de
nacer ya es una mierda pues te obliga a vivir y vivir todos sabemos cuál es su única
terminación. Y no, no hay manera, de entender lo que significa vivir más que
sobreviviendo.
Y que para poder agarrar la vida y vivirla de forma
contemplativa debes, sin duda, saberlo hacer.
2 comentarios:
No siempre es fácil dedicarse a la contemplación, máxime cuando hay tanta mala gente dando vueltas por las ciudades. No sé en las playas, pero en las ciudades salvo por breves momentos, no es bueno estarse demasiado quieto.
Suerte!
J.
también depende de como de vacíos lleves los bolsillos...
Un saludo.
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