sábado, 28 de septiembre de 2013
jueves, 26 de septiembre de 2013
Sin bragas
En el ocaso. Mientras subía las escaleras para llegar a casa
me encuentro a la vecina, de pie, en el descansillo, en camisón y cara de circunstancia.
- Buenas noches. Digo.
- Buenas noches. Responde ella.
- ¿Algún problema? Pregunto por cortesía.
- Sí, me he quedado encerrada fuera. Quería sacar la basura
al descansillo para cuando llegara mi marido la bajara al container y se me
cerró la maldita puerta.
- ¿Quieres esperarlo en mi casa? ¿Sobre a que hora suele
llegar?
- Pues sí, la verdad, me haría un favor. Normalmente llega a
las 22:30. A veces antes y otras después.
- Venga usted conmigo.
Debo explicar que la vecina tiene 40 i tantos y para mí
entender, está muy bien. Tiene ese punto de no sé qué que te pone un poco
tonto. Mientras subíamos hacía mi piso, deseaba que en casa, no sé por qué pues
siempre he sido muy fiel, no estuviera mi mujer. Justo antes de dar la primera
vuelta en la cerradura se me acercó un poco y susurrando me dijo: -No llevo
bragas. Y sonrió. Como me sorprendió y olía a película guarra, intenté no saber
muy bien porqué me dijo eso y para aclararme un poco se lo pedí. Respondió que
lo decía porque le daba vergüenza y si yo ya lo sabía se le haría más
llevadero, a mí, todo lo contrario.
Entramos y mi mujer aún no había llegado. Le dije que se
sentara en el sillón y si querría alguna cosa, me pidió, como quien pide un
vaso de agua, un cunnilingus. Únicamente pude pensar que eso era una secuencia
de peli porno filmada en modo cámara oculta. Eso en la vida real no pasa. La miré,
allí, sentada con poca ropa, sola ante el mundo, y le dije: - No tienes tú
pinta de muy limpia. Tal fue el cabreo, que agarró la puerta y marchó- como soy
un poco sadomasoquista- salí tras suyo para pedirle disculpas y observé como
cogía la llave de debajo de su felpudo (el del piso) y entró.
De noche. Antes de dormirme sin explicarle nada a mi mujer ¿Para que´? pienso, que sé que eso no pasa todos los días y seguramente no vuelva a ocurrirme
jamás, pero, joder, un cunnilingus de buenas a primeras.
http://www.youtube.com/watch?v=hLhN__oEHaw
http://www.youtube.com/watch?v=hLhN__oEHaw
martes, 24 de septiembre de 2013
Pensar
Pienso en no pensar.
Porqué pienso:
Pienso en mutilarme,
Sin embargo, desconozco que me sobra.
Quizás el meñique, quizás una oreja.
Quizás el cerebelo, quizás esa promesa.
Pienso en amputarme,
Sin embargo, no sé que me estorba,
Quizás un brazo, quizás una pierna,
Quizás las alas, quizás
la lengua.
Pienso en segarme,
Sin embargo, ignoro que estrofa,
Quizás el futuro, quizás el pasado,
Quizás el Do alto, quizás el enjambre.
Pienso en no pensar.
En no pensar y pienso.
Pienso, sin querer pensar.
Sin querer pensar;
En lo que pienso.
miércoles, 18 de septiembre de 2013
Nutrición
Desayunando. La camarera, desconozco como hemos llegado
hasta este punto, me cuenta que ayer por la noche hizo el amor con su pareja.
No sé que contestarle y en mí una pregunta no para de rondar.
Voy cavilando… ¿Qué postura es la que te gusta más? Aunque,
seguramente, está no es la mejor formulación. Quizás, sería: ¿Qué postura te da
más gusto? Sin embargo, puede que la postura que le de más gusto no sea la que
le gusta o excita más, mientras, ella, sigue explicándome no sé qué y las mesas
de alrededor esperan que las sirva. Intento aclararme, si debo, puedo, y creo,
que se lo tengo preguntar. Quizás porqué se de cuanta que he perdido un poco de
atención, siempre he tenido déficit de atención, ahora se le llama así, cuando
era pequeño, mi madre me llamaba despistado, pero crecí y el despiste, por
haber hecho buenas migas, no me ha querido abandonar. O por darse cuenta que
otros reclaman su presencia me deja allí, con la miel en los labios, con la
pregunta deambulando por la boca, tímida de salir, igual que la lengua en los
primeros besos de adolescencia.
La verdad es que el sexo me interesa, no tener sexo, si no
entenderlo, a menudo hablas de este tema y ya solo creen que es para llevarlo a a cabo, me interesa igual que la soledad y algunos otros sentimientos, no todos, la
muerte, y todo esté embrollo de extrañezas que forma nuestra existencia. Sé,
que puedo buscar en Google todo, pero la frialdad y la distancia no tiene nada
que ver con una buena charla.
Pago y me voy masticando la pregunta que no ha querido o
podido salir, si no la digiero de hoy a mañana, tendré que regurgitarla. Por ver,
si me ayuda un poco en mi nutrición.
jueves, 12 de septiembre de 2013
Al atardecer.
Al atardecer. Podría
escribir de Madrid 2020; de lo que puedo haber sido y no fue. De la Via per l’independència;
de lo que puedo haber no sido y fue o de la mala leche que gastan los ultras
por Madrid cuando se topa, a voluntad propia, con algún catalán. Del suicidio
ajeno. De las bragas de las mujeres, bragas que deberían llevar las hijas y llevan
las madres o al revés ¡Qué curioso! De la cena. Del desayuno igual que siempre.
De las quejas de la camarera a mí, por cosas que le hacen el resto de la sociedad y yo, que le puedo
o voy hacer. Del deporte que se queda en otra necesidad perdida o de la música
que escucho mientras escribo esto, aunque os la podéis imaginar. O del inglés,
si es que a eso se le puede llamar inglés, de la alcaldesa de Madrid. Sin embargo,
la verdad, es que doy tantas vueltas por qué no sé qué palo tocar. Quizás de la muerte de Jimmy Fontana y su
mundo, este mundo, que como canta, no para por nada ni nadie de girar.
Al atardecer, espero
que la noche se escampe con toda su aroma por todos los rincones, para vivirla
a lo opuesto que lo hice años atrás. Aunque haya gente que no se dé cuenta o no
quiera hacerlo, puedo jurar que a veces el susto que me dan algunos al girarse
es demoledor, no coinciden a mí entender la vestimenta con las arrugas de su
rostro, el tiempo pasa sin piedad para ninguno de nosotros. Y en esta ocasión,
únicamente tenemos dos caminos a elegir: hacernos viejos o morirnos. Vivimos arrestados
por el policía menos benévolo. Vivimos sometidos al conocimiento de que es un
tiempo definido. Pero vivimos al fin y al cabo. Estamos vivos. Hasta que no nos
demuestren lo contrario. El atardecer se muere. Y este post con él.
lunes, 9 de septiembre de 2013
sábado, 7 de septiembre de 2013
viernes, 6 de septiembre de 2013
Un perro como excusa
Al amanecer. Padezco el mal hábito de tener que madrugar. Un
hábito del que nunca acabo de acostumbrarme. Salgo de casa cuando el rocío aún
es dueño de las cabezas de la mayoría de la vegetación y de la mía. Justo en el
momento en qué el día rompe la noche y la luz la oscuridad. En ese momento que casi nada ni nadie se mueve. Sin embargo, cada día, hay una chica que sube
la calle con un perro enorme, peludo, de mucha baba, con cara de pocos amigos y
con cuerpo de cagar más que una persona adulta. Ella, normalmente viste la
parte superior de un chándal y unas mallas (ahora serían leggings) de color
negro. Gafas de pasta negras y peinada, como si se hubiera intentado arreglar
pero sin acabar de conseguirlo. Mientras,
a su vez, dobla la esquina un chico, con un Chihuahua blanco, pequeño, nervioso
e inquieto, igual que el niño que tiene pis y no encuentra un retrete rápido. A
menudo sin darse cuenta ellos, nos cruzamos los tres, pero yo no existo en su
realidad. Sus miradas se clavan como se clavan las de sus perros, perros que
son excusa des de hace mucho tiempo. Y las mismas ganas que tienen los chuchos
en empezar un juego que no sabes nunca como acabará es la timidez que en ellos
les aleja de ese mismo juego. Y con un tenue -Buen día- dejan morir una oportunidad
tras otra un día tras otro. Y yo, me voy pensando, que quizás sea la mejor
manera de conseguir que ella al cabo de unos años no le haya querido cambiar, ni
él a ella tampoco. Pues a menudo, las particularidades que al principio les hacían tilín
(siempre me ha gustado está expresión y nunca he sabido de donde viene) al
pasar el tiempo les haga un tostón. Otros días, creo, que él espera (seguramente
lo piense yo y no él, ¡eso seguro! Pero quiero decir que quizás él lo piensa,
en fin, me estoy liando) que ella le embauca, como la cosa va de perros, a cuatro patas paraa quitarle las penas; como dice la canción. Ella, quizás piense en silencio, por esa extraña educación católica
que gracias a dios se va perdiendo, que debe callar por ser él quién cree que tiene que
dar el primer paso. Mientras cada amanecer las excusas o los perros únicamente
acaba haciendo sus necesidades delante de mi casa, sin que transcurra más nada
que un sinfín de contrabandistas sueños mudos entre ellos.
Media mañana. Recuerdo mientras desayuno las vacaciones y
doy más significado a esas palabras que unos días atrás escuché en la radio,
cuando un profesor de no sé qué universidad explicaba que lo importante del
viaje de tus sueños y lo que lo hará maravilloso, sin duda, no es el lugar qué
elegir: si no la compañía.
jueves, 5 de septiembre de 2013
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