domingo, 31 de julio de 2011

Castillo de arena.

Soy un curioso y a veces, me vence la necesidad de saciar mi rareza. Tumbado al sol sin sol, intentando o haciendo creer al resto que leía el periódico,  escuchaba la conversación de una pareja, ahora, ya, nunca sabes si son matrimonio o no,  y como a los de derechas les molesta tanto que según cuando, se utilice esta palabra, intento hacer como con Dios, no nombrarlo en vano.  Regresando a la pareja, mientras su hijo construía castillos de arena, desconozco porqué siempre se hacen castillos y no adosados, por ejemplo, ellos un poco alejados, hablaban de sus problemas.  
Él, se quejaba de que no hacían el amor lo suficiente,  y que en las ocasiones en que pasaba, ella, parecía distante y sosa. Yo, rechazo el término “suficiente” por variable. ¿Qué es suficiente? Aunque si ella esta distante y sosa, es difícil que él pueda sentir que han hecho el amor bastante.  Y todavía es más arduo “lo justo”.  Ella, le replicaba diciendo, que no sabía consolar (No debe ser en el tema del amor pensé yo) por eso, no le contaba más cosas. Él se echo a reír. “Si no las cuentas es porqué no quieres o no te interesa” le contestó entre carcajadas. Allí, empezó a parecer un buen partido de tenis, con buenos reproches por los dos lados. Yo, seguía sin girar página alguna.
Reflotar la relación les sería imposible si seguían así. Quizás, por eso, me levante y yo, que nunca he sabido aconsejar ni meterme con delicadeza en ningún lugar, me acerque y les dije: Tenéis dos opciones. La primera y más sencilla es la separación. La segunda es más espinosa y cara. La miré a ella y sonriendo le susurré al oído; mientras tu lívido no remonta, déjale al chaval que se gaste un dinerito y se vaya de putas. Y a él, le conté que si necesita consuelo y no sabía dárselo, que le subvencione un psiquiatra. En unos meses, todo iría mejor, seguro. Finalice.  Me apresuré a meterme al agua y al pasar destroce el castillo del niño, para así, distraer a los padres de lo que les había dicho. En todos los días restantes de vacaciones, no les he vuelto a ver. 

Homenaje tardío. (Vacacionando)

jueves, 21 de julio de 2011

Es bueno no confundirse.

A veces, sin saber muy bien porqué, la vida, te da una bofetada en la cara. Te golpea, como el mejor boxeador, lo haría al peor sparring. De frente y con potencia. Si no te deja knokout, te tambaleas, al menos, durante un buen rato. Y eso fue, lo que le pasó a una mujer que de jovencita se enamoro ciegamente de un señor adinerado. Después de bastante mala vida y un par de hijos, él, los abandonó, a todos. Cómo se abandona la felicidad cuando la tristeza llama a la puerta. Los chicos ya creciditos mordieron la lona, la madre, en su vaivén, rozo la locura y se llevo consigo uno de sus hijos, al chico. La chica, antes que la cuenta llegara a diez consiguió ponerse de pie para así, seguir peleando.  
El enloquecimiento, no fue escaso ni fugaz. Un mal paso los llevo, a madre e hijo, a empezar a quererse como algo más que amigos, desconozco si fue por un desliz o por intención, al cabo de un tiempo después, por flaqueza o decisión, se lanzaron a comportarse como pareja. Él, era, idéntico a su padre. Ella, quería aparentar treinta años menos. ¿Chifladura o soledad? Pero el hecho, no fue ese, más tarde según me contaron, se les acabo el amor, lo que desconozco es si fue todo o sólo, el que no era el maternal. Porqué dejar a un novio se puede hacer, pero olvidar a un hijo, a mí me resultaría imposible. Por eso, supongo, es bueno no confundirse, en eso del amor y la felicidad, por duro que te de la vida.   

viernes, 15 de julio de 2011

En un instante.

En un instante.
He transcurrido,
Diez años.
En un instante.
Cuando atrás miro.
Diez años
Han transcurrido.
En un instante.
Rápido y fulgurante.
Deslizado en tu piel.
En mí miel.
En un instante.
Mi primera, mi segunda, mi tercera…
Cana.
En un instante,
Tan breve, cómo abrir
Y cerrar los ojos.
En un instante.
Diez maravillosos años.    

martes, 12 de julio de 2011

Dr. Cavadas.



 Esta imagen, que hipótesis nos daría, si no supiéramos que ese señor es doctor y uno de los mejores cirujanos del mundo.  Y que acaba de hacer, con éxito, un trasplante de las dos piernas a un muchacho de 25 años, que por culpa de un accidente de tráfico sufrió la amputación. Y quedó, enclavado a una silla de ruedas, sin opción alguna para andar. Declara el Dr. Cavadas: “Que el joven se despertó ayer más contento que Dios” y “se puso a llorar.”
Pero volvamos a la imagen. A las hipótesis. A qué pensaríamos y diríamos, sin saber, quién es este tipo. Yo, lo tengo claro, comentaría que debe ser algún Director o alto cargo de una ONG. Por qué sino, saldría en el periódico, en su todo terreno descapotable, en un aparcamiento de ciudad, con el salpicadero lleno de polvo, con una correa de esas de cuero atada al sujeta viejas de la guantera. Él, viste unos jeans descoloridos, rotos y desgastados, una camisa de esas que parecen de estilo africano, pero sin tanto colorido, de cuello medio abierto, gris, con cenefas, con brazaletes del mismo proceder que la camisa, en el brazo izquierdo, en el derecho nada. Con una pepsi Max i sin radio. Tiene cara afable, perilla, barba de dos días, el pelo secado al viento con alguna canilla, y unas cejas, hacía arriba, a modo de asombro por la instantánea que le están sacando, como si con él, no fuera la cosa. Aunque la cosa, sea bíblica. Según su parte, y si todo va correctamente, en “tres semanas moverá las rodillas, en dos meses podría empezar a andar en piscinas” y “en tres meses aguantar su peso” Más tarde “en meses”, llegará la sensibilidad a los pies. “Para bailar claqué se necesitan muchos movimientos en las piernas, pero para andar no tantos” indicó Cavadas; decía la noticia. La realidad objetiva nos guía hacía un mundo paralelo, inventado, engendrado por nuestro pensamiento, a raíz de contrastar la imagen, con los conceptos preestablecidos que nos han introducido desde pequeños. Igual que pasa con Dios. Pero para un ateo como yo, lo más parecido a un ser supremo (que no tiene superior en su línea), es este espécimen ejemplar de persona. Capaz de proezas celestes. De devolver algo casi imposible en algunos momentos: la alegría, las ganas de vivir, la vida, la esperanza; el todo. Y como él, tantos otros que día a día dan todo lo que tienen para salvar vidas, para todos ellos, hoy mí post, es una apología a sus virtudes, esfuerzos y sencillez.
Suerte, que no es un solo Dios quién nos protege sino millones. 

lunes, 11 de julio de 2011

Las entrañas esparcidas. Entre tu cuerpo y mí alma. Por mí cuerpo y tu alma. En el suelo escupidas. Cómo un mal moco…Que no recojo. No hay dolor ni temor. Sólo una calma de seda, que fría se queda. Es el antónimo del éxito. Es, el último y el primer puesto. Es, lo que soy. Soy, lo que doy.   

miércoles, 6 de julio de 2011

¿Qué coño es el amor?



Lucharon con y contra todo durante un largo periodo para poder conseguir procrear. Ahora, el niño, tiene doce meses. A ellos, según me han contado, se les ha acabado el amor.  Cómo cuando estás en un restaurante, y se acaba el pan y, pides al camarero, que por favor, traiga más para poder terminar la comida, pero ellos, están faltos camarero y de pan. No hay quién reponga el cántaro del amor. Ya conté, que para mí el ron sería un buen símil del amor.  (http://escritosdedebito.blogspot.com/search?q=ron+zacapa)
Creo estar seguro, que el efecto del enamoramiento no dura más de tres o cuatro meses. En mí al menos es así. Después ya es algo cursi y presuntuoso y, si no tienes cuidado, algo egoísta para la individualidad de la pareja. Lo que queda, es el querer. Cómo sino, le diría  a mí mujer, la noche antes de nuestra boda, que yo no estaba enamorado de ella. Que la quería, y mucho, pero esa era la realidad. Llevábamos ya, entonces, bastante más de cuatro meses, como podéis suponer. Si no, no me caso. Eso, no significa, que no crea en el romanticismo, sobre todo en las mujeres, tienen en ese aspecto la piel más sensible, en esos temas igual que en casi todos, son las que tienen el mando. Y claro, en ellas el invento del amor le va a modo de anillo al dedo. Todo, lo debemos hacer por amor.  Desde lo más insignificante,  a lo más trascendental. Si a ella, le apetece ir a ponerse morena ese fin de semana, dicen: Amor, iremos a la playa este sábado ¿verdad? Y con esta introducción y ese final de pregunta retorica, te ves, tú, cargando en el coche; una bolsa que parece una maleta, una sombrilla, una tortilla de patatas, latas y otras bebidas, cremas de todo tipo, dos mudas, tres pares de zapatos, una par de toallas solo para ella, y algo más que siempre olvidamos, y luego si cabe, lo tuyo. Para hacer dos horas de cola en la autovía otra hora y media para encontrar parking, desplegar el campamento y tumbarte si es que ella quiere sombra, al sol, durante el rato que le apetezca. Luego, al cabo de un tiempo no concreto, te pide si quieres meterte al agua, y tú, iluso, dices que sí, animado por qué allí, medio escondido entre la masa, podrás arrimar un poco. Pero no es así, entra despacio y se sumerge igual que una sirena, para salir como un gato, dejándote con las ganas y una tristeza extraña. Incluso, con algún pensamiento de dejar campamento y señora allá. Pero es tu amor, ese que te han metido desde siempre tan adentro, que lo echas de menos incluso cuando tendrías que echarlo de más. También, a la inversa pasa. Lo que quiere decir, que no sé, como me aguanta mi mujer.
En fin, que el amor, es la excusa perfecta para domarnos, los unos a los otros, obviando cada vez más nuestro instinto animal. Dejemos las siete diferencias entre hacer el amor y el sexo, para otro día.    

¡Hagan el amor o follen! Lo que más les apetezca. Dicen que es saludable.