martes, 24 de diciembre de 2013

Felices Fiestas

No soy mucho de Navidad. Ni de Cristo. Ni de todo lo que lo envuelve. No quiero hoy, empezar a cagarme en demasiadas cosas culpando en algo que no creo, como es la religión, todas y los religiosos, todos. La historia nos ha enseñado que para hacer algo es necesario moverse. Unidos. Igual que ya ha pasado anteriormente sin tantas facilidades como las que tenemos ahora y, sin embargo, no somos capaces de emprender nada. Es triste. A mí me parece triste.

Triste, que hoy los comedores sociales estén todos desbordados, con cada día menos ayudas. Triste, que pueda haber una sola persona que no sea nadie, nadie para el resto de la humanidad. Un sin nombre. Triste, que padres no puedan regalar un trozo de pan con chorizo a sus hijos. Triste, que niños mueran de hambre, aunque sea a diez mil kilómetros. Triste, que ancianas que han gastado sus vidas trabajando no tengan con qué sobrevivir. Triste, que retrocedamos en derechos cuarenta años. Triste, que un ser humano no sea capaz de ver que le sobra demasiado. Triste, la avaricia, de muchos ladrones impunes por ser políticos, banqueros o vistan de etiqueta. Triste, que tirar de la manta pueda ser una amenaza y no se haga. Triste, no poder cambiar el mundo en el que vivimos, ni tener intención. Triste, que sea todo tan difícil, porque el poder esté usurpado por viejos dinosaurios acomodados que no ven otro futuro que seguir viviendo como sanguijuelas de una sociedad acostumbrada a que la sangren, porqué os aseguro que yo no he estirado más el brazo que la manga e igual que yo la mayoría. Triste, perder la juventud por no tener el valor a causa de vivir seguramente demasiado acomodados. Triste, un sinfín de acontecimientos, de hechos, de quimeras que quedaran en eso.

A pesar de todo para mí, no puedo negar que serán unas navidades felices. Si nada cambia. Y me debo a ello, a ellos. Debo celebrarlo, festejar que un año más las cosas y nosotros seguimos bien, no más.


Felices Fiestas.             

sábado, 21 de diciembre de 2013

El lavaplatos (refrito)

Mientras tomaba el café de después de comer en el bar del lado de casa, escuché casi por casualidad a un par de amigos que se enzarzaban en una conversación de lo más entretenida.

El más alto y delgado le confesaba a su compañero el problema que tenía para poder acostarse con su mujer después del nacimiento y posterior cuarentena de su segundo hijo:
- No sé, se intentaba exculpar, si debe ser por haber visto durante todo este tiempo tanto porno por Internet, que ahora, cuando estoy follando con mi mujer, a media faena, se me pasa la libido y el aparato se desenchufa. Como si ella no cumpliera con las expectativas o yo, esperara, no sé, más goce, más gemidos, más desenfreno. En fin, que tengo que dejarlo, ir al ordenador, conectarme y acabar la faena sentado enfrente la pantalla. Y mi mujer se agarra unos cabreos de tres pares de cojones.
El otro amigo lo miraba como no entendiendo nada. Y en seguida le dijo:
-Pero si tu mujer estar muy buena. Con todo el entusiasmo.  Mira que a mi me pasa justo al contrario. Voy todo el día con ganas de pillar a la mía por banda y cuando no tiene trabajo, está cansada y cuando no, ocupada en que sé yo y no hay manera en que una noche liquide mi lujuria. ¿Sabes que podríamos hacer?
- ¿Qué?- Pregunto el otro, medio entusiasmado por pensar que tenía la solución a su problema de finalización.
-Un intercambio de pareja.
- ¡Ah! sí, como si estarán de acuerdo o eso sirviera para solucionar mí problema.
-No, pero el mío y el de tu mujer sí, que no es poco, y a más, la mía seguiría como siempre.
-Pero el mío no, a mí esto, antes, no me pasaba ¿Sabes porqué me separé de mi primera mujer?
-¡No!
-Pues porqué después de estar 2 años viviendo de puta madre con ella y teniendo todo el sexo que quería, nos casamos, nos fuimos a vivir juntos y al cabo de poco tiempo para qué nos acostáramos me pedía que le hiciera una serie de tareas del hogar, al final como yo no cumplía con la obligaciones que ella me había mandado y ella tampoco, me acosté con otra.
-¿Y cuando se enteró que le dijiste?
-¡Qué me había cansado de poner el lavaplatos!

En ese momento observé que era hora de volver al trabajo y me fui pensando, que eso era más económico que ir al sexólogo o al psicólogo.    

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Asesino

Soy un asesino de primaveras.
De atardeceres, de segundos, de instantes.
Malbaratamos escenas.
Cuerpos, direcciones, prisas y prosas.
Soy un asesino de otoños.
De hojas secas, de primeros fríos.
Malbaratamos días.
Como si nos sobraran.
Horas, minutos, segundos.
Qué creemos que no importan.
Soy un asesino de veranos.
De moscas, mosquitos y moscardones.
Malbaratamos retales,
Madrugadas eternas y atardeceres tardíos.
Largas tardes y cortas noches.
Soy, sin duda, un asesino de inviernos.
De heladas navidades, de fines de año.
Malbaratamos calor humano.
blancas nieves, gélidos besos y  rabias heredadas.

Soy un asesino, esperando ser asesinado. 
Vivimos para ser vistos y no nos atrevemos.
Vivimos para morir. Para morir un millón de veces.
Un millón y una en concreto.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Zurcido

Todo empieza como un descosido.
Un roto.
Desgastado por el paso imperturbable del tiempo.
Tela desfilada.
Caminando por el desfiladero.
Siempre empieza quebrándose por perder consistencia.
Un desgarro.
Escena del pasado, ilusión de un recuerdo.
Una pequeña brecha carente de clemencia.
Implosión e inmediata, si no se remedia, explosión.
Luego, en seguida, no habrá remiendo ni zurcido
Que lo subsane.