lunes, 11 de diciembre de 2006

Llueve

El día es gris, los pájaros tienen miedo a volar. La lluvia me ha despertado del sueño soñado, me a levantado de la calidez de mi cama. Es tarde para el amanecer, ya anochece, siesta pegajosa. Me decido a dejar atrás el tiempo perdido, la tranquilidad del sonido, que provocan las gotas chocando contra el cristal de mi ventana, un paseo. Andar debajo de los las terrazas, correteando sin prisa.

Lo urbano, por un instante se vuelve silvestre. La gente, la masa, no provoca ríos de personas desbordando las calles, los callejones. Hay rincones de silencio, el silencio, gana espacio al ruido. La plaza, es el estadio sin partido. El parque, es un jardín sin niños, sin flores. Sigo andando, y me fijo en una abuela, que apoyando una mano en la ventana, deja perdida su cansada vista en los charcos, parece un niño descubriendo el mundo, pero ella ya esta de vuelta de todo, nostálgica. Me ve, suelta una sonrisa, y le grito hasta pronto. Un gato se esconde, y no del ratón. Los coches parecen cucarachas de luz, focos en movimiento, reflejándose en el asfalto. Las farolas, están acompañadas de una niebla, de un vapor, como si su aureola quedará al descubierto. Las pocas personas, que han seguido su rutina y, no han cogido el coche, andan entre prisas y desorganizados por el paraguas. Miedosos de mojarse los cabellos, el traje, la cartera. Los cajeros, son pensiones de mendigos, quizás lujosos hoteles. Sin paraguas, creo que ya estoy demasiado mojado para hoy. Me vuelvo a casa. El gato ya no está, debe andar buscando comida. La abuela tiene la ventana cerrada, quizás, esté cocinando algo su nieto, quizás.

Un baño de agua hirviendo, un café con leche caliente, un deseo para esta noche, que no dejé de llover.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ah!!! i una MH que em van posar d'aquest escrit...juju ;)