martes, 18 de agosto de 2009
Arrepentido.
Murió el arrepentido. Le llamábamos así, el arrepentido. Porqué lo estaba, porqué lo sentía. Su historia, si era, una triste historia. Una vez amo, amo demasiado. Una noche pereció de amor. Con una mujer hermosa, que apareció en su vida, tan deprisa como desapareció. Juro no volver amar así. Y no volvió prendarse. De viejo se arrepintió. Y fue siempre, y hasta el día de su muerte, el arrepentido. No quiso ver más mundo, que su cortijo, sólo y lleno de soledad. Y murió como nació. Sin conocer el tu, ni el nosotros, sólo el yo, el que excesivas veces, se le olvidaba. Vale más arrepentirse, que ser un arrepentido. Fin del arrepentido.
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