jueves, 17 de septiembre de 2009

Arenys y el fusil.


La noche se maquillaba, magnifica. Un gin-tonic, en buena compañía. Su nombre; Elena Anaya. Un restaurante de traje y corbata. Una mesa para dos. Velas, champán, buen tabaco y tiempo para perder. Un camarero atento. Comida no pesada. Cócteles a la carta. Y un baile donde por sorpresa, no era mi barriga lo primero, lo que la tocaba al arrimarme.
Al fin, como a menudo me pasa todo era un sueño. O eso me hizo creer, uno de sus guardaespaldas. Cuando termino la canción me dijo; déjalo chaval, o será peor. Y me desperté asustado. Sudado, con mi mujer al lado, durmiendo, no sabía, igual que les pasa a los de Arenys, si volver a soñar o coger el fusil.

1 comentario:

Sara dijo...

Vivimos donde queremos o es esta una realidad que ún no logra seducirnos?
--Interesante escrito Jou, me quede sonriendo unos minutos.

Un abrazo desde Bogotá