miércoles, 5 de noviembre de 2008

Alborada desgraciada.

La alborada me ha descubierto al salir de su piso. Se ha cabreado por decirle la verdad, no sé que anhelaba. Pero lo que me molesta más es que he tirado dos horas por la borda. Desde que no creo en el amor, el tiempo de soledad ha ganado valor. Y me poner nervioso perderlo en malas compañías que no me llevan más que a la nada. ¿Quizás ella esperaba matrimonio? Deseaba llegar virgen a la capilla. Pecado del catolicismo, con castigo de toda la cristiandad, congragación de pecadores, alabado sea el señor. Like a Rolling Stone.
En fin, que no te quiero ni nunca te he querido. Que lo que no te voy a hacer no te lo hará nunca nadie, eso le he dicho. Y sospecho que se ha mosqueado por lo segundo. Pues ha florecido su enfado, sobre todo al ver que me iba. Y tú misma no te lo lograrás hacer porque no alcanzas. Y Así, me expulsado de esa cita equívoca. ¿Quien quería quitarle la castidad?

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