Tanto egoísmo hay.
Tanta mierda hay en la política de este país, que nadie es capaz de salir a voces, gritando, que es una desvergüenza todo esta trama infinita y corrupta, y que estos ladrones se paseen inmunes, como señoritos ricos. Que el presidente del Tribunal Superior de Valencia, Juan Luis de la Rúa vote y, vote a favor de archivar el caso Camps, siendo con él más que amigos, ¿Hermanos de liquidez? Quizás. Y de tener que escuchar por no decir tolerar, las declaraciones (intolerables), del “sabio” Rajoy, diciendo; que el gobierno no persigue a ETA. Favoreciendo a los asesinos, a reírse de toda esta política y de todos estos políticos. Como él si sabe leer, sólo debe leer “mi lucha”.
¿De qué tiene miedo la izquierda de este país? De terminar como la del resto de Europa, por eso se deja mamonear, por delante y por detrás. O cree que haciendo chistes simples, graciosos, el pueblo va a reaccionar, de esta dormidera que llevamos todos, de esta maldita siesta que tenemos pegada desde tiempos inmemoriales, desde el bienestar, desde los todos somos ricos. ¿Por qué no alzan el tono? se dejan de talante, y ponen honor, orgullo, fuerza en cada palabra, en cada conversación, por ser buenos no deben ser (o parecer) tontos. Mostrando que su política no está hecha desde el odio, la animadversión, ni el egoísmo personal. Y explicar, aclarando al pueblo, otra vez pobre, que es la izquierda lo más humanitario. Que esta derecha rancia, patrona, señorial, no nos lleva más que a la privatización y al concentrar la riqueza y repartir la penuria.
Da lo mismo de que sea la trama, si de espías, de trajes o de urbanismo. Si todo es corrupción, no supuesta. Y siempre cuando se trata de los ricos acaba, en supuesta. Corrupción aceptar regalos de costoso valor siendo, presidente, tesorero, diputado, ex eurodiputado, alcalde o otros tantos diputados, o como si fueran vigilante nocturno del ayuntamiento, y menos, a cambio de favores. Es, una trama de recompensas, para enriquecerse siempre los mismos. A gran escala, a millones de euros. Corruptos que el pueblo debería tratar como ladrones, más atesoran ellos que los que roban bolsos, o migas de ese pan tan grande que es la sociedad. Y ellos se lo reparten a rebanadas legalmente, a favores.
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